POR GRECIA ORTÍZ
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Ayudar a los jóvenes de una comunidad de un sector para familias que habitan en casas rodantes y que por años han luchado contra estigmas, fue la razón que motivo la creación de una organización sin fines de lucro en Chantilly Virginia de la mano de una migrante guatemalteca.

Desde Virginia, Estados Unidos, Carmen Vargas, relató a La Hora Voz del Migrante, que debido a problemas económicos ella y sus hijas debieron abandonar su vivienda y mudarse a un sector para casas móviles.

En un principio, Vargas, recibió advertencias de que el lugar era considerado peligroso para los jóvenes porque aseguraban que era propicio para que cayeran en adicciones y eso la hizo cuestionarse si era adecuado seguir habitando ahí.

“Empecé a notar que si era cierto lo que me habían dicho, pero a la vez me puse a pensar que yo, de cierta manera, cuando fui pequeña también estuve en las calles, no tuve la oportunidad de estudiar y trabajé desde los 8 años para salir adelante y solo tengo segundo primaria”, indicó.

La guatemalteca entendió que los jóvenes necesitaban una guía que los ayudara a entender cómo poder llevar mejor su vida, y en lugar de abandonar el lugar, habló con sus hijas y les propuso que hicieran algo para cambiar esa realidad.

Para atraer a los jóvenes, Vargas pidió a sus hijas que los llevaran a su casa diciendo que habría fiesta, pero lo que en realidad les tenían preparado era pizza y una charla.

“Cuando llegaron yo les empecé a hablar y les dije: ¿ustedes tienen idea de lo que en la escuela dicen de la comunidad?, y ellos me dijeron no… les dije, podemos cambiar, y empecé contándoles mi historia y les dije, nosotros podemos hacer la diferencia, y ellos me preguntaron que cómo podían, a lo que les respondí que era cambiando la forma de pensar de la gente de aquí”, comentó.

Desde ese primer día, Vargas empezó a orientarlos y hablarles sobre Dios y las buenas normas de convivencia. En las siguientes reuniones la connacional buscó que más personas llevaran su testimonio de vida, y eso los llevó a organizar obras de teatro y voluntariado. La organización tiene entre cinco y seis años de funcionar.

EL APOYO EMPEZÓ A LLEGAR

Por ese esfuerzo, comentó que fueron reconocidos a nivel de estado, “nosotros no le hemos pedido dinero a nadie, yo trabajo, limpió casas, tengo una compañía de eso y el grupo lo he sostenido sola y eso nos da credibilidad porque no somos una organización que ande pidiendo dinero”.

Al principio eran solo diez los jóvenes los que asistían, pero conforme avanzaban las sesiones el número se incrementaba, hasta que la asistencia llegó a 70 adolescentes.

El espacio en donde se reunían, según Vargas era bastante reducido, pero el empeño y la fama que ganó el grupo hizo que le llamaran de parte del condado de Fairfax, en Virginia, para ofrecerle ayuda al grupo, con lo que les dieron un lugar en concreto.

“Ellos nos ayudan con un Community Center dos veces a la semana, les enseñamos cómo manejar la ira, superar las drogas, si alguien necesita se le busca apoyo psicológico y todo eso, todo es gratuito. Para Navidad les damos regalos y hacemos nuestra cena de Acción de Gracias, de Navidad también”, destacó.

SURGE UN SEGUNDO GRUPO DE AYUDA

Al mismo tiempo decidió trabajar con mujeres, por lo que tiene dos grupos Chantilly Youth Group y las Damas de Chantilly, que nace para apoyar a las madres de los adolescentes, con el fin de empoderarlas, para que ellas puedan emprender negocios.

Asimismo, la guatemalteca comentó que fueron los primeros en organizar las ferias de salud en la comunidad, con lo que llegaban a los vecinos con exámenes médicos gratuitos además de vacunas.

Los grupos de jóvenes están integrados por personas de todas las nacionalidades y no solo latinos, “todos son bienvenidos, el secreto siempre fue no juzgar a los chicos, recibirlos como ellos son y aceptarlos como son y poco a poco irlos guiando”.

SUS HIJAS SON PARTE IMPORTANTE DEL ESFUERZO

Pero lograr todo este éxito también requiere de unión familiar, explica Vargas, a la vez que asegura que sin sus hijas no hubiera sido posible concertar esta ayuda, y los jóvenes que participaron en las primeras charlas también siguen colaborando, ahora son líderes del grupo y tienen funciones específicas.

“Trabajamos con niños desde los 5 años hasta 22, estos jóvenes sin ellos el grupo no hubiera llegado tan lejos, creo que Dios fue sabio en mandármelos primero porque ellos nos han ayudado muchísimo”, comentó.

Finalmente la connacional agregó que se siente bendecida de poder aportar a las familias e instó a los jóvenes a tomar buenas decisiones que al final impactarán en su futuro. Por último, indicó que no se preocupen sí recaen en el camino inadecuado, porque tienen que levantarse y salir adelante, y motivó a que los padres de familia inculquen esas enseñanzas a sus hijos.

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