Por ANDREA RODRÍGUEZ
LA HABANA
Agencia (AP)
Con un amplio debate social generado por el proyecto de reforma de la Constitución, la llegada al poder de un Presidente que no es de apellido Castro, nueva tensión con Estados Unidos y un tenue descongelamiento de algunos sectores privados, los cubanos le dirán adiós a 2018.
Tras años marcados por el acercamiento con Estados Unidos, la isla enfrentará un 2019 que obligará a sus autoridades a enfocarse en su situación interna.
El presidente Miguel Díaz-Canel dio muestras de una dinámica del gobierno con manifestaciones hasta hace poco impensadas: se retractó de algunas medidas de ajuste tras las quejas de emprendedores, recurrió a las redes sociales para acercarse a la población y abrió el proceso de la reforma constitucional con un referendo que se realizará en febrero.
“Se produjo un cambio en el liderazgo, ingresó una nueva generación y eso sí representa una diferencia importante”, dijo a The Associated Press el economista político Esteban Morales, miembro del poderoso Partido Comunista de Cuba (PCC).
“Creo que Díaz-Canel está escuchando (a la gente)”, agregó el analista de larga trayectoria en la Universidad de La Habana y quien recordó que el Presidente puso a sus ministros a comparecer en la televisión y los exhortó a tener cuentas en Twitter o contar con direcciones de correo electrónicos para que los ciudadanos puedan acudir a ellos. “No vamos a quedar conforme con todo lo que han dicho, pero es positivo”.
El nuevo mandatario, un ingeniero de 58 años que asumió en abril, comenzó su carrera como joven revolucionario de provincia y subió al poder paso a paso atravesando cargos burocráticos gubernamentales y en el PCC. Además de una economía tambaleante, lleva sobre sus hombros el peso simbólico de ser el primero en gobernar la isla en cinco décadas que no es de apellido Castro.
Las autoridades estimaron un crecimiento de 1.2% para este año, un punto menos de los pronósticos iniciales. Pero la cifra tiene poco significado para muchos cubanos que viven con salarios de unos 50 CUC mensuales (igual cantidad en dólares) o dependen de las remesas enviadas por sus familiares que viven en el exterior. Ese grueso de la población se siguió beneficiando de las subvenciones para la alimentación y los servicios y la gratuidad de la educación y la salud.
El turismo -con 4.7 millones de visitantes en el año- y la venta de servicios profesionales al extranjero -que representan unos 10,000 millones de dólares anuales según estimaciones no oficiales- continuaron siendo el motor de la economía cubana que logró sortear los temores que en 2017 produjo la crisis de su principal socio y aliado político, Venezuela.
Pero Cuba perdió este año la contratación de 8.000 médicos que se desempeñaban en Brasil y fueron retirados cuando el presidente electo Jair Bolsonaro amenazó con condicionar sus contratos. Los ingresos por estos galenos significaban 300 millones de dólares para el presupuesto.
Díaz-Canel también enfrentó desastres naturales que causaron pérdidas millonarias y hasta un accidente de avión civil, el peor de la historia aeronáutica cubana y mala prensa para un país turístico.
En julio se anunció para diciembre el reinicio de la entrega de permisos para emprendedores privados en sectores exitosos como los restaurantes, los bares o las casas de arrendamiento que suelen competir con los hoteles de propiedad estatal aunque gestionados por grandes cadenas mundiales como Meliá, Barceló o Iberostar. Además de nuevas reglas más limitantes y restrictivas para los trabajadores particulares en general.
Las medidas generaron muchas quejas entre los afectados y fueron criticadas por los economistas, pues aunque las cafeterías u oficios no producen crecimiento de la economía sí generan empleos, los mejores pagados, y dinamizan el mercado interno.
“Se debe reconocer que es un sistema que ha mostrado ser efectivo para manejar las crisis y evitar el colapso económico”, explicó en un análisis escrito el economista cubano Pavel Vidal, quien se desempeña en la Universidad Javeriana de Cali. “Como también ha sido efectivo en limitar la iniciativa privada, la innovación y el despegue de la productividad”, lamentó el experto.
Las presiones del presidente Donald Trump, que desalentó los viajes de los estadounidenses a la isla, también dejaron en punto muerto algunas iniciativas comerciales conjuntas. La única que prosperó fue una inversión binacional para la producción de un medicamente contra el cáncer.
Aunque las embajadas de ambos países abiertas durante la administración de Barack Obama y Raúl Castro siguen operativas, las relaciones entre La Habana y Washington permanecen congeladas.
En paralelo, el gobierno cumplió su promesa de abrir el servicio de internet móvil que permitirá a un universo potencial de cinco millones de dueños de teléfonos celulares contar con el servicio de datos que se sumará a la conectividad de los llamados parques wi-fi, zonas de acceso por un dólar la hora ubicadas en lugares públicos.
Muchos están a la expectativa de qué pasará con las modificaciones a la constitución, un proceso impulsado por Díaz-Canel y Castro, quien permanece como primer secretario del PCC.
A mediados de año la Asamblea del Poder Popular, el Parlamento, dio a conocer el texto de la norma que luego se debatió en miles de centros de trabajo y vecinales.
En principio, la renovada constitución que reemplazará a la de 1976 -de fuerte sesgo socialista soviético- reconocerá la propiedad privada y la contratación de empleados y autorizará la doble ciudadanía. Pero al mismo tiempo reafirmará el carácter único del PCC y su poder para dirigir a la sociedad.
En sus reuniones los ciudadanos hicieron toda clase de observaciones que fueron recogidas y tendrán respuesta en una nueva versión.
Lo interesante fue la forma en que esos debates populares sacaron a relucir temas de toda índole y opiniones a veces encontradas como el matrimonio gay, si el presidente y el nuevo primer ministro -un cargo a crear- debían ser de elección directa y no designados por el Parlamento o si era pertinente que algunos niveles educativos fueran pagos.
“Estos elementos que tienen que ver con cómo se va a controlar al país no van a cambiar en la constitución”, dijo a AP el abogado Eloy Viera, consultor legal de un grupo alternativo de comunicación llamado + Voces. “Si se lee con atención el proyecto se da uno cuenta de que es un modelo de país mucho más pragmático… pero es un proceso de constitución que permitió a todas luces, mal, bien o regular, un debate nacional amplificado”.