En abril de 1961, el presidente Kennedy convocó a la prensa y pronunció un discurso con reflexiones que bien vale la pena considerar por todos los guatemaltecos, en estos momentos tan críticos porque atraviesa todo lo nacional. En ese discurso, Kennedy expresó:
Dijimos hace ya tiempo, que los peligros de ocultar excesivos hechos de importancia, eran injustificados, puesto que tenían mucho más peso los peligros que se utilizan para justificar ese secreto.
Hoy en día, no existe mucha oposición a la amenaza de sociedades ocultas y de sus restricciones arbitrarias. Aún hoy, hay poca seguridad de que sobreviva nuestra nación, si nuestros tradicionales valores no sobreviven consigo.
Existe un peligro muy grave de que se proclame necesario aumentar la seguridad, lo que será aprovechado por aquellos interesados en exagerar su importancia y con ella, los límites de la censura oficial y el encubrimiento.
Yo no lo permitiré mientras esté en mi mano que esto ocurra. Y ningún funcionario de mi administración, tanto si es de alto como de bajo rango, civil o militar. Que nadie interprete mis palabras aquí esta noche como una excusa para censurar las noticias, para suprimir la disensión, para encubrir nuestros errores o para coartar a la prensa o al público de los hechos que merecen saber.
Nos oponemos alrededor del mundo a una conspiración monolítica y despiadada que confía sobre todo en los medios secretos para expandir su esfera de influencia, en la infiltración en vez de la invasión, en la subversión en vez de las elecciones, en la intimidación en vez de en la elección libre, en las guerrillas de noche en vez de los ejércitos de día.
Es un sistema que ha reclutado a la Humanidad entera y los recursos materiales, dentro de un aparato sumamente eficiente que combina operaciones militares, diplomáticas, económicas, científicas y políticas. Sus preparativos se ocultan, no son publicados. Sus errores se esconden; no aparecen en las portadas. Sus disidentes son silenciados, no son alabados. Ningún gasto se cuestiona, ningún rumor se imprime, ningún secreto se revela.
Ningún presidente debería temer a la inspección pública de su programa de gobierno, porque de esa inspección llega la comprensión; y de la comprensión, llega el apoyo o la oposición. Y ambos son necesarios.
Yo no pido que sus periódicos apoyen a la Administración pero sí su ayuda en la enorme tarea de informar y poner sobre aviso al pueblo americano. Tengo la completa confianza en la respuesta y dedicación de nuestros ciudadanos, siempre y cuando ellos sean bien informados.
Yo no podría suprimir la controversia entre sus lectores: al contrario, le doy la bienvenida. Esta Administración piensa ser sincera en sus errores. Como un hombre sabio dijo una vez… “Un error no llega a ser error hasta que usted se niegue a corregirlo”. “Pensamos aceptar la completa responsabilidad por nuestros errores y esperamos que ustedes nos indiquen cuando no lo notemos”.
Sin el debate, sin la crítica, ninguna Administración y ningún país pueden triunfar y ninguna república puede sobrevivir. Es por ello que el legislador ateniense Solón, decretó que es un crimen para la ciudadanía no enterarse de las controversias políticas.
Y por eso, también nuestra libertad de prensa fue protegida expresamente por la Primera Enmienda. Es el único tipo de empresa expresamente protegida por la Constitución de los Estados Unidos, no para divertir y entretener, no para acentuar lo trivial y lo sentimental, no simplemente para dar al público “lo que quiere” sino para informar, despertar, reflejar, recalcar nuestros peligros y nuestras oportunidades, para indicar nuestras crisis y nuestras elecciones, para dirigir, moldear, educar y a veces enojar a la Opinión Pública.
Y significa, finalmente, que el gobierno, a todos los niveles, debe tener la obligación de proporcionar la información más completa posible por encima de los límites más estrechos de la seguridad nacional.