Álvaro Pop
Alguna vez todos hemos escuchado de él.
Es diciplinado y perseverante.
Además, su impacto es de destrucción masiva.
El cáncer.
Es una de las causas principales de muerte en el mundo.
Y sigue impune.
En el año 2018 hubo 18,1 millones de casos nuevos y 9,5 millones de gentes murieron por su causa.
En Guatemala dentro de las enfermedades no contagiosas es el segundo asesino más efectivo después de las enfermedades del corazón. Mueren cada año más de 7,000 personas por cáncer y se diagnostican anualmente más de 51,000 nuevos casos.
La mayor cantidad de casos en los países pobres.
El acceso al diagnóstico y a los tratamientos es “casi imposible” en nuestros países.
El tratamiento de quimioterapia cuesta más de $2,000 cada vez de ciclos que pueden ser de más de tres, un tratamiento puede costar fácilmente $100 mil. En países donde el salario mínimo es de menos de $400 mensuales la única opción es morir.
En el servicio de salud pública, la mayoría de las médicos y enfermeras hacen tareas sobre humanas con sus pacientes. Con una sonrisa enfrentan casos imposibles.
Sin medicamentos, sin equipo y sin personal tienen que encontrar la manera más “suave o menos dura” para decirle que lo mejor que pueden hacer es morir en casa. Sin embargo, luchan junto a sus pacientes, día a día más de doscientas personas son atendidas y llegan desde las 02:00 de la madrugada a los dos hospitales más grandes del país.
Es especialmente valioso el servicio que hacen los equipos médicos en el Hospital Roosevelt de Ciudad de Guatemala. Para los pacientes y el personal médico del sistema público nacional no hubo pandemia. Siempre listos para atender, para dar citas, poner tratamientos y regalar una sonrisa. Son los arquitectos de la esperanza de casos imposibles.
El tratamiento del cáncer también ha levantado grandes organizaciones criminales que lucran impunemente con medicamentos, diagnósticos y tratamientos con pacientes de escasos recursos y desde luego, con pacientes de muchos recursos. Es un crimen organizado disfrazado de disponibilidad de salud, de clínicas privadas que “sirven te en la recepción”. Porque el paciente es absolutamente vulnerable a la voluntad del médico y sus amorosos parientes la victimas perfectas de estos criminales que se esconden detrás de luminosas marquesinas, elegantes edificios, especialidades obtenidas en universidades extranjeras, abrumadores lujos que intentan demostrar capacidades que no tienen y esconder intenciones de pillaje cruel e inhumano.
El impacto del cáncer en la sociedad es inimaginable. Su impacto económico, laboral, empresarial es enorme. Pero más aun, el dolor que genera esta enfermedad “que es la despedida perfecta, la más larga despedida o la despedida que da tiempo” es enorme.
La capacidad de un Estado de atender a su población se mide en la satisfacción para enfrentar estas enfermedades y situaciones. Es cuando las familias y las personas necesitan acompañamiento. Es cuando se necesita más al Estado, especialmente en el área rural, con mujeres indígenas, niños, niñas …
En memoria de Aura Violeta…