Cuando una persona joven muere, se le llora no solo por quien fue, sino por la vida que no podrá vivir.
Hadar, un israelí de 23 años, dejó atrás a seres queridos que deberían haber podido lamentar la pérdida de un artista talentoso y una persona reflexiva, cuyo futuro les habría dado gran orgullo y alegría.
Sin embargo, aunque fue asesinado hace más de una década, la familia de Hadar no pudo comenzar el proceso de duelo hasta esta semana. El 1 de agosto de 2014, el teniente Hadar Goldin fue asesinado a tiros por terroristas en la Franja de Gaza; su cuerpo fue retenido como rehén por Hamás durante 4,118 días y solo fue devuelto a Israel el domingo.
Ningún padre debería tener que pasar once años luchando por el derecho a enterrar a su hijo en su tierra natal. Sin embargo, desde la invasión a Israel del 7 de octubre de 2023, en la cual más de 1,200 fueron masacrados y 251 tomados como rehenes, está absolutamente claro que la disposición del grupo terrorista palestino Hamás, es explotar tanto a vivos como a muertos para sus fines nefastos no conoce límites.
Durante dos años, esta organización terrorista mantuvo rehenes en las condiciones más espantosas, deliberadamente sometiéndolos a hambre y abusos, a pesar de saber que el conflicto en Gaza podría terminar en el momento en que Hamás los liberara y depusiera las armas.
Incluso ahora, con el acuerdo de alto el fuego liderado por Estados Unidos ya en vigor, Hamás sigue obstaculizando el progreso hacia un futuro mejor para los gazatíes e israelíes. Aun sabiendo las ubicaciones de los rehenes fallecidos, el régimen terrorista de Hamás prolongó durante un mes la devolución de los cuerpos a sus familias.
El conflicto de 2014 que le costó la vida a Hadar y el actual están conectados por más que los once años de tormento psicológico infligido a la familia Goldin.
Entonces, como ahora, las hostilidades fueron instigadas por un ataque terrorista no provocado contra civiles inocentes. La Operación Margen Protector comenzó como reacción al secuestro y asesinato, por parte de Hamás, de tres adolescentes israelíes que hacían autostop de regreso a casa desde la escuela.
En 2014, al igual que en la guerra que comenzó en 2023, demasiadas personas cayeron en la manipulación de la percepción pública por parte de Hamás. En lugar de culpar a los terroristas que iniciaron las hostilidades y que, en última instancia, son responsables de las víctimas civiles en ambos lados, actores internacionales y medios de comunicación decidieron castigar a Israel por defenderse de una organización terrorista genocida. Como consecuencia directa, igual que hoy, el antisemitismo volvió a surgir con fuerza en todo el mundo.
Un hilo conductor atraviesa todos estos acontecimientos: la obsesión fanática de Hamás por destruir el único Estado judío y reemplazarlo con un califato islamista, un objetivo motivado por una ideología tan extrema que supera cualquier preocupación por la vida humana, sea israelí o palestina.
Hadar Goldin pagó ese extremismo con su vida. Asesinado y secuestrado hacia un túnel terrorista después de que comenzara el alto el fuego reconocido internacionalmente en 2014, Hadar debería seguir vivo hoy.
Si ese alto al fuego se hubiera respetado, Hadar habría contraído matrimonio con su prometida, Edna, un mes más tarde. Quizá habría seguido los pasos de su padre y se habría convertido en profesor de historia judía, o los de su madre y obtenido un doctorado en ciencias de la computación. Tal vez habría trazado su propio camino, aplicando su talento e intelecto para convertirse en artista, escritor o padre a tiempo completo de los hijos que habrían heredado su sonrisa contagiosa.
Nunca lo sabremos. Como tantos jóvenes soldados valientes y civiles inocentes por igual, masacrados por terroristas yihadistas desde Gaza, su vida fue truncada demasiado pronto, y las grandes contribuciones que Hadar y los demás habrían aportado al mundo se han perdido para siempre.
