Alfonso Mata
Desde que los primeros funcionarios españoles y luego la burguesía creyó descubrir y afianzó en su posición que el Estado le pertenecía, eso no ha concluido y más bien esa situación ha prevalecido hasta nuestros días y dibuja los remolinos políticos y sociales de nuestra historia; de una estela interminable de miserias e injusticias volviendo el espectáculo de nuestro historial nacional dramático cargado de tragedias y un avanzar calamitoso dando de nuestra sociedad una imagen de división en campos enemigos e irreconciliables que no ha permitido a la mayoría un avance y moverse de su sitio o permitiéndoselo apenas a unos cuantos.
Esos inmovilistas política y socialmente, a falta de pasión, de entusiasmo por y para algo; sin tener a su favor un sentido común de lo que les pertenece y luchar por ello, metidos en una rutina y un moverse dentro del menor esfuerzo, aunque si añorando y consumiéndose aún más, por tratar de vivir como ricos y cargados en cuanto hacen de pesimismo y hasta cierto punto olvidados de una auténtica moral de bienestar para todos, nada parece moverles a cambiar lo nacional y luchar por ese sueño democrático que solo escuchan como una campanada de tarde en tarde y más bien viven dentro de un conformismo insultante y un consumismo la mayoría de veces innecesario.
La experiencia ha fracasado hasta ahora, en sus esfuerzos por modificar los caracteres fundamentales que son origen y alimento de las condiciones y situaciones que alimentan el sufrimiento físico, mental y emocional, la violencia, el vicio, que renacen en mayor magnitud a través de las edades y de las generaciones. Incluso podemos decir que una dizque mayor libertad democrática, no ha hecho más que exacerbar esos males.
Querer cambiar no tiene otro camino que destruir el orden tradicional y es claro que ese cambio solo es posible con sacrificio, lágrimas y sangre que tarde o temprano se van a derramar pues de lo contrario, seguiremos navegando errantes dentro de la democracia y los derechos sin encontrar orilla, contando siempre la misma historia, inclinados sobre los mismos hechos y la oscuridad de la corrupción y las injusticias contemplándonos como procesión de sombras y para muchos recogiendo el mismo pasado de miseria y dolor.
Que el 2023 despierte en nosotros una mayor conciencia ciudadana, que es necesario colocar dentro de la ley, un ímpetu político y social hacia un mayor bienestar general, de la mayoría, a favor de un acceso a derechos y distribución justa de bienes y recursos. Que es necesario romper ese Estado que se ha mantenido inmóvil e irremediablemente fijo y al servicio a favor de pocos y los mismos, violando toda clase de mandatos y cometiendo toda clase de atropellos e injusticias.