Alfonso Mata

alfmata@hotmail.com

Médico y cirujano, con estudios de maestría en salud publica en Harvard University y de Nutrición y metabolismo en Instituto Nacional de la Nutrición “Salvador Zubirán” México. Docente en universidad: Mesoamericana, Rafael Landívar y profesor invitado en México y Costa Rica. Asesoría en Salud y Nutrición en: Guatemala, México, El Salvador, Nicaragua, Honduras, Costa Rica. Investigador asociado en INCAP, Instituto Nacional de la Nutrición Salvador Zubiran y CONRED. Autor de varios artículos y publicaciones relacionadas con el tema de salud y nutrición.

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Alfonso Mata

Creo que la Humanidad está evolucionando hacia una sociedad «sin fronteras», una sociedad sin Estados exclusivos, con una economía y finanzas mundiales, menos divisiones étnicas, religiosas, culturales. Pero estas cosas no se «arreglan» de la noche a la mañana. A la fecha, para llegar a eso, ninguna solución -fuera de una violenta- se ha planteado, ni contamos con algunos detalles al respecto.
La libertad es meramente un privilegio todavía extendido a unos pocos. Aún a pesar de tantos convenios y tratados mundiales, dista mucho a que todos la disfruten al igual que sus otros derechos compañeros: el derecho a la libertad de circulación y residencia dentro de las fronteras de cada estado y su gran sombrilla el derecho a salir de cualquier país, incluso del propio, a movilizarse por el mundo. Pero eso sin la libertad para todos, se vuelve imposible.
Entonces ¿qué pensar del problema de la migración? Los defensores de políticas nacionales de migración, como lo son los países más poderosos, sus medidas draconianas, son el resultado del fracaso de sus políticas de libertad, justicia y disfrute de derechos, y es indudable que en ellos, una reforma migratoria, implica reformas en el concepto y contenidos de libertad, justicia y derechos individuales y sociales. Los proyectos migratorios de ley de ningún país han tenido éxito y en lo único que son reales es en que sirven en un año electoral, siendo solo una fachada a una explotación de pocos a muchos. Falta aún mucho, para que una solución mundial al respecto, permita llegar a lo que, en mi opinión, es la solución mundial y que es que simplemente nos deshagamos de la frontera cuando se trata de personas.

Lo anterior solo será posible, cuando libertades y derechos sean realmente justos y universales, no de papel, sino en la realidad. Solo entonces ¿A quién le importará si hay alguien aquí sin papeles?. En un mundo trabajando con universalidad de derechos y libertades, para qué se necesitará papeles, si los derechos otorgados a los ciudadanos, son derechos universales y aplican a todos. Eso es lo correcto. Si pensamos que la gente en Guatemala u otro país, tiene derechos en todo el mundo, ¿cuál es el problema de tenerlos en su país, si quieren ir a otro por x o y razón? ¿Y los «privilegios»? Si estamos hablando de servicios mundiales proporcionados de conformidad con el pago de impuestos y tarifas, impuestos y tarifas que se espera que todos paguen (y por los cuales deberían obtener los beneficios), entonces demos esos servicios a todos en todo el mundo. Si trabajan tienen que pagar impuestos. Los inmigrantes pagan impuestos, por lo que también deberían obtener los beneficios. Deben incluir acceso a la salud, a la educación; a todo aquello denominado servicios y prestaciones, necesario para llevarse bien con la gente y tener éxito en la vida.
No hay otra solución: libertad para todos, igualdad de derechos, justicia con equidad. Es lo único que haría de la frontera territorial, una línea artificial en el mapa mundial, en lo que respecta a los humanos. El esfuerzo debe hacerse en todos los frentes del bienestar humano. Pero mientras las dinámicas económicas y sociales no sean justas, y tengan enfoques diferentes, manejados al interés de grupos privilegiados dentro de las sociedades, la migración seguirá siendo un fenómeno de ir, de donde menos oportunidad hay, a donde más la haya.

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