Alfonso Mata

alfmata@hotmail.com

Médico y cirujano, con estudios de maestría en salud publica en Harvard University y de Nutrición y metabolismo en Instituto Nacional de la Nutrición “Salvador Zubirán” México. Docente en universidad: Mesoamericana, Rafael Landívar y profesor invitado en México y Costa Rica. Asesoría en Salud y Nutrición en: Guatemala, México, El Salvador, Nicaragua, Honduras, Costa Rica. Investigador asociado en INCAP, Instituto Nacional de la Nutrición Salvador Zubiran y CONRED. Autor de varios artículos y publicaciones relacionadas con el tema de salud y nutrición.

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Alfonso Mata

La salud maternoinfantil sigue siendo área de preocupación en nuestro país. Sin embargo, es muy probable que en estos dos últimos años, los esfuerzos por mejorar las tasas de mortalidad y morbilidad se volvieran más azarosos y fragmentados, se estancaron. Es muy probable también que la historia epidemiológica favorable que se traía se haya detenido.

En los últimos cincuenta años, se han producido cambios notables en la salud maternoinfantil, la mayoría de los cuales se puede demostrar que en parte se deben a una mejor atención materno infantil y a programas sanitarios y nutricionales que llegaron a las poblaciones. Pero ahora se hace muy importante, tener clara visión de lo que está sucediendo en el binomio madre-niño, pues los hallazgos de ello, deben ayudar a los grupos estatales y locales a tomar las medidas adecuadas para mejorar el cuidado de los niños y las mujeres embarazadas.

También ha habido defectos y deficiencias en los programas materno infantiles que deben corregirse. El verdadero reto en estos momentos debería ser identificar lo antes posible a las familias y los niños que tienen condiciones de riesgo y asegurar la provisión de servicios médicos, sociales, nutricionales y de rehabilitación adecuados para los niños menores de 18 años (solo tenemos hasta cinco años). Esto no se hace de la manera adecuada y más trabaja el sistema de salud por demanda de daño.

Otro defecto de los programas es que no incorporan, debiendo hacerlo, acciones para niños discapacitados ni salud mental. La violencia doméstica y social, es un problema que cada día azota más a la población. Programas y proyectos de salud mental para niños y jóvenes deben implementarse. Además, tampoco avanzó y se consolidaron las clínicas de salud sexual y reproductiva y actividades de detección, diagnóstico y tratamiento tempranos y periódicos en este campo de la salud. Pese a la necesidad, una subvención al Sistema de Salud para mejorar el resultado del embarazo para reducir la incidencia de muertes maternas, perinatales e infantiles no se realiza de la manera adecuada.

Finalmente, el Sistema Nacional de Salud sigue fallando en la regionalización de una salud integral; las vinculaciones de los centros de atención primaria con CAP y CAIMI y los hospitales de atención de nivel II y I, sigue siendo defectuoso. No se ha desarrollado un sistema de educación de extensión profesional entre los niveles de atención coordinado e integral. El programa materno infantil debe enfatizar más en la educación en el campo de la atención obstétrica y del recién nacido y cada etapa del desarrollo del niño.
Debemos estar conscientes que han concluido los primeros cincuenta años de salud maternoinfantil, se han obtenido éxitos epidemiológicos en salud materno infantil en el campo de la nutrición e infección, pero han surgido otros problemas y estamos entrando en los segundos cincuenta sin un plan adecuado. Debemos mirar con preocupación que ni los presupuestos ni los planes del MSPAS contemplan nada al respecto. Pero, no podemos descansar en este momento, debemos continuar mejorando las perspectivas de nuestras madres y nuestra niñez.

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