Por SONIA PÉREZ D. /AP
SAN JOSÉ CALDERAS, Guatemala
Una comunidad guatemalteca de familias de migrantes deportados de Postville, Iowa, en 2008, recibieron recientemente una despensa como apoyo por la crisis de COVID-19.
Hermelinda Ordoñez, migrante deportada, se puso en la fila para recibirla de la Comisión Nacional del Migrante entregó a unas 100 familias en la comunidad de San José Calderas, en el municipio de San Andres Itzapa, Chimaltenango. «Es la primera vez que nos traen ayuda», dijo.
Ordoñez es una de las 95 personas que trabajaban en la fábrica de pollos donde autoridades migratorias estadounidenses hicieron una redada en 2008 arrestando y deportando a casi 300 guatemaltecos. «Aún tenemos esos recuerdos», cuenta bajo un ardiente sol en una calle enlodada y sin asfaltar
La mujer de 40 años vive en situación de pobreza, por lo que decidió migrar en 2005 junto a su esposo. El miércoles recibió un poco de arroz, frijol, azúcar, harina vitaminada, avena, aceite, unas prendas de vestir y una frazada.
«Aquí no hay trabajo», explica y agrega que con la pandemia el pequeño pueblo que substía de cultivos y turismo —por el volcán de Acatenango, que está inactivo y posibilita escalar— se ha quedado sin ese ingreso.
«Mi esposo ahora trabaja cultivando flores», pero hay poco trabajo.
Florencio Hernández, presidente de la Asociación Pro-Mejoramiento de Deportados de Itzapa Chimaltenango, quién también fue deportado, explica que la comunidad vive en situación de pobreza y que la asociación busca mejoras para ellos.
En la comunidad también viven otros migrantes deportados en épocas recientes.
En lo que va del año, Estados Unidos ha deportado a más de 13 mil guatemaltecos, entre ellos 1 mil 880 menores de edad.