Álvaro Pop
“Estamos regresando a la normalidad”.
En realidad, nunca nos fuimos.
De esa normalidad de tomar lo ajeno, de aprovechar las posiciones de toma de decisiones en la estructura del Estado para su propio beneficio. No es una normalidad nueva. Muchas de las empresas exitosas en la Época Colonial sabían del contrabando a la Corona Española y se hicieron grandes. Sin pasar por escuelas de negocios o administración de negocios. Y aun pasando.
Día a día, noche a noche la corrupción causa muerte y sufrimiento a millones de guatemaltecos. Los hospitales necesitan recursos materiales, más médicos, más equipo de alta tecnología, más tiempo de atención porque la enfermedad y el deterioro de la salud no tienen horario. Las colas de personas enfermas empiezan a las dos de la mañana y en algunos casos llegaron ocho de la noche del día anterior.
Somos una sociedad que pierde valioso tiempo en colas. En los bancos, en la inscripción de la infancia en las escuelas; para pagar impuestos; para recibir el almuerzo en los comedores “gratuitos”; en los centros de detención; en los tribunales; en las carreteras, etc.
Una sociedad sin solidaridad.
Asesinando silenciosamente o con detonaciones.
Familias expulsadas de sus tierras. Comunidades enteras a las que se les roba el agua.
La inmensa mayoría de la infancia rural tiene desnutrición crónica. El área rural abandonada. La educación retrocedió más de veinte años y aun esperamos una estrategia de recuperación.
Luego de la intensidad de la pandemia del COVID-19 esperamos una estrategia de atención integral a la infancia. No solo en educación y construcción de escuelas. Integral para la niñez abandonada y la garantía que nunca más les prenderán fuego quemando sus cuerpos, sueños, aspiraciones y vidas de manera impune.
Luego de las muertes sufridas por nuestra sociedad por la pandemia, esperamos una reforma al Sistema de Salud. Porque “vendrán más pandemias y problemas”. El cáncer ha matado más que la pandemia, lo sigue haciendo. ¿Qué haremos para detenerlo?
Esperamos la revisión del sistema de transporte, de las leyes de tránsito. Luego de la suspensión de los servicios de buses, ¿qué viene ahora para solucionar el problema del transporte público?
¿En algún momento nos encontraremos con funcionarios de economía valientes que enfrenten “el robo legal” que tienen las empresas de telefonía celular, de gasolineras, medicinas, tarjetas de crédito, seguros médicos, alimentos enlatados y bebidas embotelladas entre muchas “iniciativas”?
Luego de la pandemia volvemos a tener la oportunidad de construir el Estado que necesitamos.
El Estado que se basa en la honestidad y en la solidaridad.
El Estado que ayude a superar la dicotomía de acusaciones de ser comunistas o anticomunistas mientras crece el dolor y la tragedia de los seres humanos que viven en estas tierras benditas sin empleo. Y cuando lo tienen sin salarios dignos.
Un Estado que se preocupe y se ocupe de quienes sostienen a este país: los migrantes que envían más de 12 mil millones de dólares por año y los que hacen “economía informal” en más del 70% y no esperan Bono 14, Aguinaldo, “zonas francas” ni infraestructura vial para hacer sobrevivir a nuestro país.
Es la hora de empezar un movimiento de conciencia por algo positivo:
Hacer de la honestidad una causa, un propósito y una forma de vivir que construya Estado.