Álvaro Pop
Estos días varios países de América Latina celebran su independencia de España. No parece un momento de celebración. América Latina está pasando un momento de grandes incertidumbres.
Esta se refleja tanto en sociedades nacionales gobernadas por gobiernos de derecha como los de izquierda y están poniendo en entredicho los pactos sociales, los sistemas políticos resultantes de ello.
La pandemia desnudó las debilidades estratégicas y estructurales de los Estados. Las emergencias y los desastres han sido difíciles de manejar. El mensaje de la crisis de salud que aún estamos viviendo en el mundo llama a ponerle atención a la seguridad social inexistente como derecho universal debidamente cumplido por los Estados. Los pueblos indígenas tuvieron que sobrevivir, como muchos otros grupos, solos ante este enemigo de la salud. Lo más valioso es que se han descubierto las enormes capacidades que otorgan los procesos colectivos que entrañan solidaridades.
La corrupción es un mal estructural, histórico y muy vinculado a la creación de estos Estados. La inmensa mayoría de los países demostró no estar inmune a estas tentaciones vinculadas a la atención gubernamental de la pandemia. En la mayoría de los países se dieron despidos de ministros o secretarios de salud, renuncias ante bochornosos casos de corrupción y denuncias públicas de la existencia descarada de la misma. Con ello se demostró que las élites políticas y económicas en gran medida no tienen escrúpulos ante la propiedad ajena, especialmente para tomar ganancias de los presupuestos de Estado.
Pero no es un fenómeno nuevo como las pandemias (que tampoco son tan nuevas), pero ahora las estamos viendo en línea, en tiempo real. Ahora se mide su impacto en los presupuestos y en la capacidad de respuesta que tienen los gobiernos para atender las deudas sociales. En ese sentido la atención a los pueblos indígenas es la cuestión que se encuentra en la cola de las demandas posibles de atender, cuando se encuentran.
El crimen transnacional está pulverizando las capacidades de imposición del Estado de Derecho (¿Cuál Estado de Derecho? ¿Según quién?). El imperio de la ley, la transparencia, los medios de comunicación independientes y la seguridad ciudadana (bajo la responsabilidad militar o policial) están en entredicho ante la fuerza de la capacidad de seducción de los tráficos ilegales que tienen notorias influencias en las instituciones de seguridad y control de los Estados.
La urgente necesidad de pactos sociales más incluyentes. Los gobiernos progresistas (tanto de génesis de derecha como de izquierda que pretenden acercarse al pluralismo o al centro ideológico del papel del Estado ante el cumplimiento de los derechos sociales), serán superados por las históricas necesidades sociales si no encuentran los mecanismos de confianza social que lleven al diálogo. Y esto no es posible si no encontramos espacios de confianza que permitan la construcción de nuevos mecanismos de cumplimiento constitucional con más comunicación e información ciudadana. El terror al cambio prevalece en las élites empresariales y políticas de la región.
La emergencia de liderazgos populistas. Dadas las debilidades ciudadanas y la fragilidad (o flexibilidad) de las instituciones para mantener y desarrollar el Estado de derecho, las sociedades con grandes masas de población que han confiado y se han defraudado de las propuestas electorales solo se acercan a votar por candidatos clientelares y populistas. El alcance de visión del cambio social en la población es obtuso y corto. Esta es la génesis de la crisis de la democracia, porque los grandes poderes se han dado cuenta que es muy conveniente que todo esto siga igual. Les da un margen muy grande de operación de dependencia de los partidos a través del financiamiento y luego de su instrumentalización en el ejercicio de gobierno en su beneficio.
El cambio climático. La COP 26 – 2021 realizada en Reino Unido tuvo como resultado una mayor coincidencia entre los países de la gravedad del impacto de cambio climático y la incapacidad de nuestros países para enfrentarlo. Es un reto global. Pero también tuvo como resultado la coincidencia de los líderes globales de reconocer que los que tienen las mayores y más determinantes herramientas para combatir este cambio climático son los pueblos indígenas.
Y lo segundo es que también en 2021 el Grupo Científico sobre Sistemas Alimentarios reconoció, durante la pre-cumbre de sistemas alimentarios de Naciones Unidas, que los conocimientos de los pueblos indígenas y sus sistemas alimentarios son revolucionarios y capaces de aportar soluciones sobre sostenibilidad y resiliencia. Este reconocimiento científico de la sabiduría de los pueblos indígenas se vio reforzado durante la cumbre del clima COP26, recordándonos que son ellos quienes protegen el 80% de la biodiversidad del planeta.
La valentía para participar de diálogos comprometidos, de diálogos permanentes entre Estado y Sociedad van a fortalecer las democracias. Le darán futuro a nuestro planeta y nos permitirán construir procesos de interculturalidad nacidos de la multiculturalidad natural de las sociedades humanas.