Por Grecia Ortíz
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En los últimos meses han sido detenidos miles de guatemaltecos en la Frontera Sur de Estados Unidos, algunos viajan con familias, otros son niños no acompañados y los menos, adultos que viajan por su cuenta y riesgo a permanecer encerrados en centros de detenciones migratorios por días.
Y esa es la historia de Mario*, un guatemalteco que buscando la seguridad que no encontró en Guatemala, intentó buscar una salida a sus problemas en otro país, aunque con el tiempo se resignó a vivir entre el miedo y sin saber si mañana él y su familia estarán bien.
Desde La Hora Voz del Migrante, escuchar los relatos de migrantes y retornados ha sido una prioridad y por eso hemos puesto a disposición este espacio para conocer de cerca la realidad de la migración y las historias detrás de ese sacrificio.
Así fue como Mario nos contactó, quería relatar el calvario que ha vivido desde el año pasado, hasta hace unos meses que conoció de cerca a la crisis humanitaria que se desató luego que Donald Trump asumió el poder de la Casa Blanca en 2016.
“El año pasado en el mes de julio me mataron a una mi hija y luego de su muerte me trataron de localizar y entonces tomé la decisión el 14 de diciembre pasado de abandonar el país”, así inició la entrevista con el guatemalteco.
Su trayecto fue una etapa dolorosa de su vida, puesto que en la frontera con EE.UU., se encontró a muchas personas que trataban de cruzar hacia “el otro lado”, todos con sus propios problemas pero con la tristeza de encontrarse con escaso apoyo consular de parte de Guatemala.
DE VUELTA A GUATEMALA
A pesar de todo lo que atravesó, Mario, luego de ser detenido por agentes de la Patrulla Fronteriza y pasar varios controles y entrevistas, obtuvo un permiso que le habría permitido ingresar a EE.UU., y continuar con su solicitud de asilo en ese país, sin embargo, la falta de unos documentos y apoyo lo hicieron desistir y el 27 de marzo ya no continuó con el trámite.
“Estaba desesperado, aquí en Guatemala se estaba cayendo mi familia, mi esposa, mis dos hijos y dos nietas que una hija dejó abandonadas. Ellos me necesitaban y eso me desesperó, yo cuando me fui me prestó Q10 mil quetzales para irme”, comentó.
Su sueño terminó el 30 de abril y de nuevo volvió a la ciudad capital de Guatemala junto a su familia a enfrentarse al destino del que meses atrás había escapado, a pesar de que sí pagó por un abogado de temas migratorios que solo desalentaba su caso.
Ahora que se encuentra fuera, recuerda su estadía dentro de un Centro de Detención, Mario ha escuchado de diversos casos de abusos contra migrantes y no duda en reafirmar que el trato que reciben es precario puesto que la comida incluso les era entregada incluso congelada y de madrugada.
TRABAJA COMO TAXISTA Y PAGA EXTORSIÓN
Mario explicó que tras su retorno, volvió a su vida normal, tiene dos vehículos que realizan viajes de taxi y ahora paga Q300 mensuales de extorsión a pandilleros, todos los viernes a las 8:00 am.
“Pero ya no encontré salida y estoy pagando la extorsión los viernes. Si no pago hay consecuencias, siempre hay riesgos porque hay más grupos que quieren pagar y uno ahí es cuando ve el riesgo porque tal vez ya no se pueden pagar las cuotas que exigen”, destacó.
El guatemalteco no evita su tristeza y afirma con seguridad, que no ve esperanzas para Guatemala porque cree que la clase política únicamente se asegura por su propio interés, por eso no cree que el próximo presidente pueda cambiar la realidad de cientos de personas que viven en condiciones precarias.
“No hay salida, hoy en día me dicen los que conozco que nos vayamos, mi hijo por ejemplo que trabaja me ha dicho y no sé qué penas tiene que se quiere ir de migrante porque no garantiza nada al país en serio… yo le digo a él que no lo haga, pero él tiene a su esposa y sus hijas y dice que no hay manera de superarse”, relató.
Mario forma parte de las estadísticas de la Crisis Humanitaria de la Frontera Sur y asegura que el flujo migratorio no se detendrá, mientras Guatemala no solucione los problemas que motivan a las personas a migrar.
El entrevistado finaliza la entrevista y dice que no sabe si continuará pagando la extorsión que le exigen, porque sabe que cada día el dinero no le alcanza para cubrir los gastos de su familia, “no sé qué va pasar”.
*Se cambió su nombre por seguridad