Por Grecia Ortíz
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Alvin Hernández, nacido en Estados Unidos e hijo de padres guatemaltecos, se ha abierto camino en la comunidad artística de Miami, Florida, a través de sus pinturas e ilustraciones, cuyo estilo característico es el surrealismo.
Hernández es uno de esos guatemaltecos en Estados Unidos que, sabiendo el esfuerzo que realizaron sus padres para brindarle un mejor futuro, aprovecha las oportunidades a su alcance para vivir sus sueños.
En el caso de Hernández, su sueño es la pintura y la ilustración. Descubrió su afición en el Middle School, pero su don es heredado, considera: “Todo comenzó como en primero básico, en el tercer grado, por ahí. Mi papá años antes hizo murales en un pueblo de Retalhuleu, en Guatemala, y pintaba los murales en su iglesia. Yo digo que saqué ese don de él”.
Desde joven, comenzó a llamar la atención entre sus compañeros de clase y amigos con las caricaturas que dibujaba. Poco a poco su técnica se fue desarrollando y cuando llegó a la universidad, a los 21 años, su esfuerzo ya lo había puesto adelante de sus compañeros.
En sus primeros años de práctica, llegó a hacer un dibujo diario, pues se sentía obsesionado con el arte: “En mi mente, yo quería llegar a hacer algo en mi vida, yo soy bien involucrado en todo lo que hago. A veces el tiempo que me tardo tiene que ver mucho con el tema, porque pueda ser que lo haga en una hora, pero si tiene que ver con un paisaje o una historia puedo tardarme días”.
El reconocimiento por los frutos de su esfuerzo y talento no tardó en llegarle: “Cuando yo tenía 22 años conocí a un pintor famoso y ahí mismo fui a su estudio, y me hizo su asistente por dos años. En 2012 yo salí en Telemundo, en NBC, en Univisión, y firmé un contrato con una empresa. Desde ahí estoy trabajando solo, como profesional”, relató.
Entre sus artistas favoritos destacan Gary Larson, Rene Magritte y Salvador Dalí. Además, ha tenido el privilegio de trabajar con David Le Batard, un pintor con raíces cubanas a quien considera su mentor. “Uno ve esas personas que se encuentra en la vida y eso no es coincidencia, eso es un plan. He conocido mucha gente, después de trabajar con este pintor”.
El estilo de Hernández tiene un trasfondo espiritual, usualmente con un aire que invita a la reflexión. El artista dice que su arte es una meditación sobre su mirada del mundo y sus sentimientos. La mejor manera que ha encontrado para expresarse es la ilustración.
GUATEMALA EN SU VIDA
Aunque no vivió en Guatemala, el joven artista señala que siempre ha buscado relacionarse con el país, no olvidar sus raíces. Desde Estados Unidos se ha interesado en aprender sobre la historia, el lenguaje y la cultura maya.
De momento, Alvin no ha pintado ningún icono guatemalteco, pero asegura que eso no significa que no estén en su pensamiento. Dentro de su experiencia suma una colaboración con el cantautor guatemalteco Ricardo Arjona, con quien trabajó en una oportunidad.
El artista habla perfectamente español y el inglés gracias a que sus padres le enseñaron a practicar el segundo en la escuela, mientras que en el hogar se hablaba exclusivamente el idioma de su país. Por su propia iniciativa también ha aprendido un poco de francés e italiano, aprovechando que trabaja con algunas personas originarias de esos países.
APRENDIÓ DE SUS PADRES EL VALOR DEL ESFUERZO
El éxito de las personas, para el joven guatemalteco, también depende de cada uno, porque si se quiere algo se debe luchar por ello hasta verlo alcanzado.
En Miami, asegura, hay mucho trabajo para artistas, pero solo para quienes saben aprovechar las oportunidades que se presentan. Sus padres le enseñaron que debe esforzarse y ahora, al ver el éxito que ha logrado, dicen sentirse orgullosos de que haya seguido su sueño.
“En mi mente, yo quería llegar a hacer algo en mi vida, yo soy bien involucrado en todo lo que hago. A veces el tiempo que me tardo tiene que ver mucho con el tema, porque pueda ser que lo haga en una hora, pero si tiene que ver con un paisaje o una historia puedo tardarme días”.
“Todo comenzó como en primero básico, en el tercer grado, por ahí. Mi papá años antes hizo murales en un pueblo de Retalhuleu, en Guatemala, y pintaba los murales en su iglesia. Yo digo que saqué ese don de él”.
ALVIN HERNÁNDEZ