POR MARIELA CASTAÑÓN
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Marco Antonio Garavito, director de la Liga de Higiene Mental, explicó que la niñez y adolescencia sobreviviente del maltrato y del incendio en el Hogar Seguro Virgen de la Asunción, debe recibir atención terapéutica especializada para superar los traumas vividos, sin embargo, enfatiza en que ahora se debe definir claramente un modelo de atención para los menores de edad que están en hogares de protección y abrigo, pues regularmente se les ha visto como presidiarios y no son atendidos.

Antes del incendio, ocurrido el pasado 8 de marzo, la niñez y adolescencia del Hogar Virgen de la Asunción fue afectada por violencia física, sexual y psicológica, en su entorno y en este Hogar. (Lea el recuadro El dolor que jamás debe olvidarse).

Mientras que el día del siniestro algunos niños, niñas y adolescentes (NNA) que vivían en este espacio estatal notaron la presencia de bomberos que auxiliaban a las niñas quemadas o sacaban sus cuerpos, además, no pasó desapercibida la desesperación del personal del Hogar y de los padres de familia que esperaban noticias de sus hijos, tampoco la presencia policial que custodiaba la entrada al lugar.

Actualmente diferentes instituciones realizan verificaciones para determinar cómo se encuentran los 26 niños que permanecen en el Hogar Seguro, en tanto otros, efectúan monitoreos en los hogares a donde fueron enviados los NNA, sin embargo, poco se sabe de la atención psicológica que han recibido.

La Hora Departamental consultó a Vilma Rojas, jefa del Departamento de Atención a la Víctima del Ministerio Público (MP), para saber si alguna víctima del Hogar Seguro fue referida a esta instancia para solicitar apoyo, pero indicó que no.

ATENCIÓN TERAPÉUTICA

A criterio de Marco Antonio Garavito, director de la Liga de Higiene Mental, se debe reestructurar el modelo de atención en los hogares de abrigo y protección, donde claramente se establezca la forma de atender a los menores de edad que llegan a estos lugares.

“La atención psicológica debe darse de cajón en estos centros, porque quienes llegan ahí no son niños o niñas en riesgo, son personas que han sido dañadas y vulneradas bajo distintas circunstancias. La cuestión debe ser preventiva en el futuro, deben tener claramente establecido que la atención psicosocial es uno de los elementos clave que deben darse dentro de esos hogares, pero eso no se da, porque la atención que se tiene es de carácter carcelario o militar; vea como se definía contratar a un monitor, que era como contratar a un policía o un guardia penitenciario”, explicó Garavito.

De acuerdo con el entrevistado, se debe brindar atención especializada a los NNA que sobrevivieron al incendio y que sufrieron maltrato.

“Ahora que ha ocurrido esta tragedia y que hay sobrevivientes que estuvieron cerca o vivieron esa situación, debe haber una atención terapéutica especializada que permita reorientar la vida de estos niños, pero si no cambia el contexto o la filosofía con la que se está trabajando en estos centros, también la ayuda terapéutica no tiene mucha funcionalidad”, explicó.

Según el entrevistado, la violencia sufrida por los niños del Hogar, podría reproducirse hacía la sociedad y a ellos mismos, pues regularmente usan el mismo patrón.

“Teóricamente la lógica es que el ser humano que ha sufrido violencia de pequeño, va a ser un sujeto violento en el futuro. Es paradójico, porque uno diría que quien sufrió violencia no la reproducirá con sus hijos, pero no es una cuestión muy lógica. Y el ser humano no es muy lógico, porque ocurre lo contrario. La persona que ha sufrido violencia reproduce lo que ha sufrido en su vida. Lo que se puede esperar –de estos jóvenes- es violencia, expresada a los demás o a ellos mismos”, refirió.

El dolor que jamás debe olvidarse

Antes del incendio en el Hogar Seguro, ya se habían revelado varias denuncias públicas de maltrato y violencia hacía los niños y niñas que estaban bajo la custodia del Estado.

La situación se develó desde la administración de la exsecretaria de Bienestar Social, Raquel Vielman, quien estuvo en la gestión de Otto Pérez Molina. También en el actual gobierno, en el periodo de los otrora secretarios Enexton Gómez, Mareny Mérida y Carlos Rodas.

Estos son algunos fragmentos de lo que describían los niños y niñas en ese lugar:

“En ese hogar, si así lo podemos llamar, es algo que da tristeza, puesto que la mayoría de veces un señor que le llamamos DELTA te tira al suelo y te pega. Es horrible esa sensación que se siente cuando te pega y tú gritas suplicando que te deje, es horrible”.

“Cuando te enfermas, te dejan que te mueras teniendo su propio hospital, no te atienden. Al menos yo estuve cuatro semanas con mucha fiebre y tos y me dijeron: si se muere, pues un plato menos”.

“Nos ponían hacer ejercicios tipo militarizados, nos trataban como reos. Nos ponían a caminar arrodillados y con cosas en la espalda. Eran demasiado estrictos, nos sacaban a un campo grande que está ahí, nos quitaban la ropa y nos ponían a correr desnudos. A media madrugada nos tiraban agua fría”.

“El delta sacaba a un grupo de patojas a prostituir. En el Hogar había dos deltas –jefes de seguridad- uno bueno y uno malo. El delta malo les pegaba a las patojas si contestaban, si nos hubiera agarrado a la hora de la fuga nos hubiera pegado. Él pegaba hasta que se cansaba, daba bien duro, daba patadas, jalones de pelo, manadas, hacía lata a las patojas”.

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