POR DOUGLAS GÁMEZ
dgamez@lahora.com.gt

Las características que en común tiene la niñez migrante no acompañada retornada a Guatemala son: la baja escolaridad, el trabajo en su mayoría no remunerado previo a migrar y ser parte de grupos étnicos mayas, entre otras, las cuales quedaron evidenciadas en las conclusiones de la encuesta, “Migración y Trabajo Infantil, Guatemala 2017”, elaborada por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), en coordinación con otras entidades del gobierno de Guatemala.

El documento presentado y al cual tuvo acceso La Hora, confirma que la búsqueda de mejores condiciones de vida, la reunificación familiar y el trabajo son las principales motivaciones por las cuales niños y adolescentes, en su mayoría del Altiplano de Guatemala y Petén, deciden migrar hacia México y Estados Unidos.

El informe que consta de 24 páginas refiere en sus conclusiones que la migración de la niñez no acompañada retornada es multicausal y en cuanto a las motivaciones, el 74.9 por ciento de los menores de edad migraron para encontrar mejores condiciones de vida, 46.5 por ciento por reunificación familiar y 36.7 por ciento por trabajo.

“El 92.5% de la niñez migrante no acompañada retornada a Guatemala trabajaba (de forma remunerada o no remunerada) previo a emprender la ruta migratoria. Este porcentaje era levemente mayor para las niñas que para los niños”, refiere la encuesta en su parte final.

En el siguiente punto, el informe indica que más del 90 por ciento de la niñez y adolescencia migrante no acompañada retornada a Guatemala no cumple con la escolaridad esperada. “Este porcentaje es mayor para el grupo que realizaba algún tipo de trabajo, lo cual sugiere que el tiempo dedicado a actividades productivas limita las posibilidades de desarrollo integral de esta población”, explica.

Además, el 78.9 por ciento de la niñez y adolescencia retornada participaba en labores familiares no remuneradas antes de migrar.

“Este porcentaje es mayor para las niñas. Además, dichas poblaciones dedicaban más de 22 horas semanales a estas actividades –trabajos no remunerados–”, señala.

La encuesta expone que en los casos de la niñez migrante retornada que sí laboraba de forma remunerada antes de migrar, regularmente sus hogares tenían niveles de vulnerabilidad levemente superiores a los que trabajaban sin compensación: “piso de tierra, falta de acceso a agua potable y no propiedad de la vivienda. La migración laboral se da en mayor magnitud para la niñez retornada que realizaba trabajo remunerado antes de migrar y que pertenece a hogares receptores de remesas”.

“Todas las niñas, niños y adolescentes migrantes tienen derecho a gozar de un nivel de vida adecuado en condiciones de dignidad y a que se les proteja de los riesgos de la migración irregular. Para este fin, es necesario que el Estado guatemalteco, la sociedad y la familia trabajen en conjunto para la erradicación del trabajo infantil y garantizar el acceso a la educación y las condiciones de vida digna para todos los hogares”, es la única consideración que se plasma en el documento luego de las conclusiones.

LAS CARACTERÍSTICAS

La Encuesta de Hogares de Movilidad Humana, como también se le denomina al estudio, lo realizó OIM entre mayo y octubre de 2017, en los centros de recepción de niñez migrante no acompañada de la Secretaría de Bienestar Social de la Presidencia, Albergue Casa Nuestras Raíces en Quetzaltenango y Casa Nuestras Raíces en la capital.

Las entrevistas no se aplicaron directamente a los menores de edad, sino a los parientes contactados por las entidades correspondientes y que esperaban en esos hogares a los niños y adolescentes retornados. La encuesta se desarrolló en 6,533 personas, que representaron a 1,014, niños y adolescentes retornados.

En el primer apartado, dedicado a las características de los menores de edad retornados se estables que la mayoría de esa población retornada a Guatemala son adolescentes de 14 a 17 años, es decir un 93 por ciento de los encuestados, “de estos, 7 de cada 10 se reconoce a sí misma como parte de un grupo étnico (principalmente maya)”.

El 23.4 por ciento de la niñez y adolescencia retornada son niñas y 76.6 por ciento niños.

El 68.7 por ciento se identifica como maya, 30.2 por ciento mestizo, 0.6 por ciento otros y el resto no sabía o no respondió.

LUGARES DE ORIGEN Y DESTINO

El 71 por ciento de la población bajo estudio tenía como destino migrar a Estados Unidos y el 28.9 por ciento México. “Los datos muestran que, aunque la mayoría de la niñez tenía como destino los Estados Unidos, existe un grupo que representa el 28.8% que busca establecerse temporal o permanentemente en México”, indica el documento.

Ciudad de México, Quintana Roo, Chiapas, Nueva York, California, Florida, Tennessee, Georgia, Washington, Nueva Jersey y Texas son algunos de los destinos de la niñez y adolescencia migrante.

En cuanto a sus lugares de origen el 27.8 por ciento es proveniente de San Marcos, 24.1 por ciento de Huehuetenango, 13.2 por ciento de Quiché, 6.9 por ciento de Quetzaltenango, 3.2 por ciento de Petén y en menores porcentajes del resto del país. El 99 por ciento de los retornados volvían al domicilio en el que habitaban antes de migrar.

“En Guatemala, 3 de cada 4 niños, niñas y adolescentes migrantes retornados vivían en alguno de los siguientes 5 departamentos antes de migrar: San Marcos, Huehuetenango, Quiché, Quetzaltenango, Petén”, destaca el documento.

En cuanto a la composición de familias de los menores de edad retornados, en promedio es de 6.1 miembros. “La niñez migrante de Guatemala no siempre retorna a estructuras familiares con presencia de su padre y su madre. De cada 10 niños, niñas y adolescentes migrantes: 6 retornan a hogares biparentales; 3, a uniparentales; y 1, a otras composiciones. La ausencia de los padres y/o madres de esta población representa mayores condiciones de vulnerabilidad”, acotó la entidad.

ACTIVIDADES PRODUCTIVAS ANTES DE MIGRAR

Entre la niñez y adolescencia retornada, 92.5 por ciento realizaba actividades productivas antes de migrar, según el estudio de la OIM. Del total, 13.7 recibía remuneración y 60.8 por ciento no, ya que en su mayoría eran labores familiares.

“La niñez migrante retornada a Guatemala que participaba en ambos tipos de trabajo (remunerado y no remunerado) dedicaba, en promedio, más de siete horas cada día de la semana a estas dos actividades productivas”, señala.

Sobre el trabajo familiar no remunerado, establece que lo practica un 78.9 por ciento de la niñez y adolescencia antes de migrar.

“El trabajo familiar no remunerado que la niñez migrante retornada realizaba antes de emprender la ruta migratoria refleja la asignación tradicional de roles de género: niños en labores agrícolas y niñas en actividades domésticas”, destacó. La mayoría de los hombres participa en actividades de agricultura y las mujeres en labores domésticas.

Mientras que en el 31.5 por ciento de los menores de edad que realizaban tareas remuneradas previo a migrar, de nuevo predomina quienes se dedican a la agricultura, le siguen las ventas, construcción y mantenimiento, trabajos en casa, entre otros. Al igual que en el no remunerado, prevalece la asignación al género masculino en la mayoría de los roles, exceptuando las actividades en casa.

“Al igual que con las labores familiares no remuneradas, en promedio, la niñez migrante retornada trabajaba de manera remunerada en jornadas superiores a 36 horas semanales”, resalta la encuesta.

A la vez, se abordan los motivos laborales de migración, las estadísticas presentadas en este apartado y la conclusión del mismo consignan que el trabajo es más relevante como motivo de migración para la niñez migrante que laboraba de manera remunerada y en los hogares receptores de remesas.

ÍNDICE DE VULNERABILIDAD

“La niñez migrante retornada que laboraba de manera remunerada antes de migrar vive en hogares con mayores vulnerabilidades: falta de acceso a agua potable, piso de tierra y no propiedad de la vivienda. Sin embargo, las diferencias son leves con respecto a la niñez que no trabajaba de manera remunerada”, es la conclusión del apartado dedicado a analizar la vulnerabilidad de los hogares de los cuales la niñez y adolescencia migraba.

El 11.3 por ciento su familia era propietaria del lugar donde vivían, 9 por ciento no, el 55.3 por ciento tiene piso de tierra, 50.1 por ciento no habita en esas condiciones, el 32.8 por ciento si contaba con acceso a agua potable, mientras que el 29.2 por ciento no.

El informe detalla más aspectos de la niñez y adolescencia migrante no acompañada retornada, en la introducción del documento se hace referencia al apoyo de la Organización Internacional del Trabajo para elaborar las encuestas y su finalidad que es generar información para la gestión humanitaria y la toma de decisiones basadas en el conocimiento.

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