La socialización puede ser vista desde su aspecto biológico o humano. El proceso evolutivo de la materia viva tiene la socialización como un proceso fundamental que parte de tan bajo de la vida como las bacterias. Esto lo facilita la comunicación química y la eléctrica que median las relaciones de moléculas como de corpúsculos y, a través de cientos de relaciones derivadas de eso, la creación de colonias. Hay como un mandato en esto: tendencia a agruparse bajo formas complejas autorreplicantes y en eso como ejemplo llamativo humano tenemos los hormigueros. Pero por vigorosa que parezca esa socialización, resulta débil y no sobrepasa la rutina. De tal manera que para muchos estudiosos, la socialización biológica no es más que la prefiguración en la evolución de lo que sería la sociedad humana del mañana, con un mayor grado de libertad.
Nada hay tan patético y triste, como la abnegación ciega y total de una hormiga hacia su hormiguero; situación que muchas veces se observa en los grupos humanos. Pero mientras que en el primer caso está sujeta a cadenas particulares de configuración de reflejos e instintos propios de la naturaleza biológica que permiten una organización mecánica de colmenas y termiteros igual por millares de años; en el humano, eso es fruto de una conducta nacida del pensamiento y la comunicación y acción con libre decisión.
En el caso de la socialización humana nos enfrentamos con dos fenómenos: expansión y contracción. El primero permitió al hombre poblar todo el globo desde hace miles de años, pero el interés de esa expansión fue no solo de sobrevivencia como en el animal, sino también fue una búsqueda y uso de una socialización que permitiera al hombre desarrollar y acceder a la plena expansión de la personalidad y el ir tras eso, le permitió la creación de culturas superiores a cualquier individualidad. Eso permite entender la socialización humana como un medio para alcanzar la personalización suprema del hombre, que va más allá del calentarse alrededor del fuego y de que lo que es bueno para mí no tiene fronteras. La evolución del individuo fue posible gracias a una condensación dentro de las culturas de fines, intereses, laboriosidad, tenencias, que generaron un nuevo concepto del hombre y su estancia en este mundo.
A nivel mundial, en estos momentos, ambos fenómenos de socialización humana: expansión y contracción, han llegado a una encrucijada en que el número creciente de seres humanos y un progreso de posicionamiento de bienes en pocas manos dentro de un territorio cada vez menos desocupado y disponible, está llevando a un choque de unos con otros en muchos de los aspectos de la cultura que se potencializa para causar daño. Lo tenebroso de ello es que ese choque va acompañado de una capacidad tecnológica de destrucción sin precedentes cuyo fin es dominio del uno sobre el otro. Esto no es de un hoy, viene de hace milenios de cuando el hombre pasó de una economía de predadores a una de productores; pero mientras la primera era de capacidad mucho más equitativa en repartos y beneficios, la segunda se consiguió y afianzó y aun se comporta, llena de desigualdades y esto a pesar de que todos los siglos, desde el Neolítico, desde la creación de la urbanización hasta nuestros días, estamos llenos de invenciones técnicas y económicas que no solo han permitido el aumento de recursos sino han potencializado el aumento del bienestar y desarrollo humano, gracias a que a la vez se produjo el aparecimiento de clases sociales y división de trabajo; cosa buena a la vez que mala, dado que al mismo tiempo que se conformaron derechos y deberes para su cumplimiento a la vez estos se infringen y en la actualidad son muchas las naciones con predominio de la infracción, con toda clase de violaciones y jurisprudencia, enfocada a aplastar y no a perfeccionar y por consiguiente, con dudosa propiedad moral en lo que hacen.
Posesión y repartición sigue siendo el principal problema del ayer y el hoy moderno. Pueblos naciones y razas, en estos momentos, siguen teniendo acuerdos muy frágiles y fragmentados. Esa fragilidad y fragmentación conforma separación y debilidad en las sociedades humanas que están entrando en un contacto cada vez más beligerante. Ante nuestros ojos, los más poderosos en la contienda, están atacando en fase previa a la contienda bélica, las libertades para el acceso a los derechos humanos de los más débiles.
Debemos tener claro, especialmente la juventud, que una cosa es creer que se está configurando una nueva civilización sin relación con las anteriores más libre y mejor y otra el panorama que tenemos enfrente: impersonalidad de las relaciones sociales, asfixia de los derechos humanos, desempleo, delincuencia, proxenetismo, carencia cada vez más de un pensamiento analítico; lucha por adquirir lo material con consecuencia profunda sobre lo que es justo y moral. De todo ello se vive acá y en China. Mientras las naciones se rijan por regímenes cargados de improvisaciones y ensayos demasiado dejados al azar, resulta peligroso el futuro para la evolución humana no digamos la sobrevivencia de la humanidad. Tomar, quitar, comprar y vender sin cortapisas que rompen con el pensamiento de una verdadera socialización mundial. Es un juego de naipes del que saldremos todos perdedores. En ese juego se esconden los ases: libertad, fraternidad, oportunidad, justicia.