Adrian Zapata

zapata.guatemala@gmail.com

Profesor Titular de la USAC, retirado, Abogado y Notario, Maestro en Polìticas Pùblicas y Doctor en Ciencias Sociales. Consultor internacional en temas de tierras y desarrollo rural. Ha publicado libros y artículos relacionados con el desarrollo rural y con el proceso de paz. Fue militante revolucionario y miembro de organizaciones de sociedad civil que promueven la concertación nacional. Es actualmente columnista de el diario La Hora.

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El día de ayer, el partido Semilla emitió un comunicado de prensa en relación con la decisión del Tribunal Supremo Electoral, (TSE), también dada a conocer el mismo día, de dar por concluido el proceso electoral y declara que los resultados obtenidos en ambas votaciones, las celebradas el 25 de junio y el 20 de agosto. son INALTERABLES. Hubo muchos actores sociales y políticos que se manifestaron en favor de que el TSE ampliara el período de dicho proceso hasta el 15 de enero, pero no fue en tal sentido la decisión.

Sin embargo, habiendo sido deseable la prórroga, la conclusión del proceso no tiene por qué afectar la toma de posesión de quienes resultaron triunfadores en la contienda electoral. Semilla, literalmente afirma: “No más incertidumbre, no más dudas, quienes fuimos electas y electos para cargos públicos tomaremos posesión el 14 y 15 de enero”.

Esa sabia afirmación debe permear en la conciencia ciudadana y ser la orientación a seguir. ¡Bernardo Arévalo y Karin Herrera asumirán como Presidente y Vicepresidenta en dos meses y medio!

Debemos entender que no hay verdadera transición posible entre el gobierno saliente y el entrante. En términos sustantivos no es posible pensar en comisiones de empalme para ese tránsito, porque no hay mayor cosa que empalmar. Sin embargo, es muy importante recabar toda la información que se pueda de cada uno de los Ministerios y Secretarías.

La real transición es la que tiene que producirse “internamente”, es decir desde los equipos que asumirán las diferentes carteras en enero. Son muy grandes y diversas las expectativas que existirán sobre el desempeño del gobierno presidido por Arévalo.
Se requiere de equipos comprometidos con la inmensa responsabilidad que pesará sobre sus hombros, sabiendo que la deberán cargar nadando contra corriente en un río que intentará ahogarlos.

Los liderazgos deberán poseer la doble cualidad de tener un horizonte definido hacia el cual caminen con firmeza, al mismo tiempo que tengan la flexibilidad necesaria para comprender la gradualidad de los procesos de transformación. Las cualidades de honradez y capacidad son obviamente necesarias.

No deberá haber pusilánimes, pero tampoco maximalistas. Hará falta comprender que el triunfo de Semilla y de Bernardo Arévalo en particular, fue resultado del rechazo al establishment corrupto. El indudable mérito de quienes construyeron ese partido, de quienes lo llevaron a la posición política que ahora ocupa, también debe hacerlos comprender que el nuevo gobierno tendrá como principal reto liderar la recuperación del carácter democrático y republicano del Estado guatemalteco, así como de representar la unidad nacional. Y ahora, después de las inéditas movilizaciones sociales que han hecho sumamente inviable la intención golpista, el nuevo gobierno también tiene la tremenda responsabilidad de liderar esa recuperación con sentido transformador, en términos de que se empiece a construir un Estado incluyente, en todo sentido, pero particularmente en el reconocimiento de la plurinacionalidad que lo caracteriza.

Ya es hora que el liderazgo nacional que ha llegado a representar Bernardo Arévalo se exprese en la constitución de un equipo de gobierno. Es hora de colectivizar ese liderazgo. Quienes se incorporen a él deberán hacerlo “en cuerpo y alma”, es decir dispuestos a “jugársela” en esta contienda patriótica.

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