Álvaro pop
Estos días han sido de lluvia, de neblina y de frio. De mañanas y tardes con llovizna. Llama a la soledad.
Y esto provoca pensar en los dolores que los humanos sufrimos.
Las muertes por cáncer generan dudas, preocupaciones y serias reflexiones en torno a la vida que queda y alrededor de las circunstancias de vida que tuvo al final el paciente, el ser querido para la familia, la estadística para el Estado y el mercado de los medicamentos / tratamientos.
Hay más de doscientos tipos de cáncer. Y las farmacéuticas han encontrado una mina de oro en los tratamientos a través del costo de los medicamentos. Y los accionistas ganan millones de dólares con el sufrimiento de las personas.
Como muy bien lo documenta el artículo “El negocio de las farmacéuticas con pacientes de cáncer terminal” en Plaza Publica del 26 de mayo de 2016 este es un negocio inhumano, cruel y absolutamente de avaricia y búsqueda de enriquecimiento sin ninguna ética. No solamente pasa con el cáncer. Pasa con casi todos los medicamentos provocando mucho dolor e impacto negativo en la sociedad, y pasa en muchos lugares del mundo, especialmente en los lugares donde hacer Estado es ponerse al servicio del mercado, atender a intereses empresariales exclusivamente poniendo en riesgo permanente a los ciudadanos. Carreteras, construcción de escuelas, contratación de personal, alquiler de instalaciones, licencias comerciales, de investigación o explotación de recursos, compras de vehículos, uniformes, útiles escolares, recursos agrícolas, bienes de oficina, sistemas informáticos, etc. Pero lo más impactante es quizá la compra de medicinas con sobreprecios exorbitantes sin ninguna preocupación por la salud de las personas dentro del sistema de salud pública y casi en todos los casos desde el sistema de salud privado.
El negocio de las medicinas para el tratamiento del cáncer y las enfermedades no transmisibles es algo urgente de regular. Especialmente porque “el sufrimiento emocional” del impacto de la situación económica provocada por los costos de los tratamientos “es superior al sufrimiento del cáncer” según estudios realizados en países desarrollados (The Oncologist). Este asunto es algo que se tiene que estudiar a profundidad en nuestra sociedad en Estados subdesarrollados. Los impactos en la capacidad productiva de la sociedad, su empoderamiento social, su tranquilidad a la hora de tomar decisiones estratégicas para las familias, comunidades y países pasa por tener mejores condiciones a las provocadas por la enfermedad del cáncer en un ser querido. A todo esto, se le ha denominado “toxicidad financiera”.
Llama poderosamente la atención los resultados del estudio mencionado por la revista The Oncologist. Este menciona que “los resultados demostraron que el estrés financiero fue percibido como 30% más intenso que los síntomas físicos; 31% más intenso que la perdida de la capacidad física; 43% intenso que el estrés social y familiar; y 37% más intenso que el sufrimiento psicológico causado por el cáncer”.
Los investigadores concluyen que es un problema de los que tienen recursos financieros para su tratamiento, pero más aún para los pobres. Y que “esta es más dañina para la salud del paciente como lo es la toxicidad por medicamentos”.
Si esto sucede en sociedades desarrolladas, ¿qué sucede en sociedades como la guatemalteca, donde los sistemas de compras y contrataciones de medicamentos / personal especializado / tratamientos pasan exclusivamente por el interés económico de empresarios y funcionarios?
Los salarios son mínimos, sin prestaciones, sin seguridad social, en la mayoría de los casos sin empleo (+70% informalidad), en el área rural…
En memoria de Aura Violeta…