Por Patricia Veliz Macal

Alex Sánchez llegó hace varios años a Estados Unidos procedente de El Salvador, su país de origen, en busca de una vida distinta a la que le podían ofrecer en su comunidad, su historia al igual que la de muchos migrantes más forma parte del libro “Los Hilos que Tejen en el corazón del inmigrante”, texto que recopila las historias de más personas de diferentes países.

Patricia Veliz Macal presentó recientemente su libro en el cual destaca la historia de hombres migrantes.
FOTO LA HORA/PATRICIA VELIZ MACAL/CORTESÍA

En su relato, el salvadoreño recordó que vivía rodeado de una vista esplendida alejado de los problemas sociales como la pobreza y junto a su familia, aunque rememora con tristeza un episodio en el que murió un amigo muy importante en su vida.

“Para ir a la escuela nos íbamos por la línea del tren para evitar el tráfico y así no pasar por la carretera. Corría 1979 e iniciaban los conflictos armados en mi país. Algunas noches se escuchaban balazos y uno tenía que ser cuidadoso porque en la mañana a veces aparecían muertos”, explica para el libro.

Tras esos sucesos, recordó que vio parte del Conflicto Armado en su país, así que un tiempo después su madre y también su padre decidieron migrar hacia EE. UU., hasta que un día enviaron a unas personas por ellos y así dio inicio su vida de migrante.

De ahí recuerda su viaje como una experiencia difícil en la que tuvieron que iniciar una familia de nuevo con sus verdaderos padres, que se separaron tiempo después.

Años más tarde, el destino lo hizo regresar a El Salvador y de nuevo la violencia y un hijo que se quedó en Estados Unidos, lo hicieron volver.

“En ese entonces, tenía 23 años y para esa edad ya había vivido mucho: fui baleado, estuve en prisión y perseguido por la ley de inmigración. Siempre supe que podía perder la vida, pero sabía cómo defenderme y mi meta no era morir, sino volver nuevamente. Después, en Guatemala me robaron y abandonaron; pensé que si me regresaba por tierra me iban a matar porque a mi amigo le habían pegado con un machete”, contó.

Conocer a su hijo y ganarse su cariño, también fue otro de los retos a los que se enfrentó Alex, pero la vida tenía muchas más pruebas para él y en 2012, expresó que perdió a su hermano Alvin que murió de cáncer.

SOBREVIVIÓ A UNA VIDA DURA

Ahora tiene una familia, a quien ama mucho y que está compuesta por cuatro hijos a quienes trata de guiar en su vida.

“Mi mayor logro es que sobreviví a pesar de las circunstancias, pues estuve secuestrado en Oaxaca. En mi vida encontré muchos obstáculos pero los borraba de mi mente, pensando que el siguiente día iba a ser mejor; porque si no, se vive amargado, triste y se abandona en las calles ya que uno piensa que todo le va a ir mal”, aseguró.

En el libro, también relata que asistió a una conferencia en California, con miembros de una organización salvadoreña llamada Homies Unidos, con quienes asegura tuvo una epifanía en la que se preguntó porque ese tipo de actividades no se habían realizado antes.

“Conocí a un chicano a quien le decían “Papá Oso”. Él me conectó con el trabajo que hacía y me dijo que lo ayudara porque él no conocía el barrio de Los Ángeles. Íbamos a las casas a ver a los padres de los muchachos que habían sido deportados y a sus familias. Les pedíamos que hicieran cartas para intercambiarlas y notamos cómo los padres a veces nos decían que no les importaban sus hijos”, anotó.

Así fue como empezó a colaborar para unir a las familias separadas por la migración en El Salvador, con la ayuda de Papá Oso, con el tiempo, explica que conoció a una actriz que le ofreció un local en alquiler y decidió crear la organización Homies Unidos en Los Ángeles.
“Fui a preguntar a una iglesia, pero me prestaban un local a cambio que los muchachos fueran a misa todos los domingos. Después me presentaron a un señor que trabajaba con SANA, una organización que existió en el 2000. El objetivo es darle alternativas a los muchachos que están en alto riesgo y apoyarlos para que puedan vivir fuera de la violencia”, refirió.

La guatemalteca Patricia Veliz Macal en un video donde habla de su obra “Los Hilos Que Tejen en el Corazón del Hombre Inmigrante”.
FOTO LA HORA/CAPTURA DE PANTALLA/YOUTUBE

NO SE CONSIDERA UN LÍDER, PERO DECIDIÓ HABLAR POR QUIENES NO PUEDEN

Si bien Alex no se considera como un líder, aunque muchos lo han llamado de esa manera, cuando se necesitaba hablar por quienes no pueden lo hace, además procuraba dar apoyo a jóvenes que estaban involucrados en pandillas y no tenían respaldo en ningún lugar.

“Después de que se formó la organización “Homies Unidos” me atacaron más, recordó Alex, incluso en el 2000 me arrestaron” y lo querían deportar nuevamente, recuerda.

“Acusaban a un joven de 14 años de asesinato, pero él había estado conmigo todo el día.  Yo pensaba: “Si me presento, sabrán que soy un indocumentado; pero si no voy, enjuiciarán a un niño de 14 años de por vida”. Pensé en mi hijo, pero también en el joven. Decidí presentarme a la corte y los policías me reconocieron. En enero, me dieron una orden de arresto pero Silvia Beltrán empezó una campaña que buscaba mi liberación: “Free Alex Sánchez”, expresó.

Para Alex, existen prejuicios en contra de los jóvenes, sobretodo porque no los comprenden y tampoco entienden que no tienen padres y apoyo en otro tipo de necesidades. De su vida añade que ha tenido varios empleos, desde cocinero, soldador, amoldando piezas de vidrio, hasta construcción.

“Mi legado es que en el futuro, alguien diga: “Alex Sánchez vino aquí y pudo detener el ciclo de nuestros jóvenes inmigrantes, evitando que se metan a las pandillas. También que los jóvenes tengan un lugar donde encuentren elementos para no acudir a la calle a buscar respuestas, que haya un lugar al que puedan ir y que se les aplauda por sus éxitos”, aseveró.

Ahora el sufrimiento que mantiene es que no ha logrado solventar su situación migratoria, pero eso, nunca lo ha desanimado y prefiere seguir luchando.
“La comunidad siempre me ha apoyado. Gracias a todos estos grandes líderes que han estado conmigo; sin el apoyo de ellos no estuviera aquí, habría sido deportado. Desde que me conoció en el 2004, mi esposa me aceptó por lo que era, mi trabajo y mi trayectoria. Es una mujer muy fuerte que me ha podido calmar y que me ha apoyado cuando me he caído. Sin ella, sería un sonámbulo”, aseguró.

MÁS HISTORIAS

Patricia Veliz Macal ya había presentado otro libro que contiene historias de mujeres migrantes de diferentes países, y ahora con una nueva edición trae historias inéditas de personas que decidieron contar su vida y retos a los que se han enfrentado

Si usted desea adquirir el libro para conocer más de la vida de Alex, o que realicen una presentación del mismo, puede escribir al correo: patricia@generacionesenaccion.org o al número de 1-323-895-8749.

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