Alfonso Mata
La incertidumbre y la ansiedad son condiciones que se disparan cada final de año, y más, cuando se deambula dentro de la certeza de que poco o nada de lo social y lo político cambiará en nuestra Nación. Ni oportunidad ni desafío de ello está a nuestro alcance, y en esto si estamos de acuerdo todos.
Lo político sin duda alguna es vital para abrir una vía de Progreso nacional para los de arriba y para los de abajo y eso va más allá de documentación, informes, denuncias y debates que a diario se hacen y conocen. Lo único político que vale la pena es el acto que pone cara a cara necesidades con recursos y que soluciona, lo demás: puras mentiras y trampas.
Lamentablemente y como es rutina ya, los presupuestos nacionales 2022 fueron aprobados para beneficiar a pocos y los sobrantes para la mayoría. Lamentablemente esto a lo que lleva es a mayor malestar y deterioro en: salud, educación, alimentación, desempleo, que se ve reforzado con una ejecución sin transparencia, que desemboca en la agudización de la situación nacional económica social y personal.
Desgraciadamente ni los cabecillas políticos ni los empresariales (carecemos de líderes en ambos) han podido convencerse de la trágica de la situación y sus consecuencias. Tampoco existe ni se ve espacio para que se produzca un debate y discusión serio al respecto, ni quien pueda promoverlo. Seguiremos entonces presenciando afirmaciones y cambios turbulentos de corrupción, que seguirán vaciando arcas y dañando la inteligencia humana.
Ante el panorama tan desalentador que he expuesto, cabe sumar la persistencia de desunión social que se manifiesta en una lucha de cada quien por su lado, en lugar de ir en pos de una transformación nacional. No me cabe duda, que vivimos tras el amparo de un proceso social de resignación, sin converger hacia el desarrollo de nuevas actitudes que nos permitan ser protagonistas de nuevas dinámicas y reglas de juego pues, en lo político, no existe infraestructura ni partidos para que se dé una participación democrática, encaminada al éxito o al menos a su inicio en lo económico y lo social.
Se viene un 2022 cargado de promesas y estoy convencido que ninguna será de fiar, pues vienen de la mismas personas; de un discurso basado en la mentira y la hipocresía, que busca saciar ambiciones. Decididamente nuestra política es un proceso que encamina no a escoger sino a imponer. No es cuestión de hacer por la cosa pública sino de devorarla. Nos seguirán devorando. Pues nuestra fe está consolida en creer con firme franqueza y casi certeza, las cosas que no son razonables, o si lo son, creerlas con más resolución que no persuadan a la razón y dejando que los políticos echen andar con obstinación en lo que creen y avancen por camino intrépido y decidido, despreciando dificultades y peligros, y poniéndose a soportar cada dificultad, logrando lo que han perseguido y pretendido con obstinación. Los tiempos y circunstancias apuntan para lo mismo.