En los últimos años, la región centroamericana se ha visto convulsionada por distintas crisis políticas que han hecho cuestionar los sistemas democráticos en la región, al grado que en países como Honduras y Nicaragua se han registrado protestas que se han tornado violentas derivadas de una férrea represión gubernamental.
Por Denis Aguilar
daguilar@lahora.com.gt
Guatemala fue parte de esa convulsión política en el 2015, aunque la diferencia de esta fue que todo se realizó dentro de un marco de legalidad, con una serie de protestas pacíficas que terminaron obligando a que el entonces presidente Otto Pérez Molina y la vicepresidenta Roxana Baldetti renunciaran al cargo.
A pesar de esas diferencias, expertos aseguran que en Centroamérica se está pagando la factura de democracias inacabadas y débiles, ya que se considera únicamente democracia la acción de votar cada cuatro años y que con eso haya alternabilidad en el poder.
Hoy en día, todas las miradas están fijas en Nicaragua debido a los más de tres meses de protestas y tensión política que se generaron desde que el presidente Daniel Ortega intentara emprender una serie de reformas al Instituto Nicaragüense de Seguridad Social (INSS) y por ende al sistema de ayuda social en ese país, argumentando que estas acciones eran necesarias para salvar a esa institución de la quiebra. Posteriormente, el gobierno nicaragüense derogó esas modificaciones, pero las protestas no cesaron.
Las protestas y violencia generaron un clima de inestabilidad política en Nicaragua, porque la ciudadanía pedía otros cambios en el país, al grado de que sectores, tanto a nivel local como internacional, pidieron elecciones anticipadas para impulsar un cambio en el mando de aquel país a cargo actualmente de Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo.
Ante esa inestabilidad en Nicaragua, el profesor universitario de la Red de Investigadores Sociales Insumisos, David Martínez-Amador, indica que una de las condiciones para terminar con el “baño de sangre” en Nicaragua, es dar paso a un gobierno provisional o interino, que cree condiciones para un proceso electoral adelantado.
Organizaciones nicaragüenses de derechos humanos han registrado 351 homicidios relacionados con las protestas entre el 19 de abril y el 10 de julio, mientras que el gobierno dice que hay más de 200 muertos. La gran mayoría de fallecidos eran civiles.
“Pero esto tiene un problema, mientras Ortega está en el poder, las condiciones para tener elecciones son complicadas, nada garantiza que no habría represión el día de la elección. Si Ortega tuviera el mínimo sentido de vocación democrática, dimite para detener la carnicería. Pero es un enfermizo autócrata”, asevera Martínez-Amador.
Martínez-Amador manifiesta que hay similitudes entro lo que pasó a principios de año en Honduras y lo que pasa actualmente en Nicaragua, porque se utilizaron los aparatos de seguridad para perseguir, hostigar, matar a opositores políticos, también destacó la conformación de grupos paralelos para respaldar al mandatario.
En el caso de las diferencias, Martínez-Amador explica que “estas” apuntan a la duración del conflicto y el rol que jugaron los organismos multilaterales. La OEA en Honduras fue muy blanda, y rápidamente enterró las dudas sobre el proceso electoral. No se puede dejar de pensar que Estados Unidos veía en Nasralla los temores de un “pequeño Chávez” y entonces, asegurar la presidencia de Juan Orlando Hernández era una forma de asegurar la estabilidad.”
Martínez-Amador sostiene que la Organización de los Estados Americanos (OEA) avaló los comicios en Honduras, mientras otras misiones de verificación planteaban dudas serias en el proceso de conteo que terminó con la victoria de Juan Orlando Hernández.
Un informe presentado por organizaciones de derechos humanos en Honduras señala que por la agitación generada por el denominado “fraude electoral”, al menos 30 personas fueron asesinadas por el Estado entre el 26 de noviembre y el 31 de diciembre del 2017.
“Por suerte, la OEA con Nicaragua ha sido más activa, aunque, de nuevo, condenar la violencia y exigir elecciones adelantadas es un acto simbólico. Mientras no se rompan relaciones, mientras no se aísle al país el régimen se sostiene, incluso en condiciones de país paria”, asegura.
Ortega dijo recientemente que no adelantará las elecciones presidenciales, pero aseguró que está abierto a continuar un diálogo mediado por la Iglesia Católica.
CLAMOR DE RENOVACIÓN
Edgar Gutiérrez, excanciller de Guatemala, indica que en Nicaragua existe un clamor por la renovación y que lo que se está buscando es que esa democracia empiece a dar resultados positivos para las personas. Sin embargo, Gutiérrez asegura que el reducir la democracia a la urnas cada cuatro años es insuficiente.
El exfuncionario explica también que la democracia en la región, a pesar de lo que sucede, ha mostrado mejorías, esto debido al fin de las guerras que décadas atrás azotaban a los países centroamericanos.
“La democracia era una promesa para las poblaciones. Una promesa de paz, de desarrollo y de libertades, pero la verdad es que la paz no se ha sentido por la explosión de violencia criminal. El Estado ya no viola derechos humanos, sistemáticamente, sin embargo, no tiene capacidad para protegerlos, ya no es tanto violación por acción, sino violación por omisión”, manifiesta Gutiérrez, quien agrega que existe una gran brecha en el crecimiento económico.
Gutiérrez menciona que esos aspectos generan una frustración democrática, lo que se traduce en reducida credibilidad hacia las instituciones.
Ante esto, el exfuncionario señala que es bueno que las protestas a Guatemala se hayan dado dentro del marco de la legalidad y que no se den casos como en Nicaragua en donde el régimen de Ortega ha reprimido las manifestaciones.
Regresando al tema de Nicaragua, Gutiérrez explica que la sociedad nicaragüense se encuentra más politizada que la guatemalteca y que esta se ha caracterizado por ser incluso más movilizada, siendo así una sociedad dispuesta a levantarse.
El experto explicó que el levantamiento de la población de Nicaragua contra Ortega se da incluso cuando dicho régimen es más eficaz que cualquier otro en la región, esto al tener uno de los índices de violencia más bajos junto a Uruguay y Chile, además, de contar un crecimiento económico. Sin embargo, reiteró que eso no es suficiente debido a que la población no soporta la tiranía.
“Es una sociedad mucho más activa que la nuestra, la nuestra todavía es presa del miedo, la generación del miedo de los 80 ha transmitido esa memoria a sus hijos y nietos”, dice Gutiérrez, quien destaca la participación de la ciudadanía guatemalteca en el 2015.
UNA DEMOCRACIA SIN ACABAR
A decir del analista político Renzo Rosal, países como Guatemala, Honduras y Nicaragua están pagando una factura por el diseño de democracia inacabada, en la que solo hay elementos y tradiciones de una democracia, como lo son las elecciones, alternabilidad en el poder y la presencia de partidos, los cuales Rosal considera como “débiles”.
“Nos quedamos en ese nivel, que es necesario, pero absolutamente insuficiente, no avanzamos, no profundizamos en lo que se conoce como democracia de ciudadanía o de ciudadanía más plena. Entonces ahora que después de 25 o 30 años de esos momentos de transición política, que en el caso guatemalteco fue 1986, pues estamos viendo ya el pago de facturas, estamos pasándola mal en procesos de democracia muy endebles, muy frágiles, en procesos de institucionalidad muy precarios, muy deficientes”, asegura Rosal.
Rosal indica que, ante esa realidad, aunado a la corrupción y a la impunidad, males presentes en estos países, permite contemplar una sola opción, que es la de entrar en un proceso para rediseñar los estados, con procesos más profundos que no queden solamente en que la alternabilidad de poderes es suficiente o que un proceso electoral será la solución a los problemas que presenta un país.
“Necesitamos transformaciones más de fondo porque lo que estamos viviendo ya es una enfermedad crónica muy fuerte”, asegura.
UNA CRISIS MÁS PROFUNDA
Rosal asegura que el hecho de que en Nicaragua exista un derramamiento de sangre ha hecho que la crisis sea más profunda, tomando en cuenta que tanto el Ejército de Nicaragua como las autoridades policiales han estado plegados al régimen de Ortega, convirtiéndose en fuerzas de choque.
Martínez-Amador asevera que un escenario como el de Nicaragua en Guatemala está fuera de toda posibilidad, debido a que en el país ningún presidencialismo ha sido capaz de conformar mayorías estables. “Un presidencialismo débil no puede reprimir”, asevera.
FALTA DE LIDERAZGO
Raquel Zelaya, presidenta de la Asociación de Investigación y Estudios Sociales (Asies), destacó que el problema de la democracia en Centroamérica radica en que ha hecho falta un liderazgo con sentido regional, impidiendo que el istmo centroamericano haga notar su presencia a nivel global.
Además, agrega que hay un deterioro en los sistemas políticos que han derivado en crisis como las de Honduras y en Nicaragua. En el caso de Nicaragua, asevera que la crisis es sumamente aguda debido a que por años el régimen de Ortega ha copado instituciones, porque prácticamente solo ha existido un partido político.
Zelaya agrega que la reacción internacional a la crisis en Nicaragua no ha sido lo que se esperaba.
EL PAPEL DE ESTADOS UNIDOS EN LA REGIÓN
Para Martínez-Amador, el papel de Estados Unidos en Centroamérica, pero específicamente en el Triángulo Norte, es clara: Considera que la nación norteamericana impone una agenda, la cual fue clara en la visita del vicepresidente Mike Pence y de la secretaria de Seguridad Nacional, Kirstjen Nielsen.
“Impone las rutas y realiza un ejercicio de contención incidiendo por la vía de cancelar visas a empresarios “distinguidos” (cómo lo hizo recientemente), vetando candidatos, dando el visto bueno a perfiles, pronunciándose sobre políticas específicas y en momentos cruciales, enviando burocracia de altísimo nivel para cuadrar a los presidentes y funcionarios”, dijo Martínez-Amador.
A consideración de Edgar Gutiérrez, lo que Estados Unidos busca es estabilidad en la región, esto para que no le genere migración y le ayude a cuidar sus fronteras del crimen e incluso del terrorismo, las cuales son sus prioridades.
“Hasta ahora Estados Unidos, a pesar de la inflamada retórica de Ortega contra los “gringos”, nunca se metió con ellos, pero cuando se pierde la estabilidad y esta puede afectar a la región entonces Estados Unidos manda sus voces de alerta, tratando de impedir una escalada de violencia y de inestabilidad”, dijo.
Zelaya dice que el discurso del vicepresidente Pence fue claro en su visita a Guatemala, al recalcar los aspectos que afectan la seguridad de los Estados Unidos, como es el caso de la migración y el crimen organizado.
Por su parte Rosal explica que Estados Unidos interfiere en la problemática de Centroamérica cuando se da cuenta que sus intereses se ponen en riesgo. Asevera que, en el caso de Guatemala, Estados Unidos se ha involucrado en la temática de los años 2015 y 2016 en cuanto a la lucha contra la corrupción, pero que ahora esa atención también está fijada en el tema de la migración.
En su visita a Guatemala, Pence instó a los presidentes del Triángulo Norte de Centroamérica que advirtieran “a su gente” que al migrar a Estados Unidos de manera irregular les va a dar una vida muy dura.
TEFEL: GUATEMALA DEBE PEDIR RENUNCIA DE ORTEGA
Durante la presentación de la Encuesta de Percepción Empresarial 2018, el pasado martes, empresarios señalaron que Guatemala, a través del Ministerio de Relaciones Exteriores, debe solicitar la renuncia del presidente nicaragüense Daniel Ortega y llamar, lo antes posible, a consultas al embajador guatemalteco en Nicaragua, Jaime Regalado.
El vicepresidente del Comité Coordinador de Actividades Comerciales, Industriales y Financieras (CACIF), Juan Carlos Tefel, manifestó que la situación de Nicaragua puede afectar mucho la atracción para la inversión.
“Consideramos que mientras Daniel Ortega siga en el país, no va ser viable la paz en Nicaragua”, comentó.