POR MARIELA CASTAÑÓN
mcastanon@lahora.com.gt

Oswaldo Samayoa, es profesional, analista y columnista, pero más allá de todo lo anterior es padre adoptivo de una niña que actualmente tiene 8 años y que adoptó hace un año. Él y su esposa cambiaron la vida de la menor de edad, que fue abandonada en la vía pública y que enfrentó varios desafíos como ser devuelta por una primera familia. Samayoa resume la adopción como un ejercicio de amor, y en una entrevista concedida a La Hora explica cómo ha sido este proceso.

La Hora ¿Qué lo motivó a adoptar?

Oswaldo Samayoa. Una de estas motivaciones fue el hecho de pensar que siempre hay alguien que necesita de uno, pero estudiando y profundizando en la problemática del país, uno se da cuenta que la niñez merece oportunidades, uno quisiera ayudar a todo el mundo, pero es muy complejo. Una motivación que concebí fue cambiar una historia de vida, dar el amor que uno siente y demostrar que no somos una sociedad mala que rechaza.

Coincidimos con mi esposa y fue afortunado, antes de conocernos ella había pensado en el tema de adopción y estando juntos decidimos eso. Hay un análisis muy breve sobre el perfil que queríamos adoptar, un bebé, una niña o un niño, precisamente nos dimos cuenta que la mujer es quien más oportunidades necesita, somos un país muy desigual, donde las niñas no estudian y son víctimas de muchísima violencia y maltrato. Sí íbamos a tener la oportunidad de cambiarle la vida a alguien, pensamos en una niña.

L. H. ¿Cómo fue el proceso de adopción? ¿Usted había visto antes a la niña?

O. S. El proceso no nos deja ver a los niños, es un proceso guiado por profesionales que ven el perfil de uno y conocen los perfiles de los niños. En este caso nos hablaron de ella, la familia que decide adoptar puede decidir si acepta ese perfil o no, pero yo siempre lo he planteado que cuando uno va a tener un hijo biológico no sabe cómo viene, con sus piernas, intelectualmente, en sus capacidades. Y este es el mismo caso, no es un proceso de elección, es un proceso de descubrir que hay un ser humano que no tengo ni idea –quien es– y que respuestas me dará, pero con el que empezaré a convivir y genera un vínculo, es un proceso muy romántico si lo quiere ver así, pero muy intenso que a nosotros nos hablaban que nos la iban a presentar documentalmente, pero nosotros ya queríamos estar con ella.

L. H. ¿Cómo tomó la niña el proceso?

O. S. Convivimos con ella unas semanas en la casa hogar donde vivía y luego se fue con nosotros. Es una niña que por su situación de sobrevivencia e historia de vida estaba muy clara de que éramos su papá y mamá de corazón, pero no su familia biológica. Ella sabía que se iría con nosotros y eso nos facilitó mucho el tema. Estando en casa, nos manifestó que sabía que si nosotros no la queríamos la podíamos regresar porque ya lo había vivido, pero había un punto muy esencial que decía que nos estaba evaluando. Al final, es el niño o niña que dice me gustas para mamá y papá.

L. H. ¿Su niña estuvo institucionalizada antes?

O. S. Fue una nena abandonada en la calle, calculamos que tenía 3 o 4 meses. Fue declarada en adoptabilidad y estuvo en un hogar de la zona 3, luego fue adoptada, pero lamentablemente la familia a los 3 meses no quiso estar con ella, porque es hiperactiva y necesitaba en todo momento estar en actividad. La devolvieron, la lastimaron, fue muy irresponsable porque vivió un proceso de desprecio en el vientre materno y luego vive el trauma de quedarse en la calle. Eso se internaliza, luego el evento de estar en las casas hogares, estar con una familia y que la devuelven. Ahora estamos trabajando en eso, no tiene culpa de lo que le pasó, ellos llegan a culparse. Ella estuvo a los inicios en el Hogar Seguro, que antes se llamaba Virgen de Fátima.

L. H. ¿Cuánto tiempo les llevó adoptar a su hija?

O. S. Nuestro proceso llevó ocho meses, es importante decirlo, la gente le recrimina mucho al Consejo Nacional de Adopciones (CNA) porque dicen que es muy tardado, pero lo que marca lo tardado es el perfil del niño que estoy pidiendo. Hay familias que dicen que quieren adoptar a un bebé de dos días, pero no es normal que un niño de esa edad sea declarado en adoptabilidad.

Tiene que esperar un proceso judicial para que se declare en adoptabilidad, es posible que el niño haya cumplido un año cuando eso suceda, no es inmediato. Es importante decir a las familias que cuando deciden adoptar, el proceso es largo, porque hay situaciones particulares que no pueden dominar el CNA y las familias.

L. H. ¿Cuál es la experiencia que más le ha impactado en este proceso?

O. S. Creo que hay tres momentos, el primero fue cuando mi hija ahorraba dinero, porque decía que así no la devolvíamos y ella tenía con que ayudar (su primera familia adoptiva la devolvió argumentando que no tenían dinero). El otro momento es lo que pasó con el Hogar Virgen de la Asunción, me dolió mucho porque ¿qué hubiera pasado si mi hija hubiera estado ahí? había muchas niñas que tenían a su papá y a su mamá, ellas estaban ahí por un proceso distinto a la adopción y fallecieron, pero también había niñas que podían ser adoptadas, me generó mucho desprecio hacia el Estado y a las autoridades al pensar que no hay ningún funcionario que esté dispuesto a crear procesos políticos de atención a la niñez. Estamos en un modelo de corrupción que no importa quién muera. Un tercer momento lo estamos viviendo ahora, ella quiere conocer a su mamá y papá biológicos, nadie sabe quiénes son. La estamos ayudando, pero estoy preparándome para decirle que no sabemos quiénes son, sé que le dolerá mucho y quisiera evitar esa situación.

L.H. ¿Qué acciones cree que se deben orientar para fortalecer el CNA?

O. S. El CNA debe crecer a nivel país e implica más presupuesto; también debe tener más sedes, más personal profesional estable, que tenga las capacidades de llevar un proceso de adopción a su término, porque muchas veces pueden cambiar personal por falta de presupuesto y eso no le da estabilidad a los procesos, esto requiere una política pública en cuanto a que todos los procesos de adopción prioritarios como lo demanda la Constitución, para que sean atendidos en el menor tiempo posible, eso no implica cambiar la Ley, hacer reformas al Reglamento, implica tener personal profesional y mayores recursos. El aspecto pluriétnico del país, donde debe centrarse en ciertas áreas y regiones; puede haber niños que pueden ser adoptados ahí, hay familias pertenecientes a pueblos indígenas que quieren adoptar. Además se deben fortalecer los hogares donde están los niños. Dejar los tabús, debemos ser más abiertos, decir que soy un papá adoptivo, decirlo y motivarlo.

“El proceso no nos deja ver a los niños, es un proceso guiado por profesionales que ven el perfil de uno y conocen los perfiles de los niños”.
OSWALDO SAMAYOA.

 

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