POR MARIELA CASTAÑÓN
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El próximo 20 de mayo, la Liga Guatemalteca de Higiene Mental cumplirá 20 años de buscar a la niñez desaparecida por circunstancias de la guerra interna y también de reencontrar a familias que fueron separadas por esta situación. En este tiempo, la Liga ha realizado 493 reencuentros familiares sin apoyo estatal.

Hilda Ical, ni siquiera se llamaba así, sus padres biológicos decidieron llamarla Irma, sin embargo, en 1980 su identidad y su vida cambiaron cuando las fuerzas armadas ingresaron a su casa, mataron a sus padres y la dejaron en orfandad, al igual que a su hermano José de 8 años y a su hermana Julia, de 8 meses.

Irma tenía diez años y vivía en la comunidad El Benque en El Estor Izabal. El alcalde de la localidad de esa época llegó a la casa de los niños y les ayudó a enterrar a sus padres; se llevó a Hilda, quien nunca más volvió a ver sus hermanos.

La Liga Guatemalteca de Higiene Mental logró reencontrar a los hermanos el pasado 10 de marzo. Lo hizo en la casa de José ubicada en el caserío Nuevo Vinaroz, Tucurú en Alta Verapaz. Julia caminó una hora desde su comunidad para ver y abrazar a su hermana mayor.

El caso de la comunidad El Benque forma parte del reencuentro número 493 que ha realizado la Liga Guatemalteca y que en mayo en una asamblea en conmemoración de estos 20 años de trabajo, pretende reencontrar a más familias.

La Liga ha registrado el mayor número de desapariciones y reencuentros en Quiché, Alta y Baja Verapaz y ha logrado identificar a la persona desaparecida y a su familia, por medio de trabajo de campo, búsqueda y recopilación de datos en las comunidades y pruebas de ADN. En el caso de las personas que fueron adoptadas principalmente en Italia, Francia, Bélgica, Canadá y Estados Unidos, son ellas, quienes buscan el apoyo de la Liga para encontrar a sus familias.

El trabajo de esta organización se ha logrado por medio de cooperación internacional, donaciones de adoptados en el extranjero y por las iglesias. Ningún gobierno durante 20 años ha cooperado, afirmó Marco Antonio Garavito, director de la Liga de Higiene Mental.

NO TODA LA NIÑEZ MURIÓ

Garavito explicó que en mayo de 1999 iniciaron con este proyecto que buscaba dar una respuesta a las familias que deseaban saber del paradero de sus hijos por circunstancias de la guerra.

“El 20 de mayo de 1999 empezamos este trabajo, lo hicimos por una razón principal y es que después que se firman los Acuerdos de Paz, afortunadamente se abre un espacio en la sociedad para hablar de la guerra, se habla mucho de las desapariciones de adultos, de las masacres, de las muertes, de los daños económicos, pero el tema de los niños desaparecidos siempre era tratado al margen”, refirió.

El psicólogo dijo que en estos casos se llegó a pensar que la niñez había muerto, pero no fue así, muestra de ello son los reencuentros realizados.

“A veces se pensaba que la guerra, en ese pedazo de tierra arrasada, había acabado con todos los niños, pero hay muchos que están vivos. Anualmente hacemos un promedio de 20 reencuentros, el año pasado terminamos con 21 reencuentros familiares y este año llevamos ocho reencuentros”, indicó.

El entrevistado detalló que la niñez desaparecida no solo fue separada de sus familias por los operativos militares, sino también porque algunas familias con el afán de protegerlos se los llevaban, otros quedaron hospitalizados y sus parientes no pudieron regresar por ellos, mientras que un grupo fue adoptado en Europa o enviados a hogares.

¿CUÁL ES LA MOTIVACIÓN?

Garavito indicó que su formación educativa y social ha incidido en este proyecto, del cual es fundador. Además, porque vivió y sufrió la guerra, debido a la desaparición de su primo hermano Manuel Sánchez, aunado a que conoce a personas que también enfrentan esta situación.

El Director de la Liga de Higiene Mental, admitió que los recursos para el proyecto son precarios, pero su compromiso es persistente y por ello busca dar una respuesta a las familias que siguen buscando a quienes recuerdan como sus niños desaparecidos.

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