Me duele que no terminemos de convencernos: el problema de la corrupción es problema de estructura, organización y funcionamiento. Cambiando funcionarios como lo hemos hecho con Las Cortes no mejora la justicia. La justicia es cosa de ideología (pensamiento, fe y poder) y si la estructura permite aberraciones para que la corrupción sea posible, la cosa anda mal.
Pareciera aberrante que al hablarse de los tres poderes, se piense que no meterse el uno con el otro fuera lo más importante y no lo es como hemos visto en los últimos gobiernos y a estas alturas, el idealismo de ingreso y manejo del poder, debería de estar enteramente substituido por un realismo basado en que, sin equilibrio político y justicia entre poderes, ni siquiera parchar errores es posible. En estos momentos, igualdad, equidad, compromiso, y cooperación entre organismos de Estado y de estos con el pueblo, no existe. Por consiguiente, no cabe esperar que, un haber y actuar correcto de solo un poder, sirva y pretenda salvar el país, ni siquiera puede corregir el solo lo que sucede en sus recintos. Igual cosa cabe esperar en muchos de los gobiernos locales. La corrupción campea de abajo arriba y de arriba abajo. Estamos en todos los espacios políticos y sociales, gobernados por una doctrina de relación familiar, el parentesco y el compadrazgo y como resultado solo hemos tenido la “doctrina del grupo familiar” y la “doctrina del parentesco y compadrazgo”, enfocada en sacar provecho de lo público a favor de esos grupos personas y jamás hemos visto las generaciones actuales, regirnos por una “doctrina nacional” o nacionalismo. De tal manera que es evidente nuestra falta de unidad y de nacionalismo y eso resulta más que evidente en que los poderes de gobierno luchan entre sí por una hegemonía a todas luces, cargada de injusticias y enfocada a poder y riqueza. Tengamos claro: los tres poderes del Estado tienen de mandato hacer y hacer cumplir las leyes y mandatos, en beneficio del desarrollo ciudadano. No lo hacen así. El pueblo está frito. Tenemos a los funcionarios por necesidad, pero no se ve cocinarse en su trabajo beneficio alguno, sino simplemente un cumplir funciones en socorro a los seres humanos que son parte de su rosca inmediata. Fácil de decir, pero difícil de demostrar y de asegurar en tales circunstancias, un actuar encaminado a ello, ¿razón? La organización y estructura para funcionar no lo permite. Hoy son fulanito y zutanito los que no funcionan, mañana serán los menganitos, pues la estructura lo permite; la estructura facilita el desarrollo de un reino personal basado en poder y riqueza, ¿será que de nuevo se han conformado unas Cortes basado en un actuar parcial? ¡Creo que sí! de nuevo observaremos actitudes y posturas de personas que imparten justicia, no basándose en cuestiones de valor, verdad e imparcialidad, sino en vínculos internos, cargados de intereses propios y de otras personas, alejados de verdades y justicia. El sistema la permite con amplitud y el ejecutivo está maniatado. Lo positivo es que aún no estamos achicharrados, aún queda un camino y ese lo conocemos todos.