Hace casi 1 año cinco meses se decretaba la pandemia a nivel mundial y muchas versiones surgieron junto con el temor a lo desconocido, a la muerte.
Hoy pese a los 10,600 muertos por el Covid 19 en Guatemala hemos dejado ese temor y con él las precauciones para evitar contagiarnos. Las pocas normas aún vigentes son violadas a diario. Personas sin mascarilla en sitios públicos, aglomeradas, sin guardar distancia en mercados, centros comerciales y celebraciones.
Con 37 mil casos positivos activos, aún hay personas que consideran que todo esto es un engaño y ni toman precauciones ni se quieren vacunar. Aunque el jueves 5 de este mes el Ministerio de Salud reportó 4,068 infectados/confirmados y quién sabe cuántos más andan por allí con síntomas leves o “asintomáticos” contagiando a quien se cruce en su camino.
Guatemala es un país de costumbres arraigadas y firmes creencias, algunas sino todas han dejado de ser válidas, porque ahora tenemos información científica y no sólo lo que decían las abuelas.
Como que no había que vacunarse porque se sentía dolor y debilidad, porque la enfermedad le entró por la vacuna. Y sí el pinchazo duele, la debilidad se ha visto en personas que acuden a vacunarse sin desayuno y han debido esperar bajo el sol, haciendo cola, o asustadas por todo lo que han escuchado de la vacuna.
Y por supuesto que sí : “la vacuna es un medicamento biológico constituido a partir de microorganismos (virus), muertos, atenuados, o productos derivados de ellos que se introducen en el organismo para engañar al sistema inmunológico, haciéndole pensar que está siendo atacado por un agente infeccioso y obligándole a defenderse generando anticuerpos y adquiriendo una memoria inmunitaria que le permitirá reconocer ese microorganismo concreto y eliminarlo cuando llegue a contraerlo a través de un contagio por ejemplo”.
El Comité de Evaluación de Riesgos de Farmacovigilancia (PRAC) de la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) informó: que no existe evidencia que la vacunación cause afecciones, que no figuren como efectos secundarios de la misma. Que los efectos tromboembólicos en personas vacunadas no son mayores que en la población general. Los ancianos de entre 70 y 90 años fallecidos en los asilos luego de recibir la vacuna sufrían de afecciones preexistentes y /o enfermedades terminales, recibían cuidados paliativos, no compartieron un cuadro clínico común y las muertes ocurrieron después de un período de tiempo variable».
Es posible contagiarse y enfermar, si se recibió la dosis durante el período de incubación de COVID-19 (5-6 días). También es posible contagiarse luego de haber recibido las dos vacunas, ya que, comienza a ser efectiva entre 10 y 14 días después.
Aún así puede contagiarse. La decisión y responsabilidad es suya. Infórmese, consulte, pregunte a su médico, la ciencia y la tecnología han avanzado mucho en beneficio de su salud. Continúe utilizando mascarilla, distanciamiento social y lavado constante de manos, mientras logramos la inmunidad de rebaño, 70% de la población vacunada.