Alfonso Mata

alfmata@hotmail.com

Médico y cirujano, con estudios de maestría en salud publica en Harvard University y de Nutrición y metabolismo en Instituto Nacional de la Nutrición “Salvador Zubirán” México. Docente en universidad: Mesoamericana, Rafael Landívar y profesor invitado en México y Costa Rica. Asesoría en Salud y Nutrición en: Guatemala, México, El Salvador, Nicaragua, Honduras, Costa Rica. Investigador asociado en INCAP, Instituto Nacional de la Nutrición Salvador Zubiran y CONRED. Autor de varios artículos y publicaciones relacionadas con el tema de salud y nutrición.

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Alfonso Mata

Cuando veo la realidad que me está tocando vivir, lejos de escandalizarme se llena mi cabeza de preguntas y cosa curiosa, la mayoría aun sin respuesta correcta.

Hace algunos años, William Byers, me provocó turbación. Él decía refiriéndose a su campo de trabajo, las matemáticas que: El mito más generalizado sobre las matemáticas es que la estructura lógica que el rigüe es definitiva, que la lógica captura la esencia del tema y la posición alternativa de muchos matemáticos cuando se les pide que justifiquen es: «Solo demuestro teoremas». Leí esto y mi primera reacción fue de sorpresa porque ello se aplicaba a como nos comportamos. La sorpresa venía a que me considero un «buscador» y por eso estoy interesado en la investigación. Pero también me interesa comprender, y no veo esas cosas como opuestas, aunque es claro que investigar y comprender son diferentes y mueven partes de nuestro cerebro diferentes. Bajo tal razonar, llego a la conclusión de que quiero saber cómo funciona el mundo social y el político y entender su producto: Personas sanas y enfermas, justas e injustas, benévolas y malignas.

¿Soluciones? hace tiempo sé que no las tengo en las manos, ni las busco poseer, aunque creo ser una persona altruista y que lo que hago y he hecho, en cierta medida hace del mundo un lugar mejor para todos. Eso dirige mi curiosidad hasta cierto punto hacia lo social y lo político, hacia sus efectos. Sin embargo, si soy honesto conmigo mismo (y como probablemente a menudo no somos del todo honestos con uno mismo), diría que el motivador más fuerte que tengo es conocer los principios básicos del mundo HUMANO que resulta del choque -pues así lo percibo- entre lo POLITICO-SOCIAL ya que a diario me topo con seres contradictorios: buenos malos, sanos enfermos y entonces mi curiosidad también orienta mi mente hacia cómo funciona el mecanismo político-social para tal creación y en ello asumo que los principios de esos mecanismos son conocibles, regulables y reguladores y que la ciencia es la manera de buscarlos y conocerlos.

Nada de eso suena incompatible con el objetivo de «comprensión» del matemático dirán ustedes, pero hay un elemento adicional que es crucial y va más allá de esa rigidez matemática. «Comprensión» es algo que tiene un individuo: es subjetivo. Es un concepto resbaladizo que al producir una explicación que nos satisface de alguna manera nos place, pase sobre lo que pase. Pero si algo va a ser científico, producto de la investigación, entonces debe ser intersubjetivo. Por eso los conceptos religiosos o sobrenaturales no son ciencia, no se pueden mostrar de manera que todos los vean, sino que dependen del conocimiento individual y subjetivo. La pregunta que tengo como buscador no es solo atender la capacidad de prueba y la falsabilidad que implican política y sociedad en la creación de personas, lo es también: la capacidad de hacer que la evidencia esté disponible para todos y cada uno. Por eso escribo, para darle una evidencia al que me lea que debe contrastar con la suya. Por eso leo: para poner una evidencia que contraste con la mía.

La ciencia es una empresa social, no solitaria; incluso si algunos de nosotros la llevamos a cabo de manera solitaria con nuestras computadoras o papel y lápiz. Bastante ambiciosa dirán algunos, pero, ¿de qué otra manera podría entenderme y entender sino es compartiendo? Y a ello se suma algo más. El decir de la ciencia es, en cierto sentido, temporal. En algún momento vendrá una revisión que arrasará con lo que en el pasado se consideraba verdadero. ¡Eso no importa! La capacidad de construir algo disponible para el hoy y los de hoy, siempre es un reto y es eso en lo que estamos fallando. Todos nos evitamos a nosotros mismos y somos negligentes ante el prójimo. Buscar y entender lo vemos como imposible y no lo usamos debidamente. Incluso cuando pensamos que estamos siendo honestos con nosotros mismos. Es necesario el cambio y apuntar a ello y no acaparar con el fin de poseer. Eso enajena mente espíritu y corazón.

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