Por Grecia Ortíz
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Originario del caserío el Mirador de Tecpán, Chimaltenango, Francisco Ajquiy, encontró en Estados Unidos desde hace cinco años una nueva oportunidad de sobresalir y realizar su sueño americano. Aunque dejó a su familia en Guatemala, no los olvida, y a pesar de la distancia siempre trata de apoyar con recursos económicos que les ayuden a sobrevivir.

“Dejé Guatemala por las finanzas”, aseguró Ajquiy a La Hora Voz del Migrante.

En su departamento, el entrevistado refiere que casi no hay empleos y salir adelante es una tarea difícil si se sueña con algo más grande.

“Tuve que dejar a mi país, mi comunidad, mis familiares allá para radicarme aquí, porque como le digo, allá en –Guatemala–, no tengo trabajo, en el campo gana uno 25 quetzales ese tiempo y ahora quizá un poco más al día y con eso a uno no le alcanza para sostenerse”, explicó.

En Guatemala, Francisco dejó a sus hermanos y papás, a quienes no olvida y trata de mantenerlos al tanto de lo que hace.

Las largas jornadas de trabajo para el guatemalteco nunca han sido una limitante. A veces labora de 10 a 13 horas diarias en un restaurante para el cual reparte comida en Nueva York, ciudad donde vive.

“Desde que yo llegué aquí trabajo entre 10 a 13 horas diarias, y pues la verdad es duro, no es fácil, pero sí se gana un poco más de lo que tendría en Guatemala. Uno llega a la casa y no quiere hacer nada más que dormir y luego levantarse al trabajo, así todos los días no tenemos descanso”, afirmó.

“Si te da tiempo comes sino pues se te olvida y te mantienes trabajando”, aseguró.

De su tierra, el guatemalteco no olvida los platillos que tanto le gustaban de su natal Chimaltenango y las tortillas, pero el deseo de salir adelante cambió su vida por completo.

AYUDA A SU FAMILIA CON REMESAS

No obstante todo tiene su recompensa, el entrevistado menciona que el producto de sus esfuerzos siempre llega a manos de sus familiares, quienes esperan de su aporte comprar alimentos, y aunque quisiera hacer más por ellos, de momento eso no es posible porque debe apartar para sus gastos de renta, bus y todo lo que se necesite durante el mes.

Retornar a Guatemala aún es un anhelo que tendrá que esperar más tiempo, afirmó Francisco, porque su sueño es lograr más cosas para su familia.

“Mi sueño es de hacer una casita, si Dios quiere se hace y si no qué le voy a hacer. Como le digo, aquí no es fácil, pero sé que un día voy a regresar con mi familia, con ellos, pero de momento eso no es posible”, comentó.

TEMOR A SER DETENIDO

Aunque en su vida solo hay espacio para deseos y anhelos, la sombra de una deportación siempre está presente, y el temor no lo deja caminar tranquilo. A veces, las conversaciones con otras personas y el ambiente para los migrantes en Estados Unidos lo asusta, lo mismo sucede cuando ve noticias.

“Siempre anda uno con miedo, y uno sale a la calle, tal vez no es la persona que andan buscando, pero capaz se lo llevan así a uno. Pero lo que yo hago es esconderme por ahí y chequeando a ver si hay algo y de ahí me voy y a veces me da miedo porque si me llevan para allá –Guatemala–, para venir otra vez esta difícil esto”, añadió.

Según el guatemalteco, el temor a retornar a sus países de origen es generalizado porque en varias ocasiones lo han conversado con otros migrantes.

Para no olvidar el sabor de la comida de Guatemala, Francisco siempre trata de cocinar sus propios alimentos, e incluso hace tortillas, “me pongo a hacer mi propia comida, porque lo que hay aquí es de lo que se aburre uno, tampoco es algo bueno para la salud”.

El mensaje del guatemalteco va dirigido a todas las personas que tienen familiares en Estados Unidos para que valoren lo que reciben, porque todo se consigue con sudor y arduo trabajo. “Lo poco que mandamos pedimos que lo valoren y lo sepan administrar”, puntualizó.

“Tuve que dejar a mi país, mi comunidad, mis familiares allá para radicarme aquí, porque como le digo allá en –Guatemala–, no tengo trabajo, en el campo gana uno 25 quetzales ese tiempo y ahora quizá un poco más al día y con eso a uno no le alcanza para sostenerse”.
“Mi sueño es de hacer una casita, si Dios quiere se hace y si no qué le voy a hacer. Como le digo aquí no es fácil, pero sé que un día voy a regresar con mi familia, con ellos, pero de momento eso no es posible”.
FRANCISCO AJQUIY

 

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