POR MARIELA CASTAÑÓN
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Según la Dirección General de Migración (DGM), un total de 53 mil 336 guatemaltecos han sido deportados vía terrestre de México y vía aérea de Estados Unidos en los últimos meses, entre adultos y niños. Esta situación afecta a miles de hogares, que anualmente padecen las consecuencias.
Detrás de cada una de las 53 mil 336 personas deportadas: 26 mil 212 de México vía terrestre hasta el 31 de octubre de este año, y 27 mil 124 de Estados Unidos hasta el 15 de noviembre, hay miles de historias de guatemaltecos que salieron de su país de origen por diversas razones.
De acuerdo con Érick Maldonado, experto en temas de migración, las deportaciones no solo representan un tema cuantitativo, sino cualitativo; lamenta que en los últimos años el número de deportados, especialmente de México ha incrementado. (Lea el recuadro Deportaciones de los últimos tres años).
“Las deportaciones vía aérea se han reducido, porque han incrementado las deportaciones vía terrestre, precisamente porque México ha endurecido sus controles migratorios y ha trasladado a la frontera sur de México –mayor rigurosidad- para dispersar la migración y para que los proceso de retorno no se hagan desde Estados Unidos, vía aérea”, explica Maldonado.
El entrevistado dice que la migración es responsabilidad del Estado, por no crear las condiciones suficientes y necesarias para desmotivarla y porque las causas de esta situación han incrementado.
Maldonado lamenta que existan nuevas causas de la migración y que no hay mecanismos para enfrentarlos y evitar que más personas salgan del país.
ATENCIÓN A MIGRANTES
El entrevistado refiere que debe haber atención adecuada para los migrantes que están en tránsito y destino a Estados Unidos y vía México.
Agrega que es necesario ampliar la función consular en los países anteriormente descritos, además de orientarla a la protección y promoción de derechos de las personas migrantes.
Maldonado lamenta la falta de capacidad del Estado para la reinserción social de los migrantes, por tanto se deben crear alianzas en el sector público y privado en la ubicación laboral de los migrantes, tomando en cuenta las capacidades adquiridas como el idioma inglés, que abre una puerta para colocarlos en call centers.
La Encuesta de Salud y Migración del Organismo de las Naciones Unidas para la Migración (OIM) y de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) de 2014, señala que el 59.1 por ciento de las personas migrantes retornadas sufrieron tristeza o depresión al retornar a su comunidad de origen.
El documento detalla que de las 222 personas encuestadas (que representan el 100 por ciento), al ser consultadas sobre si habían recibido algún tipo de tratamiento psiquiátrico o psicológico tras su retorno, solamente una de cada diez personas, es decir 26 de 196 casos (que representan un 11.7 por ciento) respondió que sí.
También se les preguntó acerca de que si sentían la necesidad de recibir algún tratamiento psiquiátrico o psicológico, de las 215 personas que respondieron (que representan el 100 por ciento), solamente una persona de cada diez, es decir, en 28 casos (13 por ciento), respondieron que sí sentían dicha necesidad.
Por otro lado, estudios de OIM sobre las condiciones de salud en población migrante en Honduras, El Salvador y Guatemala revelan que cuando un miembro de una familia decide migrar, los parientes que permanecen en el país de origen experimentan sentimientos de desesperanza, soledad, ansiedad e incluso depresión.
Las mujeres entrevistadas, en general, madres y esposas, experimentan síntomas depresivos tras la fragmentación familiar.