Alfonso Mata

alfmata@hotmail.com

Médico y cirujano, con estudios de maestría en salud publica en Harvard University y de Nutrición y metabolismo en Instituto Nacional de la Nutrición “Salvador Zubirán” México. Docente en universidad: Mesoamericana, Rafael Landívar y profesor invitado en México y Costa Rica. Asesoría en Salud y Nutrición en: Guatemala, México, El Salvador, Nicaragua, Honduras, Costa Rica. Investigador asociado en INCAP, Instituto Nacional de la Nutrición Salvador Zubiran y CONRED. Autor de varios artículos y publicaciones relacionadas con el tema de salud y nutrición.

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Alfonso Mata

Todo inicio de lucha humana, suele ser lento, difícil, lleno de obstáculos que vencer y de estos, ninguno tan difícil como la cultura. En menos de tres años, la humanidad se ha visto envuelta en una lucha mundial espectacular, de dimensiones internacionales con efecto negativo de todo tipo: ambiental, político, social y financiero, que ha impactado en todos, aunque en diferente magnitud. Todo ello, producto de una  pandemia causada por un nuevo virus, que puso a prueba nuestra capacidad de comprensión y trabajo conjunto, mostrándonos nuestras fortalezas y debilidades políticas, financieras, científicas y sociales.

Pero ha sido más lo bueno que lo malo salido de ello; al punto de que, en menos de tres meses, ya habíamos identificado al nuevo virus y sus características y se empezaba a elaborar una vacuna. En ese mismo lapso de tiempo y en diferente forma y calidad, los países del mundo pusieron en marcha preparativos sociales y sanitarios, para contener una posible difusión y daño del virus en sus territorios. Al cabo de seis meses, prácticamente todos los países luchaban por contener su transmisión y atendían a las miles de personas dañadas por su patogenicidad y monitoreaban su morbi mortalidad, en aras de amortiguar daños, sumándole a la lucha sanitaria, medidas de contención de daño social y económico en las clases menos privilegiadas. Todo lo anterior sucedió con niveles de éxito diferente en los distintos países, pero constituyó un triunfo mundial. Al cabo de quince meses de iniciada la pandemia, la ciencia, y la industria, como caso único en la historia de la medicina, ponían a disposición de la humanidad una vacuna para detener sus daños y controlar su transmisión, como también lo fue, a menos de meses de iniciado el brote de pandemia, poder contar con pruebas de alto rendimiento y precisión para detectar el virus, controlar brotes poblacionales y asegurar atención clínica a pacientes con cuadros más severos de enfermedad, en aras de quitarle de las manos a la muerte casos.

Todo lo anterior no hubiera sido posible, en todos los países el daño hubiera sido mayor, de no haberse logrado contar con políticas y planes de preparación previos internacionales y nacionales y una actitud internacional ante la pandemia, que generó una serie de coordinaciones e interrelaciones político financieras científicas estrechas e interdependientes, mundiales y nacionales, que obligaron a soldarse a gobiernos y sus instituciones y sociedad y sus organizaciones, a una causa común, evaporando fronteras de grupos, sociedades y gobiernos.

No podemos negar que los alcances de la lucha en las naciones, ha sido una experiencia de magnitudes diversas en cuanto a éxitos y fracasos; pero en sus limitaciones, un común denominador en todas ellas, es un sistema sanitario de inequidades en atención y acceso a la salud para sus poblaciones. Mal financiamiento nacional en salud. Debilidades en planificación y ejecución tanto en atención médica como sanitaria y una inversión pobre económica, técnica y científica, con carencia de enfoque multidisciplinario, que demanda una suficiente y eficiente atención de la problemática de salud nacional y mundial equitativa y justa. Las Naciones están aún llenas de contradicciones y problemas sobre salud y enfermedad que habrá que aclarar y que no permitieron que se diera el éxito deseado contra la pandemia, que está próxima a concluir.

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