Progresivamente, durante el siglo XXI, la disponibilidad de información de salud en línea ha aumentado. Con el crecimiento del uso de los móviles, la proporción de buscadores de información de salud que acceden fácilmente a la información en línea también ha crecido. De tal manera que, en la actualidad, todo el mundo sabe o aconseja utilizar Internet para obtener información sobre salud.
Todo el mundo significa que probablemente más de la mitad de enfermos o de sus familiares o amigos, adultos mayores de 18 años. El porcentaje por grupo de edad es bastante parejo, excepto para los más mayores que usan menos Internet, pero dentro de cada grupo de edad, las mujeres consultan para obtener información de salud con más frecuencia que los hombres y el porcentaje específico de edad más alto es el grupo de 25 a 34 años.
Realmente no sabemos con exactitud lo que nuestra gente consulta en Internet, pero una explicación plausible de este patrón es que lo utilizan padres jóvenes preocupados o curiosos por la salud de sus hijos. La preocupación por los niños probablemente esté grabada en nuestro cerebro. Si no lo tuviéramos, es posible que no hubiésemos sobrevivido como especie. Se estima también que el propósito de la mayoría de consultas, es la de recoger en pocos minutos información sobre a partir de signos y síntomas de un diagnóstico.
También para validar lo que un médico, un dependiente de farmacia, un amigo le están recetando. En general, para obtener un cierto nivel de credibilidad. El problema en esto está en cómo validar lo que leemos. A menos que consultemos con el médico, la duda persiste. A menos que científicos, comunicadores, personas influyentes y un sitio creíble asuman el proceso de acceso abierto completo, las 24 horas, todos los días, las fuentes en internet siempre serán dudosas.
La pandemia abrió espacios enormes para la información falsa o poco creíble. Somos testigos de una oleada de alarmistas que probablemente ya superan las buenas y veraces informaciones y eso es debido en parte a que la libertad de expresión en este campo, no está regulada por razones de seguridad que conduzcan a la veracidad, aunque hay dentro del mismo internet, páginas que validan o ayudan a validar la información. Por su parte, el internauta debe diferenciar si el motivo de su consulta es agregar a su base de conocimientos o satisfacer mi sentido de curiosidad.
En el primer caso, lo más indicado sobre un tema son las consultas a revista científicas que están en línea. Muchas personas creen todo lo que leen, esa es la parte mala de la información sacada de Internet y puede llevar a la desconfianza sino se consulta con el que sabe y conoce del tema. No lo que es fácil de leer es bueno. Finalmente, un consejo: no retrase su consulta al médico indagando sobre información, esto puede agravar su caso o puede malograr su tratamiento. Y hay un hecho positivo que no podemos olvidar: El acceso a la información en Internet, ha hecho posible que los pacientes se involucren más que nunca en su atención médica. Aunque la mayoría de nosotros no tenga una educación médica, podemos determinar preguntas inteligentes para hacerles a nuestros médicos cuando nos reunamos con ellos, esa es una buena forma de usar Internet.
También podemos encontrar otras personas con experiencias relevantes para manejar la enfermedad, lo que es de considerable valor, especialmente cuando la condición es rara y pocas personas la tienen y los tratamientos son difíciles. En esta dirección https://www.mlanet.org/resources/userguide.html usted puede encontrar una guía para buscar buena información.