POR MARIELA CASTAÑÓN
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De acuerdo con un estudio de Migración y Salud del Organismo de las Naciones Unidas para la Migración (OIM) Honduras, las personas migrantes sufren durante su proceso migratorio siete pérdidas que son: el contacto con familiares y amigos, la lengua materna, la cultura propia, los paisajes de la tierra, estatus social, contacto con el grupo étnico de origen y la seguridad física, los cuales pueden afectar negativamente su salud mental.

_Nac10_1bDe acuerdo con el artículo “Hablemos sobre depresión en personas migrantes”, de la psicóloga Karen Carpio, del Proyecto en la Unidad de Salud y Migración de OIM para las Américas, la depresión es un trastorno complejo que resulta de la interacción entre factores biológicos, sociales y psicológicos.

El desarrollo de la depresión se encuentra vinculado a circunstancias vitales adversas, como la ruptura de una relación significativa, la muerte de un ser querido, el desempleo prolongado, las condiciones de vida vinculadas a la pobreza o la migración forzada.

En el caso de las personas migrantes, deben hacer frente a las condiciones ambientales, económicas y sociales difíciles, que pueden afectar negativamente su salud mental, si no cuentan con recursos que permitan enfrentarlos adecuadamente.

“El estrés asociado al desempleo, la pobreza, la pérdida de cohesión social, las dificultades de integración al nuevo medio, la violencia (psicológica, física y sexual), los traumas psicológicos, la ausencia de redes de apoyo y la fragmentación familiar, son algunos de los factores que aumentan el riesgo de desarrollar esta enfermedad”, explica Carpio.

MIGRANTES GUATEMALTECOS

Según la información, en Guatemala las organizaciones de la sociedad civil que atienden a personas migrantes retornadas han identificado que la depresión es uno de los problemas de salud más comunes en esta población.

La Encuesta de Salud y Migración de OIM y de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) de 2014, señala que el 59.1 por ciento de las personas migrantes retornadas sufrieron tristeza o depresión al retornar a su comunidad de origen.

El documento detalla que de las 222 personas encuestadas (que representan el 100 por ciento), al ser consultadas sobre si habían recibido algún tipo de tratamiento psiquiátrico o psicológico tras su retorno, solamente una de cada diez personas, es decir 26 de 196 casos (que representan un 11.7 por ciento) respondió que sí.

También se les preguntó acerca de que si sentían la necesidad de recibir algún tratamiento psiquiátrico o psicológico, de 215 personas que respondieron (que representan el 100 por ciento), solamente una persona de cada diez, es decir, 28 casos (13 por ciento), respondieron que sí sentían dicha necesidad.

Por otro lado, estudios de OIM sobre las condiciones de salud en población migrante en Honduras, El Salvador y Guatemala revelan que cuando un miembro de una familia decide migrar, los familiares que permanecen en el país de origen experimentan sentimientos de desesperanza, soledad, ansiedad e incluso depresión.

Las mujeres entrevistadas, en general madres y esposas, experimentan síntomas depresivos tras la fragmentación familiar.

Personas retornadas en 2017

Estadísticas de la OIM refieren que de enero a marzo de 2017, un total de 15 mil 762 migrantes guatemaltecos han sido retornados desde México y Estados Unidos.

Los datos oficiales refieren que 7 mil 416 personas retornaron de México y 8 mil 346 de Estados Unidos.

En el primer trimestre del año pasado, la cantidad de personas retornadas era de 20 mil 534 retornados, lo que significa que en 2017 hubo una disminución de 4 mil 772 retornos, lo que refleja un 23.2 por ciento menos en comparación con 2016, según los datos proporcionados a OIM, por parte de la Dirección General de Migración.

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