Aunque en la actualidad poco se comenta de ello, en 2010 inició en Túnez un movimiento que, cual efecto dominó, se expandió rápidamente por otras naciones del área. Una serie de manifestaciones populares en favor de la democracia y de los derechos sociales que llegó a conocerse como una suerte de “Primavera” (2010-2013, aproximadamente), un despertar ―a decir de muchos―, tanto por sus consecuencias socio-políticas y económicas como por el significado simbólico en el marco de la participación ciudadana que supuso.

En América Latina, particularmente en países como Guatemala, aunque con ciertos matices diferenciadores y a menor escala, también se han dado episodios cuyos alcances han sido visibles a pesar de la poca contundencia en los cambios estructurales y de fondo que probablemente se esperaban, ello, en virtud de que, en algunos casos, los procesos aún se encuentran en marcha.

Tanto en uno como en otro caso, el uso de las redes sociales ―el Internet en términos generales― ha jugado un papel sumamente trascendental, a pesar de que para algunos estudiosos que tienden a minimizar tal trascendencia, su papel no significa más que un cambio en los medios de comunicación, mismo que podría catalogarse, según esa apreciación, como un simple resultado natural producto de la modernización tecnológica en el devenir que ha caracterizado la existencia humana a través de la historia.

Sin embargo, en el marco del ejercicio democrático en las sociedades actuales, los hechos indican lo contrario: el uso de redes sociales como medio para realizar convocatorias y para transmitir información en tiempo real, por ejemplo, es un hecho que sin duda ha contribuido a modificar de manera considerable la forma de percibir la democracia y, por consiguiente, la forma en que el ciudadano puede convertirse en parte activa de los procesos de cambio. Y eso no es un simple devenir de la historia.

Por otro lado, el debate que ha generado el uso indebido de información personal en la posible manipulación de datos obtenidos, sea  legal sea ilegalmente, tanto de redes sociales como de otros sitios de Internet que podrían beneficiar o perjudicar intereses particulares específicos ―verbigracia: campañas electorales―, también se constituye en una arista que no puede ―ni debiera― pasarse por alto en este tema que cobra particular trascendencia en la actualidad. La magnitud de los efectos que ello puede llegar a producir en un momento dado, es algo sencillamente incalculable.

Adolfo Mazariegos

Politólogo y escritor, con estudios de posgrado en Gestión Pública. Actualmente catedrático en la Escuela de Ciencia Política de la Universidad de San Carlos de Guatemala y consultor independiente en temas de formación política y ciudadana, problemática social y migrantes. Autor de varias obras, tanto en el género de la narrativa como en el marco de las ciencias sociales.

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