El día de ayer se nombraron a dos viceministros del MAGA que son vitales para el cumplimiento del Acuerdo Agrario firmado por el Presidente y cuatro organizaciones campesinas hace 16 meses y que hasta ahora ha tenido un muy limitado cumplimiento.
La nueva Ministra, María Fernanda Rivera, lidera ahora esta cartera y seguramente está integrando su equipo de trabajo de acuerdo con lo que ella pretende hacer en dicha institución. La sustitución de los viceministros del VIDER y el VISAN ocurrida el día de ayer ha sido atinada y necesaria.
Este afortunado cambio sustituye una administración que se llegó a convertir en un obstáculo insalvable para que el MAGA cumpliera con los compromisos que el Presidente adquirió con el movimiento campesino, actitud que le granjeó la simpatía de los sectores empresariales más retardatarios del agro y de ciertas burocracias internacionales tecnócratas que carecen de sensibilidad social.
De los cinco compromisos asumidos por Bernardo Arévalo en el Acuerdo Agrario dos son competencia directa de este Ministerio. Uno es el de acceso a la tierra, dado el rol que dicha cartera juega en Fontierras (ente encargado de formular e implementar la política de acceso a la tierra del gobierno) y el otro tema es el de la economía campesina, como parte de la economía social. Ambos temas son la columna vertebral del Acuerdo Agrario.
De la nueva ministra no puede decirse que sea “campesinista”, es una empresaria exitosa en el ámbito agrícola, particularmente en el cultivo, procesamiento y comercialización del cacao y, en esa actividad productiva, ha ganado premios internacionales. La actividad empresarial de la ingeniera Rivera es un ejemplo típico de un emprendimiento propio de la economía social, esa visión de la economía que se distancia de la clásica. La economía social pone al centro a la persona humana, lucha contra la exclusión y la desigualdad y persigue la protección del ambiente. Es una versión contemporánea del capitalismo que pretende superar los horrores que produjo el neoliberalismo y que se aleja de la visión del capitalismo voraz en la cual lo único que importa es la pronta y máxima reproducción ampliada del capital, siendo competitivos a como dé lugar.
Las sensibilidades sociales y la experiencia que ella tiene en materia agrícola le crean condiciones políticas y técnicas favorables para el éxito de su gestión y para responder a la voluntad del Presidente de la República de cumplir con los compromisos que adquirió en el Acuerdo Agrario.
Los campesinos seguramente simpatizarán con su visión social sobre la economía y los empresarios tal vez entiendan que el progresismo ideológico que ella podría sustentar es la opción para sentar las bases de la superación del rezago territorial que caracteriza el área rural, contexto adverso a cualquier pretensión de desarrollo empresarial, además de la paz social que ello puede ir paulatinamente construyendo.
Si las expectativas que yo manifiesto en esta columna se concretan en el accionar del MAGA, eso lo convertirá en el salvador del Acuerdo Agrario, ya que los otros tres temas están sustancialmente rezagados.
El Mineco no ha impulsado la economía campesina como parte de una política de economía social. Me parece que el despacho superior poco conoce sobre ella, a pesar del plural y generalizado respaldo que a nivel internacional la sustenta. El Ministerio de Economía de un gobierno “progresista” no ha ido más allá del “proyectismo”.
La articulación territorial de las políticas relacionadas con el desarrollo rural integral, es decir la implementación de la PNDRI, es un propósito ausente. La “territorialización de la PNDRI”, sabia expresión del Presidente Arévalo, no se expresa de manera explícita en la agenda programática que se está elaborando para los gabinetes departamentales. A la SCEP parece darle miedo hablar de ella.
Y, por último, el espacio político técnico donde coindicen las organizaciones campesinas y el gobierno poco ha funcionado, lo cual afecta la alianza que posibilitó la elaboración y firma del Acuerdo Agrario. Afortunadamente y por iniciativa de la Secretaria Privada de la Presidencia y de la Ministra del MAGA recién se ha reiniciado su funcionamiento.
Por dicha, persisten dos aspectos fundamentales que potencian el rol del MAGA con su nueva administración en el rescate del Acuerdo Agrario, así como el indispensable alineamiento del Mineco y de la SCEP en tal dirección. Y ellos son la obvia voluntad del Presidente Arévalo en el cumplimiento del Acuerdo Agrario y la persistente confianza de las organizaciones campesinas en el Presidente. Y estos elementos políticos no son poca cosa.
Urge relanzar el Acuerdo Agrario y esto solo es posible ahora.