Vivimos tiempos difíciles. La vacunación avanza. Lentamente, pero avanza. Ya podemos vacunar a los jóvenes mayores de 12 años. Y eso es una excelente noticia. La enfermedad sigue presente, la sombra de la muerte se aleja.
Es muy importante que cada una de las personas ya vacunadas con mínimo conocimiento científico y gran conciencia social nos demos a la tarea de informar sobre la vacuna contra el Covid 19 y la importancia de que cada uno recibamos las dos dosis para no sólo estar protegidos de manera personal sino proteger a nuestra familia, amigos y a la humanidad completa. Porque como sabemos este letal virus ataca sin distinción y se transforma cada vez de manera más mortífero.
La enfermedad y la muerte están dejando heridas profundas en la vida de muchas familias. Y es ahora cuando más se requiere de la mediación psicológica que en algunos casos se puede convertir en una intervención urgente que requiera el uso de estrategias para bajar la ansiedad, el estrés y la depresión, reforzar autoestima y atender el duelo. En la búsqueda de brindar seguridad, protección y tratar de prevenir acciones secundarias como el suicidio.
Inicialmente debe detectarse los elementos de protección a los que cada persona pueda acogerse. Familiares, vecinos .amigos, compañeros de trabajo que en un momento de necesidad puedan brindar ayuda, comida, alojamiento, escucha y compañía, buscando el restablecimiento emocional.
De la misma manera es importante conocer el estilo de afrontamiento de cada persona e identificar los recursos personales, las experiencias traumáticas anteriores y cómo logró superarlas, quién le ayudó en momentos difíciles.
El miedo a lo desconocido de meses anteriores hoy deja a los afectados con el miedo al afrontamiento a la vida, al haberse encontrado al filo de la muerte. Al haber perdido sus recursos económicos, su salud y seres queridos, por ello es necesario centrarle en actividades y hechos futuros. Elaborar con ellos un plan de acción y mantener acompañamiento a casos en riesgo así como intervenciones individuales y grupales.
Según la Guía Práctica de Salud Mental de la Organización Panamericana de la Salud el seguimiento debe ser a corto o medio plazo para que la persona afectada sienta una continuidad en la atención recibida. A partir de los tres meses. en condiciones normales, se debe esperar una reducción progresiva de las manifestaciones. La intervención debe estar dirigida a la detección de nuevos casos sintomáticos, la remisión de casos complejos para atención especializada.
El apoyo general debe facilitar aspectos básicos de mantenimiento, el contacto personal normalizado, identificar enfermedades físicas ayudar a reconectar con la familia y amigos, animar a retomar el funcionamiento cotidiano organizar y hacer planes para resolver problemas generalizados ayudar a retomar los roles normales y facilitar el duelo si ha habido perdidas personales entrenar a los cuidadores cercanos para que puedan continuar las labores de cuidado. Brindando siempre una sensación de seguridad, afecto, protección, comprensión y paciencia para para poder escucharlos y comprender sus necesidades.
¡VACÚNESE!