Alfonso Mata
En opiniones anteriores, externé que en estos momentos el problema de control de la pandemia dependía de procesos de decisión y control, qué tiene que ver con el acoplamiento entre lo político y lo social, para producir: recursos, credibilidad, confianza y solidaridad, para activar y cumplir con lo sugerido por la ciencia para finalizar con la pandemia.
Debemos entender, que una cosa es la comprensión de la mecánica del covid-19 y de qué hay que hacer para contener su propagación, campo eminentemente científico y otra la integración de lo político con lo social para su combate. En estos momentos tropezamos con que la forma de interacción de nuestra organización social y política, no permite el desarrollo de una actividad de lucha anticovid exitosa, a menos de que se produzca una reforma. Tenemos que partir de que nuestra organización social no es homogénea, ni se rige bajo parámetros de igualdad y equidad y es jerárquica en cuanto a acceso a derechos y recursos para el desarrollo de potenciales humanos, produciendo grupos con diferente capacidad de disponibilidad y acceso a medidas para su existencia diaria, que interfiere con el cumplir o solicitado por los expertos para luchar contra el coronavirus. Por otro lado, existe un estado cuya legitimidad descansa en privilegios e injusticias, cuyos beneficios favorecen solo a ciertos grupos y no tiene estructura propicia para actuar como instrumento de control y ejecución en la lucha anticovid, desentendiéndose de su responsabilidad en el problema pandémico.
Dentro de esa visión pesimista si se quiere, corresponde trabajar las normas dictadas por los expertos, implementar las medidas e intentar correlacionar responsabilidades gobierno y sociedad en el combate covid. Pero ya en el plano realista, no basta decir a la ciudadanía que debe cumplir y asumir que ya todo está resuelto, cuando eso puede dañar a muchos su vida, de por sí ya precaria en todo sentido. Darle funcionalidad a las medidas sugeridas por los expertos, significa de parte del gobierno cambio de enfoque económico e institucional, establecer medidas económico-sociales que ayuden a comprender y aceptar a la población en mejor forma las recomendaciones y a la par a evitar con ello un aumento de todo tipo de pobreza (económica laboral, salud, educación etc.). Sin lograr eso, resulta perjudicial para una gran mayoría, acatar las recomendaciones de los expertos.
Pero también un cambio de prioridades policías y sociales se vuelve necesario. A manera de ejemplo, uno puede preguntarse: ¿por qué la vacunación no se priorizó y prioriza entre la población más pobre, la más susceptible a riesgos y consecuencias de todo tipo de parte del virus y su enfermedad?; ¿Por qué el estudiante universitario (como parte de su formación académica y profesional) no se ha usado como recurso en el combate a la pandemia (por supuesto debidamente protegido) ya que no solo posee la capacidad formativa y funcional para apoyar las actividades recomendadas, sino que posee enlaces relaciones e influencias que pueden facilitar su trabajo?.
Insisto: bajo las relaciones gobierno-sociedad actuales, no es posible montar con éxito las recomendaciones de los expertos, sin de nuevo, como se dice, joder al pueblo y que este se haga la brocha.