Por Patricia Veliz Macal
patricia@generacionesenaccion.org
Consciente de los retos que le ha impuesto la vida y de lo necesario que es sanar para salir adelante, el migrante de origen mexicano José Alfredo Herrera, explica en su relato que es parte del libro Los Hilos que Tejen en el Corazón del Hombre Inmigrante, que a pesar de haber sufrido hoy ha logrado sobresalir y apoyar a otros inmigrantes que necesitan de ayuda en traducciones e interpretaciones.
El relató de Herrera, forma parte de una serie de historias que se publicaron para el libro que escribí y que tiene por título; Los Hilos que Tejen en el Corazón del Hombre Inmigrante, que fue publicado el año recién pasado.
“Mi nombre es José Alfredo Herrera. Nací en México, en Mérida, Yucatán, el 29 de agosto de 1966. Llegué a Estados Unidos el 4 de abril de 1991”, contó.
En México, explicó que tuvo a dos hijos, uno de ellos murió y el menor aún vive en Cancún, quien asegura es una parte importante en su vida. Las razones por las que decidió migrar, explicó que fueron principalmente por situaciones que estaba experimentando en su casa y también porque se sentía confundido por su cultura, familia y sociedad.
Como parte de esa situación, expresó que llegó a EE. UU., porque se enfrentó a muchos desafíos, de hecho, el viaje no lo tenía planificado y todo fue resultado de situaciones en las que sufrió de hostigamiento.
“La primera parada que hice fue en la ciudad de México y ya estando ahí, compré un boleto de avión para Tijuana”, añadió.
Sin embargo, antes de dejar a su entorno, refirió que pensó en documentos, barreras, ni todo lo que tendría que vivir al establecerse en un lugar que no conocía y ahora dice que: “es un gran trauma el que se sufre en otro país: el cambio de culturas, de idioma y hasta de aprender a moverte en una nueva ciudad. Considero que siempre he tenido un espíritu de guerrero”.
SE IMPUSO METAS
Una de sus metas contó que era lograr su propio negocio y apartamento en seis meses y al final lo cumplió, porque su visión para sobrevivir ha estado clara y como consecuencia su primer trabajo fue el de distribuir dulces.
Luego conoció a una persona que se convirtió en su pareja y quien le dijo que no quería que trabajara y que solo se dedicará a hacer trabajo de voluntariado.
“Empecé en organizaciones como Bienestar Human Services, que apoya a hombres homosexuales y con el tiempo, aprendí a facilitar grupos y a ser educador. Pronto, me ofrecieron una posición de trabajo en la agencia Altamed, cosa que, para mí, fue un honor. Me daba gusto sentir que estaba ayudando a otras personas, eso me llenaba mucho. El programa se llamaba: Hombre a Hombre y trabajaba muchas horas porque me gustaba lo que hacía”, refirió.
CULTIVO APRENDIZAJE
También expresó que toda su dedicación lo llevó a convertirse en director de programas de prevención en la Clínica para las Américas, en donde llevo un proceso de aprendizaje complejo en el que entregó su dedicación.
“Me llenó de orgullo sentir que no solo estaba ayudando a la comunidad, sino que también tenía la oportunidad de promover el crecimiento profesional de otros. A menudo, me encontraba con personas que decían “no puedo”, pero yo los animaba a que vieran que sí podían. Me cansaba mucho, pero quería que todo el trabajo que hiciera estuviera bien”, dijo.
Y es como parte de esa dedicación que explicó que surgió el programa Luces y fue de migrantes centroamericanos de quienes tomó muchos consejos. Si bien ha tratado de salir adelante con esmero, Herrera explica que no se siente como un líder y ese es un título que las demás personas pueden darle.
“Creo que el título de “líder” te lo da la gente. Sí me lo han dicho: mis clientes me decían que era un líder y mis colegas, que era un líder natural. Pensaba que si ayudaba a una persona ya había hecho mi día y eso me daba mucha vida. Si vas a hacer el trabajo esperando recompensas, mejor no lo hagas. Cuando hagas algo, tu corazón completo tiene que estar allí. Tú tienes que ser el “dador” y la gente percibe eso”, destacó.
El trabajo y dedicación también lo ha impulsado a pensar e incentivar a las personas a apoyar sin importar quien sea, pues si hay voluntad es necesario que se dejen agendas personas y lograr más en equipo.
“He tenido una infinidad de trabajos: haciendo piñatas, cargando y descargando camionetas, vendiendo películas, haciendo arreglos florales, lavando platos, en una oficina de tele marketing, de mesero, como coordinador de programas, como educador y como director de programas”, manifestó.
SALIÓ ADELANTE CON ESFUERZO
A Herrera le gusta hablar con sinceridad, y prueba de ello dice que siempre toma decisiones firmes.
“Honestamente, desearía que nadie más viniera a los Estados Unidos porque lo que he vivido aquí, no se lo deseo a nadie. Los inmigrantes venimos a trabajar: pensamos que vamos a tener una mejor vida y la realidad es otra, pues venimos a arrastrarnos para vivir mejor. Al que se quiere venir, le diría que se siente frente a un espejo, se mire a los ojos y sea honesto con la imagen frente a él o ella. Que decida si quiere quedarse o irse, que siga fiel con su meta y se enfoque en luchar por lo que quiere”, dijo.
La vida, asegura que no ha sido nada sencilla, y una de las cosas más terribles a las que se ha enfrentado es a perder a uno de sus hijos, con el tiempo tras sanar y salir adelante y prueba de ello es que ha tratado de salir adelante con mucho esfuerzo.
“TENGO MI NEGOCIO DE TRADUCCIÓN E INTERPRETACIONES; ESTOY AYUDANDO A MUCHAS PERSONAS EN LAS CORTES, EN EL SISTEMA DE SALUD Y EN EL SISTEMA EDUCATIVO: ESTOY CONSTRUYENDO UNA MEJOR VIDA PARA MI VEJEZ”, EXPRESÓ.
Entre sus sueños, el migrante, refirió que espera comprar un rancho o casa en Mérida, Yucatán, en donde se encuentra la mayoría de su familia.
“Me comunico electrónicamente con mi hijo y con mi familia. Él estuvo aquí en Estados Unidos cuando estaba chico, pero se regresó a México. Teníamos un propósito en común: salir adelante. Ahora, mi único propósito es que él me permita ser su amigo y apoyarlo económicamente. Creo que he vivido lo que tengo que vivir”, puntualizó.
HAY MÁS HISTORIAS
La guatemalteca Patricia Veliz Macal, es la autora del libro que contiene la historia de Herrera, que además de su relato contiene historias inéditas de personas que decidieron contar su vida y retos a los que se han enfrentado.
Si está interesado en adquirir el libro para conocer más de las historias, o que realicen una presentación del mismo, puede escribir al correo: patricia@generacionesenaccion.org o al número de 1-323-895-8749.