El vendaval del drama shakesperiano con el panorama nacional en estos momentos tiene sus explicaciones:
1. La parálisis de los «nuevos» líderes
Como bien muestra el ambiente nacional: no hay figuras para detener el vendaval. En la obra shakesperiana, Albania (que representaría a esos sectores moderados o al actual Ejecutivo) tiene el título y la intención moral, pero es incapaz de actuar a tiempo. Su bondad es inútil porque el sistema de maldad que permitieron Gonerila y Edmundo ya tiene vida propia. El «vicio» ha tomado las instituciones y la voluntad de un solo hombre, por más presidente que sea, no basta para frenar una inercia de décadas.
2. La muerte de Cordelia: El fin de la esperanza
Cordelia es la única hija que amaba a Lear de verdad, sin adulaciones. Representa la ética pura y la verdad. En el Quinto Acto, Cordelia es asesinada.
En la analogía guatemalteca, la «muerte de Cordelia» es la pérdida de la fe pública y el engavetamiento de la constitución. Cuando los ciudadanos ven que incluso los intentos de cambio son bloqueados por las cortes, por el Congreso o por la propia incapacidad del Ejecutivo, esa «esperanza» muere ahorcada en la celda del sistema.
3. El colapso del «teatro político»
Shakespeare nos muestra que, al final, todos los que conspiraron (Edmundo, Gonerila, Regania) terminan destruyéndose entre sí. El problema es que, para cuando mueren, el país está en ruinas.
Los «nuevos que surgen» en Guatemala a menudo son solo Edmundos reciclados: personajes que saben usar el lenguaje de la tormenta para escalar, pero que no tienen ningún interés en reconstruir la casa, sino en ser los últimos en pie sobre los escombros.
4. La frase final: El peso de este tiempo triste
La obra cierra con unas palabras de Albania (o Edgardo, según el folio) que parecen escritas para la Guatemala de hoy:
«Debemos obedecer el peso de este tiempo triste; decir lo que sentimos, no lo que conviene decir. Los más viejos han sufrido más; nosotros, los jóvenes, no veremos tanto ni viviremos tanto tiempo».
Esto sugiere que nos toca vivir un periodo de supervivencia institucional, no de esplendor. Es aceptar que la estructura se rompió y que lo que viene no es una «primavera», sino un largo invierno de reconstrucción desde las cenizas.
Ahora ya puedo cerrar la analogía:
Si ya no hay líderes capaces de detener el vendaval, la analogía nos traslada del palacio al cementerio. El sistema guatemalteco parece haber entrado en una fase donde la ley ya no es un límite al poder, sino un arma del poder. Como pensamiento final, Shakespeare sugiere que tras el Quinto Acto solo queda el silencio y la dura tarea de enterrar a los muertos (las instituciones fallidas).
¿Consideras que, dado que el «teatro político» está agotado, la solución podría venir de algo externo al drama de los tres poderes, o es Guatemala una tragedia que debe consumirse hasta el final para poder renacer?
Fin







