Alfonso Mata
Como he mencionado en opiniones anteriores y lo sostengo, en nuestra nación no es fácil toparnos con expertos. Somos seres repetitivos; repetimos lo mismo una y otra vez, pues no somos capaces de ver nada nuevo bajo el sol y cuando circunstancias políticas y sociales nos exigen actuar, carecemos de la maquinaria mental y emocional necesaria para ello; para luchar por lograr un espacio social y Estatal de democracia y por supuesto, no se produce cambio alguno en instituciones y sociedad más que de personas no de comportarse y actuar. A los hombres de negocios, no les interesa quién vive o quién muere, es quién paga y a quién le saco la plata; al funcionario donde beneficiarse no a quién atender o proteger; al agricultor y productor la ganancia no a quién jode. Y ante ese panorama, es claro que somos una nación a la que no interesa ni la solidaridad, ni mucho menos luchar por cambio alguno. Por lo tanto, no existe en nuestro corazón una patria, una nación, un conciudadano: existe una selección de fut. De siempre hemos vivido bajo un sálvese quien pueda y todo vale en ello.
Ante los acontecimientos políticos del momento y el silencio ciudadano, no cuesta entender que vivimos más dentro realidades e ilusiones ajenas, que de construir la propia. Hacemos historia regidos por lo que dictan y mandan hacer otros y en medio de ello, cuesta descifrar qué es el alma ciudadana; alma en estos momentos de comportar indiferente ante el acontecer nacional, superficial y materialista en lo que vive y anhela; alma adormecida a lo que sucede fuera de su cuerpo, contemplativa, en vez de ser propositiva, incapaz de luchar por algo mejor para todos. Con ello no intento ni aprobar ni desaprobar, simplemente mostrar que la situación caótica de nuestra sociedad, la usurpación del Estado que tenemos, no es producto de la casualidad o mala surte, es producto de esa vida hipnotizada que cubre a nuestras generaciones, con la creencia de que lo mejor es vivir arropado por un estilo individualizado que responda a placeres y satisfactores materiales del momento y hacia la cual la mayoría dirige su realización y esfuerzo, mientras su mente permanece adormecida ante la tragedia política, social y ambiental, que agudiza y crece ante su vista, bajo la falsa esperanza de que la naturaleza o Dios resolverán.
Entendemos lo político y social, con la creencia de que es ley natural el desarrollo progresivo de la naturaleza y del hombre hacia un orden y progreso mejor y para todos, aun cuando los testimonios históricos muestran todo lo contrario y nos es de costumbre aceptada, el vivir en medio de resignación y de incapacidad de actuar. No actuamos, no movemos cuerpo y menos espíritu, para terminar con un estado corrupto y nos acostamos y nos levantamos, seguros que son “los Otros” los que deben transformar y en medio de ello, culpamos a comanches y cachurecos, izquierdistas y derechistas, políticos y gobiernos extranjeros, de nuestra realidad queriendo de ese modo tapar con un dedo nuestra indiferencia y culpabilidad. El sistema social y político ha creado ciudadanos de constitución escéptica, tolerante y desnaturalizada hacia él y lo del Otro.