POR MARIELA CASTAÑÓN
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El pasado 8 de julio se cumplieron cuatro meses del incendio en el Hogar Seguro Virgen de la Asunción, administrado por la Secretaría de Bienestar Social (SBS). El siniestro provocó la muerte de 41 niñas y heridas graves a 15. Las sobrevivientes deben enfrentar los desafíos que conllevan las amputaciones, los deseos de dejar vivir, la depresión y el temor. Mientras tanto, el Estado sigue sin pronunciarse sobre el apoyo que, revelan los familiares de las niñas, no se les ha brindado.
La marca indeleble que dejó el incendio en la vida de las sobrevivientes representa un desafío para seguir adelante, así lo han dicho algunas de ellas a personal de psicología de El Refugio de la Niñez, que ha atendido a por lo menos seis adolescentes afectadas.
Antes del 8 de marzo estas niñas gozaban de energía y lozanía, pero ese incendio provocó secuelas físicas y psicológicas graves.
Las amputaciones en las manos y en los pies, las marcas en sus rostros, la pérdida de piel, las dificultades para movilizarse, el dolor de la recuperación, el fantasma del fuego y los gritos, son solo algunas de las situaciones posteriores al hecho.
Tras el incendio se identificaron 41 víctimas mortales y 15 sobrevivientes, 9 de ellas fueron trasladadas a Estados Unidos para recibir atención médica.
La última información que proporcionó la Procuraduría General de la Nación (PGN) detalló que hasta el 12 de junio, aún quedaban dos niñas internadas en los centros hospitalarios Galveston, en Texas y en Boston, Massachusetts.
MARCADAS EN EL CUERPO Y EL ALMA
El Refugio de la Niñez ha sido una de las entidades que ha brindado atención integral a las niñas sobrevivientes del incendio en el Hogar Seguro. El equipo de profesionales ha atendido intentos de suicidio, depresión, alucinaciones y otros problemas.
La mayoría de menores de edad han sido medicadas para superar los traumas que aún perturban su mente.
De acuerdo con Zoila Ajuchán, psicóloga de esa organización, el 8 de marzo, fecha en que ocurrió el incendio, personal de El Refugio se movilizó al Hogar para atender a las jovencitas sobrevivientes. Ese día existía preocupación e incertidumbre en las menores de edad, principalmente por el temor en el atraso de las audiencias y por la duda sobre si entre las fallecidas estaban sus hermanas o hermanos.
Luego de esa primera intervención de apoyo, se presentaron secuelas más graves, como intentos de suicidio, alucinaciones y confrontaciones con sus otras compañeras. Por eso fue necesario aplicar técnicas de resolución de conflictos, explica Ajuchán.
“Cuando las niñas ingresaron, principalmente las que estuvieron en el incidente, presentaron varios síntomas, por ejemplo, miedo, alucinaciones auditivas y visuales. Una niña empezó a ver que había humo. Eso lo presentó como en el segundo día, se disoció, estaba viviendo ese hecho traumático. Presentaron también autoagresiones, empezaron a cortarse”, indica la profesional.
La psicóloga explica que la muerte de las 41 niñas tuvo un impacto negativo en las sobrevivientes, porque muchas tenían amistad entre sí. Una de las terapias usadas para atender el dolor por estos decesos fue nombrar a cada una de las niñas fallecidas. Ellas vivieron el duelo, lloraron y tuvieron espacios de desahogo emocional.
Ajuchán, que como profesional también ha sido afectada por lo sucedido a las niñas, dice que uno de los casos que más le conmovió fue el de una jovencita con quemaduras graves, que en un momento le indicó que ya no deseaba seguir luchando por su vida.
“Yo creo que todos –los casos– han sido impactantes, porque cada uno tiene su historia, de cómo esta situación en su momento le afectó. En una de ellas, las quemaduras en su rostro eran más evidentes; estuvo poco tiempo con nosotros. Perdió sus piernas, unos dedos y recuerdo una frase de esta niña: estoy como en una carrera, pero ya no quiero seguir. Eso me impactó”, explica.
Las terapias de El Refugio han permitido que algunas niñas logren estabilizarse, identificar sus problemas y trabajar en ellos. Han hecho compromisos de cambio, sin embargo, la psicóloga admite que existen varios desafíos, debido a que la adolescencia es una de las etapas donde todas las personas quieren verse bien y en el caso de ellas, han revelado que les afecta ver las cicatrices en su cuerpo y rostro.
DEVELAN DESATENCIÓN DEL ESTADO
El pasado 9 de junio, Norma Cruz, directora de la Fundación Sobrevivientes, denunció la falta de atención por parte del Estado para las niñas sobrevivientes y sus familias.
En aquella ocasión, padres y madres de las adolescentes revelaron que el Estado prácticamente los abandonó.
Carlos Sotoj, padre de una de las niñas sobrevivientes del incendio, explica que tiene una deuda de aproximadamente Q5 mil, pues luego de lo sucedido a su hija, ha tenido que prestar dinero con conocidos, familiares y amigos, para comprar cremas, medicamentos y trasladar a la jovencita a sus terapias médicas y psicológicas.
La niña tiene amputaciones en los dedos de las manos y los pies. Necesita un cuidado especial para movilizarse.
“Nosotros pensamos que la Secretaría de Bienestar Social o la Procuraduría General de la Nación nos ayudaría, pero no fue así. Ella –su hija– lleva un tratamiento médico. Es muy duro y difícil”, explica.
Según Sotoj, invierte mensualmente un promedio de Q800 para trasladar a la niña en taxi, porque asiste unas 3 veces a la semana a uno de los hospitales públicos para recibir atención médica y a otro lugar para recibir terapias psicológicas.
La niña también debe tomar dos medicamentos distintos que le tardan dos semanas y por los cuales paga aproximadamente Q385. Aunado a que necesita una crema especial que tiene un costo de Q280 y la cual compra cada semana.
“Esa crema nos tarda como ocho días, porque son bastantes las quemaduras. Se usa bastante –producto– porque hay que aplicársela dos o tres veces al día”, explica Sotoj.
El padre de familia dice que la vida de su hija ha cambiado, porque no puede salir, debido a las dificultades que enfrenta, aunado a que se siente incómoda por la forma como la gente la observa.
“Le ha afectado bastante, porque no puede salir de la casa. Ella cuando estaba bien salía a comprar, estaba con sus amigas, salía a jugar a las canchas –de baloncesto. Ahora le afecta porque no puede salir, porque el sol le da picazón por las heridas. También le da un poco de pena con las personas que se le quedan viendo, por ese motivo es que también yo tengo que pagar el taxi. Ella está bien herida y se siente incómoda cuando la miran”, lamenta Sotoj.
De acuerdo con el relato, la niña llegó al Hogar, tras activarse una alerta Alba-Keneth. A la familia no se les consultó nada, sino que las autoridades al localizarla, la institucionalizaron en el Hogar Seguro, argumenta.
En tanto, tras el incendio, la adolescente fue declarada fallecida y a Sotoj le entregaron el cuerpo de otra niña. Esa confusión provocó que su hija fuera llevada a Estados Unidos con otro nombre. Finalmente volvió al país y se confirmó que se trataba de su familiar.
EL ESTADO ES RESPONSABLE
Hilda Morales, procuradora adjunta de la Procuraduría de los Derechos Humanos (PDH), indica que debido a que las niñas estaban bajo la custodia del Estado cuando ocurrió el incendio, debe responsabilizarse por los gastos y dar acompañamiento a cada una de las sobrevivientes.
“La protección que no se dio en el momento se debe rescatar, deben estar protegidas –las niñas– hasta el momento que estén restablecidas en la medida de lo posible”, dice Morales.
La entrevistada instó a las instituciones encargadas de atender a estas niñas, a que informen públicamente sobre las acciones que realizan y el acompañamiento que les han dado.
“En el momento de la emergencia se estableció un centro de información que debería seguir funcionando para informar a la población, a la prensa, de cómo avanza la atención al caso, no solamente desde el punto de vista de la justicia que eso sí se ha sabido, sino de la protección a las sobrevivientes, hombres y mujeres”, refiere Morales.
SBS Y PGN SIN PRONUNCIARSE
Desde el incendio del 8 de marzo, la SBS y la PGN han informado lenta y escuetamente sobre el caso de las niñas muertas y afectadas en el incendio.
Esa postura persiste y muestra de ello fue que ninguna de las dos instituciones contestó al cierre de este reportaje, para conocer qué atención brindan a las niñas sobrevivientes y el seguimiento que dan a esos casos, ya que muchas de las jóvenes fueron violentadas en su entorno familiar y se desconoce si existen verificaciones por parte de estas entidades para determinar en qué estado se encuentran.
Sindicados por el caso Hogar Seguro
El 13 de marzo fueron capturados Carlos Rodas, exsecretario de Bienestar Social; Anahí Keller, exsubsecretaria de Protección y Acogimiento y Santos Torres, exdirector del Hogar Seguro Virgen de la Asunción, sindicados por los delitos de homicidio culposo, abuso de autoridad, incumplimiento de deberes y maltrato contra personas menores de edad.
En tanto, el 12 de junio fueron capturados Harold Flores, titular de la Procuraduría de Niñez y Adolescencia de la PGN, señalado por los delitos de homicidio culposo, maltrato contra personas menores de edad e incumplimiento de deberes; Gloria Castro, defensora de la Niñez de la PDH, sindicada por maltrato contra personas menores de edad e incumplimiento de deberes.
También, la subinspectora de la Policía Nacional Civil (PNC), Lucinda Marroquín; acusada por homicidio culposo y maltrato contra personas menores de edad; el subcomisario policial, Luis Armando Pérez, procesado por abuso de autoridad y maltrato contra personas menores de edad; Brenda Chaman, psicóloga del Hogar Seguro, acusada por homicidio culposo, maltrato contra personas menores de edad e incumplimiento de deberes.
Por otro lado, las investigaciones avanzan lentamente para identificar la posible red de trata de personas que delinquía en ese Hogar. Tampoco se ha procesado a nadie por maltratar a los niños.