Múltiples y diversos son los partidos políticos que están en la contienda electoral. Ellos se presentan ante nosotros, como una realidad fragmentada de ambiciones que, para ser comprendidas e interpretadas, deben hacerse a la luz de sus intereses y de sus candidatos y eso no puede satisfacerse con la mera recopilación y descripción de lo que dicen y muestran ante la gente. Son más bien los datos sobre los distintos aspectos de su vida, el signo que nos debe llevar a realizar un esfuerzo de análisis, que consiste principalmente a nuestro parecer, en el intento de encontrar las conexiones de lo que han hecho durante su vida, con lo que dicen que van a hacer y que nos permite integrar y hacernos una concepción unitaria de si harán lo que dicen. Es este análisis el que nos puede revelar de lo que son capaces esos hombres tan distintos y tan distantes de nosotros, sino también lo que son sus ambiciones. Quiénes fueron, porqué vivieron, cómo vivieron y porqué crearon lo que crearon y hacia dónde quieren llegar y llevarnos.
Por tanto, la búsqueda del sentido de los partidos y los candidatos, de su forma peculiar de existencia, constituye la base, según creemos, de la posibilidad de comprenderlos; comprenderlos desde nosotros pues esto es inevitable, pero no imponiéndole los criterios de lo que nosotros somos, sino tratando de ver lo que ellos han hecho por la sociedad y la patria y lo que han cumplido de lo que mandan leyes y la Constitución. Esa es nuestra primera obligación como votantes; ese es el fundamento de nuestra participación electoral: seleccionar lo mejor para la Nación y mandato constitucional y legal.
En toda creación de un partido político, es un hecho que se hace expreso al modo de ser, de vivir y del comportamiento ético y moral de sus creadores. Un partido creado para despojar, tiene dirigentes desfalcadores, que es su manera de situarse ante el mundo social y político. Su concepción del universo político y de sí mismo, que es donde radica el sentido de lo que hace, es aprovecharse de lo ajeno y corromper. Por ello, para conocer la concepción del partido y sus candidatos, es necesario conocer su organización socioeconómica y política, sus conocimientos científicos, sus conceptos morales y religiosos, a la par de su evolución histórica política y social. Insisto: no es manera de realizar nuestra elección de partido y candidatos –aunque muchos y muchas veces lo hayamos hecho así– fundamentarla en lo que dicen expresamente sobre lo que harán y prometen y con base en esas expresiones –que generalmente van acompañadas de regalitos– tratar de definir cuál es la conciencia y el concepto que los mueve a participar en el proceso electoral y lo humano que fundamenta su actuar. Eso es engaña babosos. Tampoco se puede reducir la selección de partidos y candidatos, a instrumento de poder, sino que es esencial escudriñar la vivencia y actuación social y política que impregna y da sentido de vida al partido y candidatos. En otras palabras, hay que escudriñar lo que hombres y partidos han hecho y hacen y del dinamismo que pretende dar a la patria, en función de sus capacidades mostradas y no de sus decires y publicidad. “Por sus frutos los conoceréis”, de lo contrario, seguiremos andando a tientas.