POR JOSÉ PABLO DEL ÁGUILA
jaguila@lahora.com.gt

La búsqueda de Marco Antonio Molina Theissen lleva más de tres décadas en marcha. Desde el 6 de octubre de 1981, fecha en la que fue desaparecido de su propia casa por un grupo de militares, según la Fiscalía, su madre y sus hermanas no han dejado de reclamarlo y de pedir justicia contra los responsables. Hoy, 36 años después de aquel crimen de lesa humanidad, hay cinco militares en situación de retiro acusados de la desaparición que enfrentan juicio. Y pese a lo engorroso que ha sido el camino, la familia persiste, obstinada, en su lucha por la justicia y con la esperanza de obtener el resultado anhelado.

El primer paso de esta lucha incesante por descubrir qué le hicieron a Marco Antonio, y por dar con los responsables de su desaparición, lo dio la madre del niño, doña Emma Theissen Álvarez, el mismo 6 de octubre de 1981. Ese día, con tintes aciagos en la memoria de la familia, ella salió corriendo de su casa, fuera de sí, y vio cómo, sin escrúpulo alguno, un grupo de militares vestidos de particular se llevaban en la parte trasera de un picop a su hijo, quien para entonces tenía 14 años. Desde ese momento no lo volvió a ver.

Sin embargo, esa acción, ese impulso de la madre de ir detrás de su hijo, marcó el inicio de un camino, tumultuoso, que no concluirá hasta conocer la verdad de los hechos, según quedó demostrado ya con los esfuerzos de la familia por esclarecer el crimen.

Doña Emma Theissen Álvarez luce como una mujer avezada en el oficio de buscar a un niño desaparecido. Aunque, claro, nunca fue su deseo ganar experiencia en esa tarea.

Una nueva etapa en la búsqueda de Marco Antonio inició el 1 de marzo, cuando arrancó el juicio oral y público en contra de los presuntos responsables de la desaparición de Marco Antonio y de la violencia sexual que se perpetró contra su hermana, Emma Guadalupe Molina Theissen.

Tras un largo proceso de investigación, la Fiscalía acusó como responsables de estos hechos al exjefe del Estado Mayor del Ejército en 1981, Manuel Benedicto Lucas García; Manuel Antonio Callejas Callejas, General de División; los comandantes de la zona militar General Manuel Lizandro Barillas, Francisco Luis Gordillo y Edilberto Letona Linares; y el oficial de inteligencia, Hugo Ramiro Zaldaña Rojas.

La zona militar General Manuel Lizandro Barillas es el lugar en el que Emma Guadalupe Molina Theissen fue conducida luego de ser detenida en un retén militar el 27 de septiembre de 1981, ubicado en Santa Lucía Utatlán, Sololá, por llevar “propaganda de estudio y de discusión política”, según la tesis de la Fiscalía. En ese sitio permaneció varios días, sufriendo actos de violencia sexual, hasta que finalmente logró escapar el 5 de octubre de 1981.

Un día después, en represalia de su fuga, fue que los militares llegaron a casa de la familia Molina Theissen para recapturar a Emma, pero al no ubicarla, en respuesta, secuestraron a su hermano menor.

EL JUICIO EN TRIBUNALES

El juicio se encuentra en desarrollo y transcurre en la sala del Tribunal de Mayor Riesgo “C”, un espacio donde la familia de Marco Antonio y los acusados pueden llegar a estar a menos de un metro de cercanía. La fase anterior del proceso se dilucidó en el Juzgado de Mayor Riesgo “C”, que contaba con una sala de dimensiones muy reducidas y, en más de una ocasión, surgieron tensiones entre familiares de los acusados, medios de comunicación y demás personas que presenciaban las audiencias.

Susana Navarro, directora ejecutiva del Equipo de Estudios Comunitarios y Acción Psicosocial que ha brindado acompañamiento a la familia Molina Theissen en su búsqueda de justicia, asegura que las múltiples salas de los juzgados y tribunales del país no cuentan con las condiciones necesarias para proteger la sensibilidad de los familiares de una víctima de desaparición forzada, como es el caso de la mamá de Marco Antonio y de sus hermanas.

Navarro destaca como un dato llamativo el hecho de que esta desatención de parte del sistema de justicia no es generalizada hacia todas las víctimas y, como ejemplo, señala la existencia de juzgados y tribunales especializados para atender crímenes de femicidio, lo cual constituye un hecho positivo en la administración de justicia. No obstante, al mismo tiempo, la profesional cuestiona porqué esta misma atención especializada no existe hacia víctimas del Conflicto Armado Interno.

UN MOMENTO CLAVE

Pese a las condiciones adversas de las instalaciones en juzgados y tribunales, doña Emma Theissen Álvarez y las hermanas de Marco Antonio, María Eugenia Molina Theissen y Ana Lucrecia Molina Theissen, ya rindieron su declaración en el Tribunal de Mayor Riesgo “C”, presidido por el juez Pablo Xitumul. En presencia de acusados y demás sujetos procesales, todas explicaron, sin vacilación alguna, la forma en que les consta que fue desaparecido el niño.

Uno de los puntos más álgidos y simbólicos del juicio tuvo lugar en la audiencia del 5 de marzo, cuando doña Emma Theissen declaró. En su declaración, con un tono envalentonado, la madre señaló con su dedo índice al oficial de inteligencia, Hugo Zaldaña Rojas, como uno de los hombres que el 6 de octubre de 1981 ingresó a su casa y se llevó a Marco Antonio.

“Es el señor primero del asiento que está ahí adentro de la carceleta”, dijo con firmeza con relación a Zaldaña Rojas. Inmediatamente, uno de los sujetos procesales la cuestionó: “Doña Emma, ¿cómo puede usted estar tan segura de que esa persona fue quien se llevó a su hijo”

La respuesta de la madre fue: “Porque yo lo tengo en la memoria. Ahorita ya él tiene menos pelo, pero él es. Es el señor Zaldaña Rojas”, dijo.

Doña Emma Theissen Álvarez fue consultada sobre ese momento, sobre cómo cobró valor para enfrentar a un grupo de hombres con perfil de guerra. Ella responde que, aunque no desea verles el rostro a los acusados, cada declaración la hace blandiendo como única arma la verdad de los hechos que a ella le constan y con la esperanza de encontrar a un niño de 14 años que fue desaparecido.

“Era tan normal, tan buen alumno. Buen estudiante. Era normal. Era muy amiguero. Le gustaba leer, informarse, resumir. Le gustaba dibujar y era muy dedicado a su estudio”, dice a manera de descripción de Marco Antonio.

Al igual que su madre, Ana Lucrecia Molina Theissen asegura que la única finalidad de este proceso es la obtención de justicia. “Una justicia que sitúe a todas las personas de igualdad ante la ley para responder por sus actos, pero también con el derecho de acceso a la justicia y a la igual protección de la ley para todos”, puntualiza.

¿QUÉ DICE LA DEFENSA?

De los acusados, el único que ha rendido su declaración de defensa, de momento, es el exjefe del Estado Mayor, Manuel Benedicto Lucas García. El sindicado aseguró que, en el ejercicio de sus funciones, nunca giró una orden a sus subalternos para que ejercieran vejámenes sexuales contra ninguna persona y que tampoco ordenó desapariciones forzadas. Además, dijo que un elemento del Ejército nunca debe acatar una orden, aún sea de un superior, si esta reviste carácter de ilegal.

“Soy como varón, como soldado, como hombre, yo combatí la guerrilla, pero frente a frente (…) Había guerrilla y había que afrontarla”, dijo Lucas García como parte de su declaración.

El juicio oral y público es una de las últimas fases del proceso penal. En esta etapa, el Tribunal debe determinar si los acusados son culpables de los hechos que les imputa la Fiscalía o, por el contrario, declara la inocencia de los sindicados.

El juicio se encuentra en marcha y la próxima audiencia está programada para el lunes 26 de marzo a las 8:30 horas.

“Era tan normal, tan buen alumno. Buen estudiante. Era normal. Era muy amiguero. Le gustaba leer, informarse, resumir. Le gustaba dibujar y era muy dedicado a su estudio”
Doña Emma Theissen Álvarez

“Soy como varón, como soldado, como hombre, yo combatí la guerrilla, pero frente a frente (…) Había guerrilla y había que afrontarla”
Exjefe del Estado Mayor, Manuel Benedicto Lucas García

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