Alfonso Mata
Creo que ni políticos ni pueblo entendemos que, en cuestiones relativas a gobernar, sea esto en cuestiones públicas o privadas, los medios empleados cómo los objetivos perseguidos resultan importantes y cuando lo uno y lo otro es mal ejecutado, conduce a un poder sin control que causa desgarros en la red social y ambiental e imposibilita tejer la red de la Democracia.
Al momento, en Guatemala uno encuentra que sus instituciones están totalmente amañadas en cuanto al uso de fuerzas de todo tipo qué, con lucidez y una capacidad ajena a un orden, rompiendo con toda normativa y ejerciendo un poder absoluto, han tergiversado medios y fines del hacer de toda la maquinaria institucional (USAC, IGSS, MP, MINEDUC, CSJ, CC.) Todas ellas alineadas y con poder sin control alguno para actuar en la forma correcta de su razón de ser y todo ello produciéndose a vista de una población sin acción para contener tales desmanes o cuánto menor mitigar el inevitable daño; más bien, muchos aprendiendo de ese modelo para participar del botín.
El caso de la USAC en ese sentido, resulta patético. Miles de estudiantes y cientos de catedráticos, ante una postura injusta y ambiciones ajenas a los ideales universitarios que manifiestan sus autoridades y muchos de sus líderes, optan por la posición de no hacer nada contra la actitud desdeñosa y despreciable de un Consejo Superior Universitario que en alianzas turbias con el gobierno, no solo daña la autonomía universitaria sino toda la responsabilidad docente, científica y la misión formativa dinámica e independiente libre de interferencias de ventajas ilícitas e ideológicas partidistas y de fines injustos y de ambiciones ajenas al hacer universitario, generando ejemplo nefasto para la juventud. De tal manera que juventud y docentes, dejan al azar la preocupación universitaria de bienestar general y responsabilidad frente a la sociedad a la cual la Universidad debe servir y de la cual recibe recursos humanos y financieros. Estudiantes y profesores han dejado a un lado la responsabilidad de actuar digno. Y ante esa terrible postura de irresponsabilidad y resignación me pregunto ¿qué cabe esperar en un futuro de un estudiante así formado y de lo que se le enseña? ¿Para qué una universidad que incluso es incapaz de formar postura de vida ante los combates de impostura e injusticias que se libra en su propia casa? Y no hablo de puntos de vista irreconciliables, sino de rompimiento de valores y posturas que atentan contra los ideales universitarios y que por lo tanto la lucha universitaria no se trata de defender posturas ideológicas, implica la obligación de tomar iniciativas propias dentro de un espíritu constructivo de medios y fines, encaminados a satisfacer exigencias urgentes de solución a una problemática nacional, que parte de la formación de profesionales con la capacidad científica y la autoridad moral verdaderamente integral y nacional.
El orden de la justicia el derecho dentro de la universidad debe ir más allá de posición política alguna. Pero su silencio ante un estado de cosas que afecta sus medios y sus fines, va a la destrucción de su identidad y el no actuar, abre interrogantes sobre una sociedad arbitraria tolerante y desafiante no regida ni por la justicia ni por la libertad y la equidad e impide plantearse la identidad de la USAC para con su pueblo y sus gobernantes. Una USAC así, no tiene plaza ni en uno ni el otro lado: ni en el estado, ni en la sociedad, se trasforma en un medio político para fines personales y privilegios grupales