Me impresionó el estado deplorable físico y mental de un amigo, cuya nieta de 18 años próxima a graduarse y luego de su fiesta de despedida falleció súbitamente. La causa: alcoholismo, por intoxicación (Cuando los niveles de alcohol en el cuerpo son muy altos, áreas esenciales del cerebro que controlan la respiración, el ritmo cardíaco y la temperatura corporal pueden dejar de funcionar, y causar la muerte) o por aspiración pulmonar (paso de material desde estómago a la faringe a la tráquea y los pulmones y neumonitis) lo cierto cuando indagó un poco más es que su nieta consumía alcohol desde los quince en las fiestas y reuniones con sus compañeras y compañeros, que iba más allá de lo social.
El alcohol sigue siendo la sustancia muy consumida entre los adolescentes, se estima que en algunos círculos llega a ser de hasta uno de cada tres y algunos experimentan peores resultados asociados con su consumo que otros, y las mujeres más que los hombres. Pero en general, todos los adolescentes consumidores, tienden a tener mayor riesgo de dependencia del alcohol, problemas legales, desafíos y fracasos académicos, violencia, muerte relacionada con el alcohol y trastornos de salud mental.
En nuestro medio –me decía mi amigo- nuestros nietos están expuestos a muchos anuncios de bebidas alcohólicas en redes y no redes, a eso se suma que una gran cantidad incluso de tiendas de barrio, les venden diferentes presentaciones de bebidas con alcohol, de fácil acceso hasta a niños y a diario pueden verse y saberse en barrios y en los medios, eventos traumáticos que acompañan a estas exposiciones.
No sabemos, pues se carece en nuestro medio de estadísticas fiables, la magnitud de tal adicción en adolescentes y de las consecuencias negativas para la salud física y mental, entre ellas, trastornos del estado de ánimo, trastornos depresivos mayores, ansiedad y trastorno de estrés postraumático y en la salud física presente y futura. Sin embargo, datos de otros países y sistemas de salud señalan que, un alto porcentaje de los bebedores adolescentes mayores de 12 años, padecen trastornos por su consumo y lo más triste del caso, un alto porcentaje de estos, no reciben tratamiento.
Se ha descubierto que la identidad (un factor culturalmente protector, definido como el concepto que tiene una persona de sí misma y sus percepciones sobre lo que significa ser parte de un grupo o determinada raza) puede ser una causa y a pesar de ello, los beneficios de reforzar la identidad están poco desarrollados dentro de los sistemas educativos y de salud y carecen de visibilidad adecuada en las programaciones de dichas instituciones, aunque es evidente que la responsabilidad de desafiar el problema, recae en todos los ciudadanos.
Se hace también necesario, estudiar e identificar el papel que están jugando factores de tipo social, psicológico y físico, en la magnitud del consumo de alcohol en los adolescentes y de encontrar los protectores y las actividades favorables que se asocien con la reducción de los factores determinantes en ese consumo.
Creo que tanto el área educativa como de salud que trabajan con adolescentes, deberían prestar más atención en brindar estrategias basadas en fortalezas que mejoren y fortifiquen la identidad y orgullo a los estudiantes, para mitigar el impacto negativo de la conciencia, en el consumo de alcohol entre los y las adolescentes.