POR REDACCIÓN LA HORA
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Para muchos migrantes el emprender la travesía en busca de mejores oportunidades en los Estados Unidos significa una serie de dificultades y desafíos que a cualquiera desmotivarían, uno de ellos es la barrera del idioma. Sin embargo, para María Cecilia Barrera Cordón esto no fue un obstáculo, ya que el aprender inglés se convirtió en su vehículo al éxito.

_2“Mi motivación fue el venir y tener la capacidad de sentirme libre y conquistar mis sueños. Poder tener la oportunidad de hacer algo diferente a lo que estaba acostumbrada”, manifestó en una entrevista desde Nevada con “La Hora Voz del Migrante”.

Barrera Cordón decidió trasladarse a Estados Unidos hace nueve años, vivió en San Francisco durante unos meses con su prima, luego se mudó a California, lugar donde durante los próximos seis años definiría su historia de superación.

“Empecé desde cero. La única ayuda que tuve fue el cariño y apoyo de mis familiares. Mi inglés no era el más avanzado”, indicó.

A la vez, relata que su primer trabajo fue en un restaurante conocido como “Del Taco”, en el cual laboró únicamente por dos semanas. Barrera Cordón intentó trabajar en otros lugares pero una de las dificultades para obtener algún puesto era el idioma, específicamente su utilización de acuerdo a la cultura estadounidense.

“Nunca perdí la fe, siempre fui motivada por la esperanza. Después de un tiempo me contrataron en un McDonald’s que estaban por inaugurar. Me contrataron para la cocina”, recuerda.

También menciona que tenía miedo de hablar en inglés porque no sabía si la entenderían o si lo estaba utilizando de la forma adecuada.

“Al principio no sabía muchas palabras o tal vez «slangs» que se usan mucho, pero recuerdo que empecé a preguntar acerca del significado de muchas palabras. Cuando no sabía cómo decir algo preguntaba como se decía o pronunciaba y así fui perdiendo el miedo”, asegura.

Lo que ella cataloga como “venciendo la barrera del idioma” le ayudó a ser promovida de cocinera a mánager en la cocina. Además, la práctica del inglés le ayudaba a mejorarlo.

SUPERACIÓN NO SE DETIENE

“Siempre tuve el deseo de superarme y de seguir estudiando. Mientras trabajaba tiempo completo en McDonald’s decidí meterme a clases de inglés. Me inscribí en el College y empecé a tomar clases de ESL que significa English as a Second Language. Empecé a averiguar sobre becas y me animé”, apunta la entrevistada.

Según explica Barrera Cordón, en Guatemala el inglés que se imparte es “básico” y el ESL es una enseñanza basada en la cultura estadounidense.

“Ahí conocí muchas personas que en la actualidad son mis amistades, inmigrantes de muchos países, -una- diversidad cultural grandísima…esas clases se sentían como estar nuevamente en casa”, puntualizó.

Con el tiempo Cordón Barrera ganó confianza en sus capacidades y definió que su prioridad continuaría siendo el estudio pero sin estancarse laboralmente. Renunció a McDonald’s y se incorporó a un restaurante que recién había abierto, en el que inició de cero nuevamente como cocinera hasta llegar a ser supervisora del mismo.

“Seguí mis estudios en el Collage. Era estudiante –de- tiempo completo y al mismo tiempo trabajaba 40 horas a la semana. De alguna manera me las ingenié para lograrlo. Me acuerdo que del trabajo iba a estudiar y de estudiar al trabajo. Dormía en mi carro entre uno y el otro. En mis tiempos libres estudiaba y esa fue mi rutina por años”, resalta en medio de una sonrisa.

LA RECOMPENSA LLEGA

Durante la entrevista Cordón Barrera repite una y otra vez que la fe y la esperanza son vitales en un país llenó de oportunidades y espera que su historia sea motivadora para que otros migrantes no tengan miedo de aprender inglés y lo utilicen como una herramienta para lograr mejores resultados.

“Luego de meses de sacrificio y esfuerzo saqué al final mi Asociado en Humanidades y Arte junto a clases avanzadas de comunicaciones para poder ser aceptada en la universidad”, destacó.

Además, fue promovida en su trabajo como Assistent Manager, pero para una sucursal en Nevada. “En mi nueva posición aprendí muchísimas cosas. Me recuerdo que los primero días dormí en una cama inflable, pero luego poquito a poquito he ido construyendo mis cosas. Pero eso no me desanimó, seguí como siempre”. Ahora es la Gerente General.

“Todo se lo debo a Dios, que me abrió puertas en este país y también porque me dio este carácter necio y terco que me dio de nunca darme por vencida. Y para agregarle a las contrariedades de la vida, en mi iglesia sirvo como maestra de niños y en inglés”, finalizó.

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