Alfonso Mata
Es de sabios desde siempre, que sin justicia no hay fe, ni siquiera en uno, mucho menos hacia los otros y de los otros hacia uno. Y sin fe, toda esperanza se torna vana y desvanece.
Un año termina y otro empieza. En ambos predícase y predícese una libertad para el qué mal hizo y persecución para el qué lo bueno quiere hacer. Y ante ese escenario ¿Qué ánimo tranquilo puede tener el que ve cómo sus autoridades hacen y cometen faltas, soportando su malévolo actuar en nombre de Cristo y viendo como con regocijo, destapan toda serie de maldades e injusticias contra el pueblo? ¿Qué ánimo tranquilo, solidario y beneplácito puede haber, en el que ve cómo el médico ante el enfermo dice “no hay medicamento” y por otro lado, ve llenarse las arcas de funcionarios que sobrevaloran precios y cobran coimas? ¿Qué Esperanza puede haber de un pueblo, que ante lo que hacen sus autoridades a diario, ve dentro de sus filas a algunos exclamar “Eso es bueno”, dado que el mal derrama sobre ellos parte de beneficios?
Un nuevo fiscal, un nuevo jefe del Ministerio Público (MP), de la Contraloría General de Cuentas (CGC) y Procuraduría de los Derechos Humanos se nombrarán; todos puestos claves para que un país se rija con justicia. Pero, a cómo se maneja la llegada a esos puestos, poco cabe esperar sean ocupados por gente honesta y justa, ya que con la forma de elegirlos que tenemos, su nominación va dirigida con la misma intención: provecho para los que hierran y agrado al que paga por privilegios y favores sean lícitos o ilícitos. Perdón, pero esperar que aquel que persigue poder y riqueza predique ahora justicia y equidad, es sencillamente pecar de ingenuo. El que persigue ambición de riqueza y poder, no viene a crear o a dar cumplimiento a la ley sino a destruirla y pisotearla y antes de estar en nuevo puesto, ya traen borrado de mente y corazón, abogar por la verdad y la justicia, y el pueblo tampoco tendrá la benévola intención de encararlos, cuando eso le acarrea dolor y sufrimiento.
Así que cabe esperar dirigentes en esos puestos, desbaratamiento de la justicia, alejamiento de verdades, amparados en la mentira, deshonestidad y oportunismo. Lo mismo de lo mismo en manos de otros o de los mismo, eso no importa. Y ante ese hecho, no cabe pedir Fe a un pueblo y de cumplimiento y responsabilidad. Ninguna de las nuevas autoridades que tendremos y que tienen que ver con la justicia, vienen a darle cumplimiento a la ley o a establecer justicia, sino a quebrantarlas. Es la única forma de ejercer poder de los que cortan la fe e impiden la esperanza de los pueblos. Bien vale de analogía lo dicho de la medicina por Du Bos: «Para comportarse bien con los sanos, el enfermo necesita ser un santo; para comprender al enfermo, un sano necesita ser un genio». No tenemos de lo uno ni de lo otro.