POR MARIELA CASTAÑÓN
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Han transcurrido 33 meses del femicidio de Jacoba Elizabeth Arévalo Garrido, quien era madre de dos niños y técnica radióloga en el Hospital Nacional de Tiquisate, en Escuintla. Ella desapareció el 16 de febrero y un día después fue encontrada muerta; el principal sospechoso es su esposo, el médico Juan Carlos Fuentes Gallo, quien sigue prófugo de la justicia.
El Ministerio Público (MP) y la Policía Nacional Civil (PNC) confirmaron que Fuentes Gallo aún no está detenido; él tiene una orden de captura porque es sospechoso de la muerte de su cónyuge.
Por otro lado, Claudia Hernández, directora de la Fundación Sobrevivientes, organización querellante en el caso, expresó su preocupación por el retraso al acceso a la justicia para los familiares de la radióloga.
“Desde que ocurrieron los hechos, nosotros solicitamos al Ministerio Público el arresto –de Fuentes Gallo– para evitar que se diera una fuga, lastimosamente el proceso se tardó tanto. Hoy van 33 meses que no sabemos de su paradero”, dijo Hernández.
La directora de la Fundación Sobrevivientes indicó que han requerido que se ofrezca recompensa para que se aporte información del paradero del médico y los equipos de búsqueda ubiquen al sindicado por medio de la Policía Internacional (Interpol), pues creen que no se encuentra en el país.
De acuerdo con la entrevistada, buscarán que se tomen medidas similares a las del caso del exfutbolista Emerson Marroquín Alfonso, quien fue capturado en Estados Unidos, el pasado 6 de noviembre por el femicidio de Gabriela Barrios, en febrero de este año.
Hernández lamentó que el proceso judicial esté detenido y no avanzará hasta que el sindicado no aparezca.
ASÍ INTENTARON DESAPARECER EL CUERPO
El 17 de febrero del 2015, las autoridades localizaron el cadáver de Jacoba Arévalo en el interior de la finca Los Atos, ubicada en el kilómetro 84 de la ruta que conduce de Santa Lucía hacía Siquinalá, en Escuintla.
Trabajadores de ese lugar relataron a fiscales y policías que esa madrugada vieron que el cuerpo fue abandonado entre los cañaverales; aún emanaba humo.
El cadáver estaba completamente carbonizado, alrededor tenía alambre de lo que parecía una llanta de automóvil.
La Fundación Sobrevivientes documentó que cuando Fuentes Gallo fue a la morgue a identificar a su esposa, le dijo a la madre de Jacoba que no se trataba de ella, sino de una mujer “rubia y gorda”.
Tras la desaparición de Arévalo, Fuentes contestó el teléfono de su esposa, también le encontraron los documentos personales de ella.