A la quincena se vino el tiempo de respuesta y al Señor Gobernador de Jalapa, a saber qué llamada de atención le pegó el Señor Presidente, que nuestra sorpresa fue que cuando juimos a presentarnos con él. Al entrar a su despacho vimos que ya estaba en contra de su propio compadre. Pero lo que sucedía frente a nosotros era del diente al labio; para que nos diéranos cuenta de que se estaba haciendo justicia. Ante nos, el Gobernador maltrató al Benigno, lo obligó a levantar un acta y a comprometerse a entregar lo que le estábanos reclamando.

Los días pasaron sin que ese Benigno diera cuenta de lo acordado. Pero antes de finalizar el mes, mayor fue nuestra sorpresa cuando nos llegó orden de presentarnos a la comisaría de Jalapa a las 21 horas. Entonces le dije yo a mi hermano: -Mirá a que yuca nos metimos por andar en babosadas. ¿Qué oficinas del gobierno están abiertas a las 21? de segurito nos van a meter al bote. Mi carnal repetía una y otra vez llorando: -Eso nos conseguimos por estar de balde y en vaina metida. Pero como en ese tiempo era tan estricto no obedecer, a las meras veintiuno estábanos presentes en la comisaría con pena y miedo porque éramos puros ishtos.

Sentados en una banca, con los pies sin tocar suelo, mirábanos aterrorizados nuestros zapatos viejos y a un hombre que entraba y salía del despacho, cuando sale un hombrón bien entacuchado, de pomada, del despacho del comisario, que se dirige a donde estábanos: -¡ay patojos, que tal! –nos saludó. -¡ahh..Bien! y usted señor –le respondió mi carnal. El sin dejarnos de ver, nos explicó que había llegado de la capital, referente al telegrama que le pusimos al Señor Presidente y que él lo mandó en comisión a ver si nos habían hecho o no justicia. Al oír eso pelamos ojos, bien dice la gente que cada perro tiene su garrote y luego que nos felicitó por estar puntuales agarramos valor y nos quejamos que de nuestra demanda no había nada. Que el Señor Gobernador andaba que era un solo baile con un fuete en la mano diciéndonos siempre que nos veía: -ishchocos mocosos hijos de p…, sólo porque no son más grandes no les marco las nalgas. Y cada vez que nos presentábanos a la Gobernación a indagar, él bailaba el fuete ante nosotros, reclamándonos de porqué habíamos puesto el correo en Jutiapa y entonces le respondíanos que en su despacho todos eran coyotes de la misma loma y se tapaban con la misma chamarra y de esa cuenta, el telegrama nunca hubiera pasado. En cambio, en Jutiapa tenía vía libre, no había quien lo entretuviera.

A la mañana siguiente, el hombre de pomada obligó al Gobernador a llamar a Benigno y le ordenó a nuestro cuñado que tenía que entregarnos el dinero que nos correspondía de la venta de maíz y frijol que había hecho y los diez semovientes que nos correspondían.

Cuando nos juimos al municipio donde vivía Benigno a recoger los diez semovientes, yo pedí que me prestaran dos policías nacionales de auxilio, porque por decirlo así, Benigno era hombre algo temible. Pero como uno es campesino, sin estudio y sin nada, la sorpresa fue que Benigno nos metió cinco vacas y cinco chivos, que hacían diez animales, no diez semovientes Y pá donde agarrábanos ya, nos tenía la yuca metida, pues en el acta aceptamos diez cabezas, aunque la herencia decía cinco vacas paridas, tres novillas y una yunta de toretes, que hacían los diez semovientes que eran los que nosotros reclamábanos. Benigno sólo nos entregó las cinco vacas paridas y sus crías y salimos perdiendo; se nos aplicó aquello de que: de la mula perdida, aunque sea las correas, habiendo tenido que pagar por el telegrama lo que costaba una vaca parida; como quien dice, cinco quetzales de aquel entonces.

Don Carmelino se rascaba su calva para devolver a su sitio aquel recuerdo y concluyó diciéndome que nunca halló fundamento a la preocupación del Señor Presidente más que de cumplir con su deber, cosa que no ha sabido de presidente alguno.

Alfonso Mata

alfmata@hotmail.com

Médico y cirujano, con estudios de maestría en salud publica en Harvard University y de Nutrición y metabolismo en Instituto Nacional de la Nutrición “Salvador Zubirán” México. Docente en universidad: Mesoamericana, Rafael Landívar y profesor invitado en México y Costa Rica. Asesoría en Salud y Nutrición en: Guatemala, México, El Salvador, Nicaragua, Honduras, Costa Rica. Investigador asociado en INCAP, Instituto Nacional de la Nutrición Salvador Zubiran y CONRED. Autor de varios artículos y publicaciones relacionadas con el tema de salud y nutrición.

post author
Artículo anteriorContinúan ataques a prensa y periodistas
Artículo siguientePor el bien del magisterio y el sindicalismo la extorsión magisterial debe terminar