Marcelo Velázquez

Marcelo Velázquez – Socio Director de la empresa Energy for Sustainable Development (eSD)
Marcelo Velázquez, de profesión economista, es consultor internacional especialista en transición energética y desarrollo de bioenergías, fue representante de Bolivia ante la Junta Ejecutiva y el Consejo Técnico Económico del Foro de Países Exportadores de Gas, exmiembro del Directorio de la empresa estatal boliviana de gas y petróleo YPFB, ex-Director en el Ministerio de Hidrocarburos y Energías, fue analista senior en la Unidad de Análisis de Políticas Sociales y Económicas y docente de la carrera de Economía en la Universidad Privada Boliviana.

 

Guatemala destaca en Latinoamérica por su marco jurídico y normativas técnicas claras para la mezcla de alcohol carburante con gasolina, las cuales rescatan experiencias y buenas prácticas de programas implementados en más de 60 países. Sin embargo, la reciente aprobación del Acuerdo Gubernativo 101-2024, que posterga el mandato de mezcla de alcohol carburante hasta enero de 2026 en lugar del próximo año, resulta desafortunada y preocupante.

Esta postergación implica un retroceso en la adopción de energías más limpias y sostenibles, impactando la imagen positiva de Guatemala ante el mundo en términos de resiliencia climática. Además, priva al país de numerosos beneficios en salud y economía.

La implementación inmediata del mandato de mezcla del 10% de alcohol carburante con gasolina en 2025 reduciría significativamente la importación de aditivos fósiles, que contienen manganeso y otros componentes con riesgos científicamente comprobados para la salud humana. Según el Acuerdo Ministerial 281-2023, Guatemala permite el porcentaje más elevado de manganeso de la región en la especificación de calidad de sus gasolinas.

Adicionalmente, el alcohol carburante podría representar una reducción de costos asociados a la importación de gasolina, protegiendo las divisas y la cuenta corriente de la balanza de pagos. En un contexto de volatilidad en los precios internacionales del petróleo, la producción de alcohol carburante podría ofrecer mayor estabilidad en precios, conforme establece la reglamentación técnica. La inacción en este ámbito podría aumentar la volatilidad de sus gastos en importaciones sujetos a las fluctuaciones del mercado internacional.

Otro beneficio importante es la reducción de emisiones de gases contaminantes. Según el “Reporte Mundial de Calidad del Aire 2023” de IQAir, Guatemala excede entre 3 a 5 veces la recomendación de la Organización Mundial de la Salud en cuanto a material particulado (PM2.5) en el aire. A nivel mundial, se demostró científicamente que el alcohol carburante contribuye a mejorar significativamente la calidad del aire, reduciendo gases contaminantes como CO, HC, NOx, CO2, PM10, PM2.5, bencenos y aromáticos, entre otros.

La producción local de alcohol carburante también dinamiza la economía y genera inversiones significativas en áreas rurales e industriales. Las inversiones necesarias para la logística de mezcla con la gasolina son menores, y en muchos casos nulas, como sucedió en varios países que incorporaron un mandato de mezcla. En un contexto en que el mundo busca incrementar su resiliencia climática, los biocombustibles como el alcohol carburante son una opción viable y urgente para descarbonizar el sector transporte. La experiencia en Bolivia, y en la gran mayoría, muestra que el mandato de mezcla no requiere modificaciones significativas en estaciones de servicio ni en automotores. Las estaciones de servicio poseen equipos estándar utilizados en Norte y Sudamérica, donde la mezcla del 10% es común e incluso superada hace muchos años hasta alcanzar, hoy por hoy, mezclas iguales o superiores al 25%, y las compañías distribuidoras de combustibles en Guatemala tienen décadas de experiencia en países con políticas similares.

Postergar el mandato de mezcla no solo ignora una oportunidad económica, sino que también mantiene en riesgo la salud humana e internacionalmente retrasa a Guatemala en el cumplimiento de sus compromisos bajo el Acuerdo de París ante las Naciones Unidas. La Contribución Nacionalmente Determinada (NDC) de Guatemala especifica como medida de mitigación la sustitución de combustibles fósiles por biocombustibles, con una mezcla del 10% de etanol con la gasolina. Es crucial no dejar en “modo espera” la implementación del mandato de mezcla hasta 2026, especialmente si la postergación se debe a situaciones subsanables a corto plazo.