Por Margarita Girón
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La época de fin de año en Guatemala es sinónimo de compartir en familia el nacimiento de Jesús, que en muchos hogares va acompañado de alimentos propios de la época, como los tamales, ponche de frutas y decoraciones tradicionales que van desde los nacimientos (representaciones del pesebre hechos de cerámica), árboles navideños de pino, pinabete o chiriviscos; así como la unidad familiar y compartir con amigos.

Aunque para los guatemaltecos que viven fuera del país, muchas de estas tradiciones se traducen en nostalgia y añoranza, han llevado sus costumbres y tradiciones al país del norte, en donde viven cada año la tradición guatemalteca de celebrar las fiestas de fin de año.

Chapines radicados en Estados Unidos, compartieron con La Hora Voz del Migrante, cuáles son las tradiciones que más extrañan de Guatemala y cómo han tenido que adaptarse a vivir las fiestas de fin de año, lejos de Guatemala.

Juan Carlos Pocasangre, un guatemalteco radicado en New York, dijo que en Estados Unidos las fiestas de fin de año son diferentes a como se vive en Guatemala. Para Pocasangre, una de las cosas que más extraña es acudir a los mercados locales y ver los artículos navideños, así como el olor a manzanilla y pino, tan característico de la Navidad.

“En Guatemala era diferente, yo recuerdo que después de la quema del diablo, empezaba uno a comprar cohetillos para quemar por poquitos hasta la Navidad, que era cuando más quemaba uno cohetes, bombas y estrellitas a la media noche. Aquí (EE. UU.) eso no se vive porque es prohibido, pero tratamos de conservar la tradición del arbolito y el nacimiento, yo lo hacía con mis abuelos en Guatemala, ahora acá yo compro aserrín y lo pinto para que se vea igual, los pastorcitos del nacimiento son de Guatemala y los mandamos a traer para tener algo de allá con nosotros.

Pocasangre dijo que algunos guatemaltecos hacen tamales navideños y los venden a otros connacionales que por diversos factores no pueden prepararlos en casa pero que buscan seguir con la tradición del tamal guatemalteco en Navidad. “En mi casa, es mi madre quien hace los tamales y aunque en Guatemala no los preparaba la nostalgia la motivó y ahora todos compartimos un rico tamal junto a una taza de ponche”.

Para Juan Carlos adaptarse al clima de último año en Estados Unidos ha sido difícil, ya que es más intenso. El guatemalteco también mencionó que muchas veces los vecinos no celebran con el mismo entusiasmo que lo hacen los chapines, “algunos no hacen ni arbolito y uno debe acostumbrarse a saber que no todos celebran, pero nosotros la pasamos en casa comiendo tamales, ponche y compartiendo pequeños presentes, algo que recuerdo es que allá el 24 de diciembre uno estrenaba, acá es diferente, pero lo pasamos en familia”.

ES LA ÉPOCA MÁS DIFÍCIL
Silvia Patterson es originaria de Pasaco Jutiapa, decidió migrar a los Estados Unidos para trabajar y buscar nuevas oportunidades, durante su primer año en Estados Unidos conoció a su actual esposo y juntos formaron una familia. Actualmente viven en Chicago y su vida en Guatemala es solo un recuerdo que Silvia relata con nostalgia.

“Yo sé que nunca podré regresar a vivir a Guatemala, aquí está ahora mi familia, pero en esta época me embarga la nostalgia y me lleno de recuerdos”, dijo la guatemalteca.

Silvia dijo que en Estados Unidos la celebración es distinta, pues las familias americanas celebran el 25 en familia con una cena y no se vive con la misma emoción que en Guatemala.

Dentro de las costumbres que la jutiapaneca recuerda de Guatemala es escuchar los cohetillos mientras todos en familia esperan la media noche, para salir a quemar las ametralladoras y compartir un abrazo en familia.

Su casa en Jutiapa es amplia, la refrescan árboles de mango, pero luce vacía, su madre Rosaura llena las paredes de fotografías de sus 3 hijas, sabe que están mejor en otro país y aunque ha viajado para visitarlas, en su rostro se refleja una sonrisa cuando piensa en sus hijas y en sus nietos y sabe que al menos una llamada alegra su Navidad cada año.

SE EXTRAÑA TODO
Jorge Aguirre decidió migrar hacia los Estados Unidos hace casi 40 años; pero el sentimiento de una Navidad Chapina llega todos los años, los cohetillos, el ponche, un tamal hecho en casa, son detalles que el guatemalteco no olvida.

Aunque el arbolito no falta en casa, el olor del ponche de frutas al hervir y que inunda toda la casa, trae para Jorge recuerdos de las Navidades que pasó en Guatemala junto a su progenitora.

Marvin Estrada, otro guatemalteco que reside en New York, detalló que extraña ese aroma a pino que se siente durante los días festivos. También destacó los adornos en casa con hojas de palma y el pino para el baile de la noche de Año Nuevo.

“Me produce nostalgia la navidad entre amigos, es una época para reconciliarse con quienes discutimos durante el año y compartir todos juntos. Adaptarnos a las costumbres no es fácil, pues nos llena de nostalgia lo vivido en nuestra tierra, pero uno de hispano siempre busca el modo de tratar de traer su tradición con tamales el ponche y hasta el ron, pero lo más que echamos de menos es ese abrazo fraternal a la media noche con los cohetillos de fondo”.

ANSIAS DE VOLVER
Ana Ruth, originaria de la Aldea La Danta en Jutiapa, viajó muy joven hacia Estados Unidos, su esposo es mexicano y durante el 2016 tuvo oportunidad de regresar a Guatemala para pasar las fiestas junto a su familia. La guatemalteca dijo que volver y compartir con sus padres fue muy emocionante, “yo pude regresar para estar con ellos, yo sé que no todos los chapines podemos viajar a Guatemala y creo que es una dicha, me sentía como niña, no paraba de quemar cohetillos y comer”.

Para Ana Ruth vivir una Navidad en Estados Unidos es diferente, a veces su esposo debe trabajar y viven el día de forma regular, por la noche preparan ponche y comparten la cena en familia, pero el verde y rojo de la navidad guatemalteca es algo que añora todos los años.

Aunque no descarta volver a Guatemala para vivir de nuevo una Navidad en familia, Ana se ha adaptado a la vida en Estados Unidos. “Aquí no se ven los colores tradicionales, este año mis hijas escogieron la decoración y yo sigo llevando en mis recuerdos, las Navidades en La Danta”.

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