Adolfo Mazariegos

Politólogo y escritor, con estudios de posgrado en Gestión Pública. Actualmente catedrático en la Escuela de Ciencia Política de la Universidad de San Carlos de Guatemala y consultor independiente en temas de formación política y ciudadana, problemática social y migrantes. Autor de varias obras, tanto en el género de la narrativa como en el marco de las ciencias sociales.

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En una reunión académica en la que tuve ocasión de estar presente durante el pasado fin de semana (y de lo cual estoy profundamente agradecido, por razones personales), tuve la oportunidad de reflexionar brevemente acerca del iuspositivismo en el marco del ejercicio de derechos fundamentales, exposición a la que los presentes (en particular el Doctor Mosquera Aguilar, de cuyas observaciones he aprendido mucho) realizaron acertadísimos e invaluables comentarios y aportes. De conformidad con un considerable número de ordenamientos jurídicos del mundo, como es de suponer, la libertad constituye uno de tales derechos fundamentales. Sin embargo, en los días que corren, el concepto de libertad pareciera cobrar dimensiones distintas y sobrecogedoras en algunos casos, en virtud de que, superada esa etapa histórica de la esclavitud en el mundo, entendida esta como la privación de libertad de unos seres humanos sobre otros, sin duda parecieran persistir otros tipos de esclavitud humana. “Las personas llegarán a adorar las tecnologías que deshacen su capacidad de pensar, dijo alguna vez Aldous Huxley ―lo parafraseo―, en perfecta alusión a esos otros tipos de esclavitud que eventualmente parecieran seguir agobiando al mundo. Y las imágenes diarias que suelen verse en todos lados de personas sumidas en sus teléfonos celulares o pantallas de computadora haciendo gala de su libertad para navegar interactuando por cuanta red social digital exista en la actualidad, nos hace pensar que quizá las normas jurídicas del futuro lleven implícitas una nueva forma de interpretar el concepto libertad como derecho fundamental, lo cual, como es de suponer, traería también una extensa suerte de nuevas posibilidades e intereses de todo tipo: unos para bien y otros para…, quizá no tanto. Si el filósofo inglés Jeremy Bentham hubiera podido adelantarse físicamente en el tiempo y viera, desde su óptica utilitarista, la paradoja de la libertad humana en el contexto digital de la modernidad que vivimos, seguramente replantearía su idea original del panóptico, aquella prisión circular desde cuya torre central con cristales oscuros podía observarse todo lo que ocurría en derredor dentro de las paredes de la prisión, sin que el observado supiera exactamente desde dónde o cómo era observado o con qué propósitos exactos cuyas consecuencias también le eran desconocidas más allá de la existencia de algún castigo severo. ¿Suena exagerado? Tal vez, pero basta dar una mirada a nuestro alrededor para darnos cuenta de que las visiones futuristas de autores como Orwell o Huxley no eran del todo descabelladas con respecto al concepto de libertad, un concepto que, como ya se adelantaba, pareciera en la actualidad cobrar dimensiones distintas.

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